Un artículo de Victoria Pérez,
Directora Sanitaria de ORPEA


El deterioro cognitivo es un proceso que afecta a las funciones cognitivas, tales como la atención, memoria, lenguaje, razonamiento o aprendizaje. Esta patología tiene una prevalencia elevada sobre todo en las personas mayores, alcanzando el 30% en las personas con más de 85 años. Puesto que su evolución desencadena un aumento de la dependencia, necesidad de cuidados y asistencia, la incidencia en las residencias es muy alta.

La etiología del deterioro cognitivo es variable y multifactorial en algunos casos. El envejecimiento favorece alteraciones secundarias a patologías sistémicas (diabetes, dislipemia, arritmias, enfermedades autoinmunes, etc.) que provocan lesiones de pequeños vasos en el sistema nervioso central y desencadenan demencia vascular. También están descritas alteraciones estructurales en la neurona que determinan un proceso degenerativo por muerte celular con reducción en su número, como en la enfermedad de Alzheimer (demencia degenerativa). Cuando en la misma persona coexisten ambas afectaciones, estaremos ante una demencia mixta.

La enfermedad de Alzheimer y la demencia frontotemporal son los procesos neurodegenerativos más agresivos y llamativos por la pérdida progresiva de funciones cognitivas superiores, alteración del control de los impulsos y síntomas productivos. Dentro de este grupo estarían también la demencia por cuerpos de Lewy y la demencia de la fase final de la enfermedad de Parkinson.

Abordaje del deterioro cognitivo  

Los trastornos neurodegenerativos tienen varias fases: leve, moderado, severo. En función de esas fases, los síntomas serán diferentes. Al inicio aparecen despistes, dificultades para recordar datos, sobre todo, recientes. También se aprecian dificultades en la producción de algunas palabras o términos complejos. Se trata de signos leves que puede hacer que se demore el diagnóstico hasta una fase más evolucionada. Estas alteraciones progresan a veces de modo insidioso y otras más rápidamente dependiendo de la etiología, edad, contexto personal y familiar.

En todos los casos, el objetivo es ralentizar el avance de la patología y sus síntomas. En los centros ORPEA, un equipo formado por profesionales multidisciplinares especializados en geriatría trabaja, codo con codo, con los pacientes con deterioro y sus familiares para conseguir mayor bienestar y calidad de vida de la persona mayor, desde el momento mismo del ingreso. Entre las principales acciones que se ponen en marcha se encuentran las siguientes:

  • Tratar los factores predisponentes y las patologías sistémicas es una forma de ralentizar la aparición del deterioro cognitivo. El abordaje y control de la hipertensión arterial, diabetes o enfermedades cardiorrespiratorias es un pilar fundamental para reducir la incidencia de complicaciones neurológicas.
  • Favorecer que las personas mayores mantengan una vida sana, dieta equilibrada, realicen ejercicio, potencien las relaciones sociales y familiares, evitando el aislamiento. Todos ellos son factores protectores.
  • Conseguir que aprendan actividades nuevas, y realicen ejercicios que estimulen las funciones cognitivas superiores, ya que favorecen la formación de nuevas redes neuronales con una notoria acción preventiva.
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Los trastornos neurodegenerativos tienen varias fases, y en función de las mismas los síntomas serán diferentes

Antes de poner en marcha estas acciones, en el momento del ingreso, un médico y una enfermera realizan una valoración geriátrica integral de la persona (analítica al ingreso, control de constantes y peso, ajuste del tratamiento).  Se establece una dieta adaptada y las interconsultas con los especialistas correspondientes, según el caso.

Desde fisioterapia se propone el plan de ejercicios adecuado a las posibilidades de cada uno para mantener y promover la autonomía. Además, tanto el área de psicología y de terapia ocupacional sugieren el conjunto de actividades destinadas a la rehabilitación funcional y la estimulación cognitiva, con diversos talleres terapéuticos (memoria, arterapia, musicoterapia, cocina terapéutica, huerto terapéutico, terapia con animales, etc.).

Con las actividades de animación sociocultural se promueve la socialización, la cultura y el ocio para que se mantenga un envejecimiento activo y digno por el mayor tiempo posible.

En las fases finales, que lamentablemente forman parte de la evolución, se asegura el cuidado y confort, además de apoyo a las familias para poder comprender y acompañar en esa etapa de la enfermedad.

Áreas que se trabajan para conseguir mayor bienestar

A través de diferentes programas terapéuticos, los profesionales prestamos una atención integral y personalizada a los residentes para mejorar sus capacidades y habilidades:

  • Físicas: programa de paseos, gerontogimnasia, fisioterapia individualizada, rehabilitación, psicomotricidad, etc.
  • Cognitivas: estimulación sensorial y cognitiva, que trabaja el lenguaje y la orientación. Otras actividades con excelentes resultados son la terapia de reminiscencia y los talleres de memoria.
  • Funcionales: programa de promoción de las ABVD, terapia funcional, cocina terapéutica, talleres de higiene bucodental o el programa de autonomía en la alimentación.
  • Psicológicas, mediante talleres con familiares y residentes que ayudan a gestionar las emociones y los sentimientos.
  • Lúdicas, mediante programas de animación sociocultural: salidas y excursiones, bingo, yincanas, juegos de mesa, música y baile, fiestas y actuaciones, cine, encuentros intergeneracionales, etc.

Innovación en la atención

En nuestros centros empleamos todas las técnicas y terapias que se han mostrado eficaces en el cuidado de las personas mayores que sufren enfermedades neurodegenerativas. En nuestras residencias se utilizan diferentes técnicas asistenciales y de mejora cognitiva, así como unidades específicas para estos pacientes, como son las salas de reminiscencia, en las que se estimulan los recuerdos de los mayores; o las salas Snoezelen, que se ocupan de la estimulación sensorial. También son interesantes los programas intergeneracionales, actividades que tienen un componente motivador y estimulante y que permiten trabajar la comunicación y las funciones cognitivas, sensoriales y funcionales, así como las emociones y las relacionales sociales.

Asimismo, contamos con otros recursos que favorecen que se trabaje de manera más individualizada con los residentes, como los huertos y jardines terapéuticos; el Café Alzheimer, donde compartimos espacio y conversación con las familias; y otras terapias como balneoterapia, aromaterapia, terapia acuática y terapia asistida con animales. Además, las nuevas tecnologías permiten trabajar los aspectos cognitivos y la psicomotricidad para mejorar, mantener o ralentizar el deterioro.

Beneficios de la estimulación cognitiva

La estimulación cognitiva es una estrategia fundamental para la mejora y rehabilitación de las capacidades cognitivas y funciones ejecutivas.  El objetivo de esta estimulación es, por tanto, mejorar el funcionamiento cognitivo de las capacidades y habilidades todavía preservadas.

Existen múltiples habilidades que pueden trabajarse mediante distintas técnicas y programas de estimulación cognitiva. Algunas de las más importantes son atención, percepción, comprensión, memoria, lenguaje, velocidad de procesamiento, orientación, razonamiento, praxias, gnosias, el control ejecutivo y el cálculo.

La intervención adecuada con estimulación ha constatado sus beneficios en estas personas con deterioro cognitivo, ya que permite mejorar la calidad de vida de la persona. Esta mejora se produce gracias a la obtención de objetivos más específicos tales como el mantenimiento de las capacidades mentales el máximo tiempo posible, la potenciación de la autonomía y la autoestima de la persona, la mejora de la interacción de ésta con su entorno y la disminución de la ansiedad y la confusión, así como otras reacciones psicológicas adversas.