Un artículo de Patricia Sánchez González,
Enfermera Especialista en Geriatría, Comisión Sociosanitaria CODEPA

Nuestra sociedad envejece y pese al impulso por la Organización Mundial de la Salud en desde los años 80 del enfoque de un envejecimiento activo, el aumento de la esperanza de vida viene acompañado de una mayor presencia de patología crónica y degenerativa. Esta pluripatología es un factor clave en la presencia de un alto porcentaje de ancianos polimedicados. Según diversos estudios el 11% de ancianos en la comunidad y entre el 30-,40% de los atendidos en los diferentes niveles asistenciales sociosanitarios geriátricos están polimedicados.

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La polimedicación constituye un riesgo evidente para la salud y la calidad de vida del anciano, asociándose a una mayor mortalidad y dependencia

Esta polimedicación constituye un riesgo evidente para la salud y la calidad de vida del anciano, asociándose a una mayor mortalidad y dependencia. Como demuestra la evidencia, el número total de fármacos es el principal factor asociado a la aparición de efectos adversos, interacciones, errores de medicación e incumplimiento, además de incrementar el riesgo de prescripción inapropiada, de hospitalización y de muerte. Siempre existe una relación inequívoca entre polimedicación y un mayor consumo de recursos sanitarios, sociales y económicos.

La polimedicación y sus consecuencias son consideradas como un problema prioritario de salud pública, favoreciendo el desarrollo e implantación de diferentes estrategias y protocolos de actuación para lograr un uso racional de los medicamentos, así como la creación de programas específicos de atención al anciano polimedicado.

Están basados en la revisión sistemática de tratamientos, la revisión del uso de fármacos, la educación sanitaria y la utilización de medidas de apoyo al cumplimiento terapéutico, para lograr una adecuación en la prescripción y una mejora en la adherencia.

En un contexto de cooperación interdisciplinar, la enfermera desempeña un papel clave, pivotando sobre ella buena parte de los programas implantados; la valoración integral del paciente, la evaluación e incremento de la adherencia a través de la educación sanitaria y el entrenamiento en habilidades. Las más exitosas son las que desarrollan múltiples intervenciones mantenidas en el tiempo.

La seguridad del paciente es un componente esencial de la calidad asistencial. Numerosos estudios a nivel nacional e internacional que han analizado el problema de los eventos adversos en la asistencia sanitaria, han constatado que un porcentaje importante de ellos estaban relacionados con errores de medicación, que existe una infranotificacióon y que un 35% de ellos son evitables.

El Ministerio de Sanidad, siguiendo las recomendaciones internacionales, desarrolla desde el año 2005, una estrategia de seguridad del paciente del Sistema Nacional de Salud (SNS), con el objeto de mejorar la seguridad del paciente en todos los niveles y ámbitos asistenciales del SNS, a través del cambio en la cultura de seguridad de los profesionales y la implementación de prácticas seguras, fundamentalmente en el ámbito sanitario.

En el ámbito sociosanitario, el estudio EARCAS determinó entre los riesgos más relevantes relacionados con la asistencia sociosanitaria, los acontecimientos adversos por medicación, identificando una mayor vulnerabilidad y las características clínicas y de dependencia de los pacientes, los fallos de comunicación y la formación y el entrenamiento de los profesionales como los factores contribuyentes de mayor peso.

Por ello la implantación de prácticas seguras en centros sociosanitarios es un reto, en el que los enfermeros debemos jugar un papel de liderazgo, promoviendo el desarrollo de una cultura de seguridad y prácticas seguras que favorezcan unos cuidados de calidad.

El problema de la polimedicación en el anciano y el desarrollo de la estrategia de seguridad del uso seguro de medicamentos, desde el punto de vista de la enfermería es una cuestión de cuidados, y la enfermería debe liderar las estrategias y programas existentes para su control.

A pesar del papel que los programas les confieren, son pocos los estudios relacionados con el paciente polimedicado y la implementación de prácticas seguras realizados por enfermeras. Ese es un reto que debe de abrir una línea futura de investigación en cuidados.