Un artículo de Fundación ”la Caixa”

La pandemia ha alterado el día a día de todos: ha modificado nuestros hábitos y rutinas, las formas de comunicarnos y, en definitiva, de vivir. Ante esta crisis sanitaria y social sin precedentes, desde el Programa de Personas Mayores de la Fundación ”la Caixa” hemos adaptado nuestra actividad al nuevo contexto virtual para poder llegar a todos los hogares de las personas mayores y empoderar a los mayores para encontrar sentido y significado a sus vidas así como atenuar la sensación de soledad no deseada.

En el Programa de Personas Mayores de la Fundación ”la Caixa”, que cuenta con más de cien años de historia, tenemos como objetivo estratégico abordar los nuevos desafíos que se presentan en la vejez. Nuestra apuesta actual pasa por generar modelos basados en el “ser” y no tanto en el “hacer”, poniendo el foco en el desarrollo de un proyecto personal.

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Las personas con más recursos emocionales, con un afrontamiento más proactivo de la soledad, son las que han «resistido» mejor el confinamiento

De este modo, queremos facilitar una vejez comprometida en el bien común, vivida con realismo y responsabilidad, disfrutando y aportando. Para ello, destacamos la necesidad de revertir el aislamiento y la soledad mediante el empoderamiento de las personas, el fomento de las relaciones de apoyo y cuidado tanto de uno mismo como de las personas que nos rodean, así como la sensibilización de la ciudadanía.

“Estamos detectando un aumento de la soledad ligada la soledad existencial: empobrecimiento de las fuentes de sentido (familia, amigos, proyectos…) ligada a las medidas de confinamiento; con personas menos esperanzadas, con una mayor conciencia de la vulnerabilidad y con una gran presencia de las pérdidas tanto objetivas (personas) como subjetivas (parte de la vida, proyectos)”, señala el Director científico del Programa de Personas Mayores de la Fundación ”la Caixa”, el Dr. Javier Yanguas.

Durante los primeros meses de confinamiento, realizamos un seguimiento de personas usuarias de centros de mayores de todo el Estado confinadas en sus domicilios para analizar cómo estaban viviendo el confinamiento. Descubrimos, que a pesar de la vulnerabilidad que estaban viviendo, a pesar de los mensajes edadistas sobre un virus que “atacaba fundamentalmente a persona mayores”, muchos de ellos –como se ha visto posteriormente–, han superado la crisis, no sin dificultades, demostrando algo que ha sido a veces denostado: las capacidades y fortalezas de las personas mayores.

Esto no significa que no hayan sufrido, que no se hayan sentido frágiles o vulnerables, sino que a pesar de las vulnerabilidades lo que sobresalen son sus capacidades, aunque muchas veces no son suficientemente reconocidas ni valoradas.

Entre las conclusiones extraídas de este análisis, cabe destacar que son las personas con más recursos emocionales, con un afrontamiento más proactivo de la soledad las que han «resistido» mejor este confinamiento. Lo que resulta esencial, son los recursos personales, así como la implicación y el compromiso con personas y proyectos.

Más adelante, realizamos el estudio “Apuntes sobre la estrategia del Programa de Personas Mayores en relación con la COVID-19” para calibrar cómo estaban los ánimos. Los datos fueron reveladores. Un 73% de las personas mayores encuestadas manifestó la necesidad de volver al centro por lo que este le aporta, y un 63,4% afirmó que volvería al centro a pesar de un posible contagio. El centro es un punto de encuentro y de referencia para las personas que asisten habitualmente. No sólo por las actividades que desempeñan en él (para su bienestar físico y emocional), sino también porque en él sociabilizan con otras personas con las que pueden compartir vivencias.

Además, más de un 82% de la muestra compuesta por 2.935 personas aseguró experimentar una alta satisfacción con la vida, y más del 72%, un buen estado de salud. Estos datos contrarrestan con un mensaje que destaca lo negativo de las personas mayores, uno de los colectivos que más sufre los daños colaterales de esta pandemia. En esta línea, 8 de cada 10 personas entrevistadas aseguró tener miedo al futuro y un 97,5% de la muestra está preocupado por el futuro que deja a las generaciones jóvenes.

“La pandemia va a dejar secuelas en términos de salud psicológica, porque está aumentando el estrés psicológico, la depresión, la ansiedad… Por eso, necesitamos hacer frente a la misma, acompañar a las personas, buscar de forma conjunta una vida mejor”, concluye el Dr. Javier Yanguas.