Un artículo de Isak Riu Purroy,
Terapeuta ocupacional del centro de día IMQ Igurco Etxaniz

La fragilidad es un síndrome geriátrico clínico caracterizado por una disminución de la capacidad de respuesta del organismo para responder al estrés. Ocurre como consecuencia del desgaste acumulado de los sistemas fisiológicos, suponiendo un mayor riesgo de sufrir efectos adversos para la salud.

Las caídas, además de constituir uno de los desenlaces adversos de la fragilidad, son una causa de discapacidad entre la población de adultos mayores. Se estima que el 30% de las personas mayores de 65 años y el 50% de las mayores de 80 tienen, al menos, una caída al año. Entre ellas, aproximadamente la mitad de los casos se vuelven a caer en el mismo año, por lo que la propia caída es un factor de riesgo para sufrir más caídas. Esto las convierte en una seria preocupación sanitaria y su prevención es un objetivo primordial en las políticas de salud.

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Las caídas, además de ser uno de los desenlaces adversos de la fragilidad, son una causa de discapacidad entre la población mayor

Causas y consecuencias de las caídas

Debemos evaluar las causas de las caídas, cuyos factores de riesgo pueden ser intrínsecos o extrínsecos, es decir, que dependen del entorno. Además de los daños asociados a la caída, consideraremos el impacto emocional que podría provocar, incluyendo el miedo a que vuelva a ocurrir. Este síndrome postcaída hace que disminuyan las actividades habituales, intensificando los factores intrínsecos que incrementan el riesgo de caídas y los recursos necesarios para su atención (cuidadores, ingresos, etc.).

Prevención de las caídas

Mediante un abordaje entre los profesionales de la salud y las personas de su entorno, el objetivo principal será conseguir la mejor movilidad posible, distinguiendo tres tipos de prevención.

  • La prevención primaria engloba actuaciones para disminuir el riesgo de caídas: la educación para la salud para prolongar la autonomía e independencia; la corrección de los factores de riesgo extrínsecos y la detección precoz de patologías que puedan alterar el equilibrio o la marcha.
  • Tras la caída, la prevención secundaria actúa sobre los factores que la han generado, para evitar que vuelva a suceder.
  • Si la caída hubiera producido alguna incapacidad, pasaremos a la prevención terciaria: rehabilitación y ayudas técnicas.


Intervención en la prevención de caídas

Desde la terapia ocupacional y la fisioterapia se proponen diversos enfoques de intervención: entrenamiento del equilibrio y de la marcha, ejercicio de fortalecimiento muscular, adaptaciones del domicilio y ayudas técnicas.

Gran parte de las caídas ocurren debido a factores extrínsecos, como barreras arquitectónicas en la vía pública, transporte y domicilio. Al ser el lugar donde la persona pasará la mayor parte de su tiempo, es en la vivienda donde es preciso realizar una propuesta de adaptación del entorno para subsanar los riesgos de caída entre los que destacan: desorden, mala iluminación, obstáculos y baño no adaptado.

Al realizar estas adaptaciones en el ambiente que rodea a la persona mayor conseguiremos prevenir situaciones peligrosas, aumentar la calidad de vida, evitar comportamientos problemáticos y disminuir la carga del cuidador.

Cómo adaptar el entorno

Tras la valoración exhaustiva del domicilio, teniendo en cuenta los aspectos funcionales y psicosociales de la persona, se iniciará una propuesta de adaptación personalizada intentando que sea económica, de fácil mantenimiento y que se base en los principios de seguridad y estabilidad.

Dentro del hogar, observaremos el suelo de toda la vivienda: hay que evitar obstáculos como alfombras o cables, suelos irregulares o resbaladizos y cambios de nivel. Prestaremos especial atención a la cocina y al baño, simplificando el espacio y dejando a mano los utensilios más usados. Es aconsejable que disponga de plato de ducha con barras de apoyo, asiento y firme antideslizante.

Se debe disponer de una buena iluminación en todas las estancias, con interruptores accesibles. También habrá que prestar atención al mobiliario, siendo estable y ajustable. Además, se tendrá en cuenta el acceso a la propia vivienda, que deberá tener pasamanos en las escaleras y en los lugares de tránsito y si fuera necesario, rampas de acceso y una adecuada señalización.

El calzado es muy importante en la prevención de caídas, por lo que deberá estar cerrado por la parte posterior, con suela antideslizante y se evitarán los tacones.