Un artículo de Mag. Mariana A. Rodríguez,
Docente de Posgrado en la Universidad Maimónides (Argentina)

El envejecimiento humano es un proceso vital relacionado al paso del tiempo y comienza con el inicio de la vida de cada sujeto. Si bien es importante destacar que la vejez no es sinónimo de enfermedad y que hay que incluir los aspectos saludables de la misma, cuando se piensa en  nuevos modos de vivir y de enfermar se advierte que cada vez más profesionales deben formarse en las nuevas problemáticas bio-psico-sociales para intervenir en las diferentes demandas de los sujetos envejecientes y sus familiares en el campo de la salud. Dentro del campo de las Ciencias del Envejecimiento van surgiendo prácticas profesionales como los dispositivos de Acompañamiento Terapéutico para sujetos dependientes o semi-dependientes.

Actualmente hay enfermedades que aún no presentan cura, como las demencias, y especialmente desde los vínculos es desde donde se puede intervenir para ofrecer calidad de vida y aliviar el sufrimiento psíquico de los que padecen. En función de los signos y síntomas que se manifiestan en los sujetos afectados las pérdidas significativas que sufren son las siguientes:

  • Pérdidas identitarias: desubjetivación y desintegración de funciones yoicas,  desintegración de funciones del pensamiento: de las funciones simbólico-abstractas al pensamiento concreto, deterioro funcional y pérdida progresiva de autonomía.
  • Pérdidas intersubjetivas: pérdida de roles en lo vínculos, pérdidas de vínculos.
  • Pérdidas sociales: pérdida de roles sociales, aislamiento y abandono social en tanto se invisibiliza  la problemática.

Ahora bien, ¿son los Acompañantes Terapéuticos (AT) cuidadores de personas con demencias? ¿Cuál es rol que demandan los cónyuges? ¿Qué funciones le adjudican  los hijos a los Acompañantes Terapéuticos?  ¿Que indican los profesionales tratantes? ¿Cuando el discurso jurídico se hace presente a través de diferentes casos, qué solicitan específicamente?

Pulice (2016) advierte un fenómeno muy interesante cuando postula que la multiplicidad de discursos «es el terreno propicio para el extravío» (1ª parte). En muchos casos, la palabra del sujeto afectado queda desoída en el entramado de discursos y su deseo invisibilizado. ¿Qué quiere? ¿Sufre? ¿De que sufre? Pulice (2016) lo enuncia como «maraña de demandas y silencios» (1ª parte).

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En el caso de las personas afectadas de demencia existe el prejuicio de que no comprenden o que no son conscientes de su desubjetivación y pérdida de funciones cognitivas

En el caso particular de las personas afectadas de demencia existe el prejuicio de que no comprenden o que no son conscientes de su desubjetivación y pérdida de funciones cognitivas. Contrariamente, en los comienzos de la enfermedad y hasta fases moderadas, los sujetos pueden dar cuenta y ser conscientes de los cambios que comienzan a vivenciar y de las pérdidas que éstos conllevan. La aparición de la demencia más allá de las diferencias que se puedan ubicar en cada persona en función de su singularidad, produce una disrupción en la trama de sentidos que el sujeto construye de sí mismo. Estas disrupciones a veces más lentas y otras más abruptas afectan la posición del sujeto y requieren duelos y reelaboraciones identitarias.

Luis Hornstein (2011) expresa que «la autoestima es el informe que uno se hace sobre uno mismo», ese informe remite a una autoevaluación. (Pág.28). Las personas con demencias durante un largo periodo de la enfermedad conservan esa función de autoevaluación y para muchas es muy frustrante encontrarse con sus dificultades y sus déficit. Reconocer al sujeto afectado como sujeto de deseo, es en muchos casos, intervenir para desatraparlo de la «maraña» discursiva e intersubjetiva y construir con el/la Acompañante Terapéutico una escena diferente en el teatro de su vida.

Sufrimiento psíquico

Sabemos que un diagnóstico de demencia puede ser traumático para el sujeto afectado y para su cónyuge y sus familiares. El sufrimiento psíquico aparece en su dimensión singular y en su dimensión vincular. Desde el dispositivo de Acompañamiento Terapéutico es importante ubicar quienes sufren, construir hipótesis sobre esos sufrimientos e instrumentar intervenciones. Tanto las personas afectadas, como los que son «compañeros de cuidados» padecen pérdidas progresivas en diferentes áreas de su vida y deben enfrentar duelos muy dolorosos. Cada persona en función de su singularidad y su historia desplegará modos diferentes de funcionamiento psíquico ante dichas pérdidas, transformaciones y duelos.

Cuando el sufrimiento psíquico no puede ser elaborado, por exceso y/o falta recursos psíquicos por parte del afectado y/o de su cónyuge, hijos o familiares cercanos,  es importante advertirlo e intervenir desde diferentes entrevistas con los hijos, con el cónyuge, con familiares, con los profesionales tratantes, con asistentes gerontológicos, con directivos de geriátricos, con curadores, etc., para prevenir mayor padecimiento y la aceleración del deterioro en la persona afectada, para poder redefinir objetivos del AT e intervenir en el sentido de los mismos, para darle lugar a las demandas del sujeto afectado y alojar las angustias de los cónyuges y familiares que comienzan a movilizarse por las intervenciones.

En el caso específico de los cónyuges, los factores predominantes del sufrimiento psíquico incluyen fenómenos singulares como los son la ambivalencia, la bronca, el enojo, la culpa y el sentimiento de deuda, y en la dimensión vincular la modificación de los intercambios que históricamente configuraron la homeostasis del funcionamiento vincular.

Los intercambios van pautando la interacción en el interior de los vínculos y van estableciendo los posicionamientos subjetivos y el reparto de roles. Si un vínculo de pareja sostiene una lógica dominante de funcionamiento ¿cómo la enfermedad crónica discapacitante de un integrante modifica esa lógica? ¿Esa enfermedad irrumpe en el sistema y modifica los funcionamientos y da origen a nuevos funcionamientos alternativos? ¿Cuáles son los efectos de la enfermedad en el equilibrio logrado por los diferentes posicionamientos de los integrantes del vinculo y como se relaciona esa pérdida de equilibrio con el sufrimiento de ambos cónyuges?

La angustia y las ambivalencias que no se ponen en palabras ni se tramitan, se actúan o afectan al cuerpo:

  • en maltrato hacia la persona afectada y hacia los ATS,
  •  en descuidos y falta de supervisión  exponiendo al sujeto afectado a situaciones de riesgo para sí y para terceros,
  • en el malestar emocional y corporal de los ATs,
  • en las interrupciones abruptas del AT,
  • en institucionalizaciones compulsivas por falta de recursos para sobrellevar lo traumático de la situación,
  •  en no institucionalizar cuando hay criterios de institucionalización,
  • en enfermedad y/o muerte del cónyuge, entre otros.

Objetivos iniciales de los Acompañamientos Terapéuticos

Ejemplos de objetivos propuestos al inicio de un Dispositivo AT.

El primer objetivo es construir un vínculo de confianza con el acompañado e intervenir para propiciar un entramado vincular que aloje al sujeto, sus problemáticas y su deseo. En una etapa posterior se pueden agregar objetivos que focalicen en el Acompañamiento del sujeto según el caso. Ejemplos:

Acompañar a:

  • Gestionar trámites, turnos médicos u otras tareas cotidianas.
  • Realizar actividad física y/o caminatas.
  • Participar de actividades recreativas como paseos y salidas.
  • Desarrollar actividades de estimulación cognitiva para enlentecer el deterioro cognitivo.
  • Realizar actividades que incentiven la socialización y la construcción de redes.
  • Integrarse en propuestas de estimulación para potenciar las funciones conservadas y posibilitar la neuroplasticidad.
  • Otros.

Estos pueden ser objetivos iniciales que surgen como pedidos de los cónyuges, familiares o profesionales tratantes. Ahora bien, la pregunta ineludible: ¿cuál de todos estos posibles objetivos de un dispositivo AT puede dar cuenta del deseo del sujeto afectado de demencia?

Para redefinir los objetivos de un AT hay que realizar una evaluación del diagnóstico del sujeto afectado, sus posibilidades y limitaciones, evaluar los funcionamientos históricos de los vínculos, y en relación a las modalidades vinculares actuales, indagar los posicionamientos adoptados por cónyuges y familiares.

Dicho proceso diagnóstico que realizan los Acompañantes Terapéuticos junto a los profesionales tratantes, posibilita intervenir para facilitar procesos de derivación a cónyuges y/o familiares a espacios de psicoterapia, a grupos de apoyo en estas problemáticas específicas u otros dispositivos del campo de la salud mental.

Por último, otra dimensión de pérdida se va desplegando con los Acompañantes Terapéuticos, ya que la desubjetivación del sujeto y la desestructuración de sus funciones cognitivas van determinando que los vínculos y los encuentros sean desde diferentes puntos de conexión y contacto. Estos procesos requieren la redefinición periódica y ajuste de los objetivos. El sujeto, sus limitaciones y sus deseos se van transformando en el proceso y el Dispositivo AT debe ser flexible para acompañar esa dinámica.

Bibliografía:

Finkelsztein C. y Matusevich D. (2012) Psicogeriatría: Marco Teórico. En Psicogeriatría  Clínica. Del Hospital Ediciones. Finkelsztein y Matusevich Editores. Hospital Italiano de Buenos Aires. Departamento de Docencia e Investigación. Instituto Universitario. Buenos Aires.

Hornstein, L (2011) Autoestima e Identidad. Narcisismo y Valores Sociales. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires.

Lifac, S. (1987) Narcisismo, Vejez y Psicoanálisis. Tercer Jornada Anual. Lugar y Función del Analista. Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo. Buenos Aires Argentina.

Lifac, S. (s.n) El Vínculo Conyugal en la Tercera Edad. Biblioteca «Pichon-Rivière» Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo: Fichas

Pulice, G. (2016) «Acompañamiento Terapéutico, transferencia y dirección de la cura» (1ra parte) Revista Digital La PlazAT N° 2 Octubre 2017. Sección Senderos Clínicos/ Ética y Técnica. https://www.facebook.com/La-Plaza-AT-214680679024829/

Sarasola D. Demey I. y Rojas G. (2016) La enfermedad de Alzheimer: una epidemia del siglo XXI. En (Comp.) P. Bagnati Enfermedad de Alzheimer y otras demencias. Manual para la familia. Cap. 1 Editorial Polemos Buenos Aires Argentina

Sobre la autora

Mariana A Rodríguez es Magister en Psicoanálisis (Universidad Nacional de La Matanza en convenio con la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados Argentina) y en Psicogerontología (Universidad Maimónides. Argentina); Posgrado en Psicogeriatría Aplicada (Instituto Universitario de la Escuela de Medicina del Hospital Italiano), y licenciada en Psicología. (Universidad Nacional de Mar del Plata).

Actualmentes es Psicóloga Clínica y Psicogerontóloga en Hogar San Martin (Residencia para adultos mayores del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) y Docente de Posgrado Universidad Maimónides en las Carreras Especialización y Maestría en Psicogerontología, Materia Psicoterapia Grupal y Familiar 2. Segundo Año. Directora: Dra. G. Zarebski.

Es Psicoterapeuta del Equipo Asistencial de Adultos Mayores. Centro Rascovsky. Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados. Argentina, y miembro del Capítulo de Psicogeriatría de la Asociación de Psiquiatras de Argentina.