Victor José Pachón Corrales, Fisioterapueta

Un artículo de Víctor José Pachón Corrales,
Fisioterapeuta en Fundación Benéfica La Encarnación y San José

No cabe duda de que la fisioterapia es una de las ramas de la atención sanitaria que más interés despierta en las familias que institucionalizan o demandan atención domiciliaria para sus mayores. A pesar de ello sigue siendo en muchos aspectos una gran desconocida, salvo en contados casos en que la persona demandante ya haya tenido que “ponerse en nuestras manos” por algún motivo.

Estamos acostumbrados a pensar en la fisioterapia o el fisioterapeuta como el profesional que “va a poner a mi madre a andar” o “va a recuperar a mi abuelo de tal o cual lesión”, o “va a aliviar esos dolores recurrentes”. Esto se da incluso, en algunos casos, dentro de la propia profesión médica. Voy a intentar proporcionar al lector una visión más amplia a la vez que ajustada al trabajo que realizamos los fisioterapeutas dentro del campo geriátrico.

Como ya definiera la OMS en 1958 la fisioterapia es «El arte y la ciencia del tratamiento por medio del ejercicio terapéutico, calor, frío, luz, agua, masaje y electricidad. Además, la Fisioterapia incluye la ejecución de pruebas eléctricas y manuales para determinar el valor de la afectación y fuerza muscular, pruebas para determinar las capacidades funcionales, la amplitud del movimiento articular y medidas de la capacidad vital, así como ayudas diagnósticas para el control de la evolución».

geriatricarea fisioterapia
Dependiendo de cada persona, la merma de capacidades físicas puede empezar antes o después, y es algo que tarde o temprano nos ocurrirá a todos

Asimismo, la W.C.P.T. en 1987 añade “La Fisioterapia es el conjunto de métodos, actuaciones y técnicas que, mediante la aplicación de medios físicos, curan previenen, recuperan y adaptan a personas afectadas de disfunciones somáticas o a las que se desea mantener en un nivel adecuado de salud».

La principal característica del paciente mayor es la fragilidad que, por resumir, es un estado de merma de capacidades que hacen más susceptible al individuo a padecer limitaciones y/o patologías que deriven en una discapacidad. Esto es un aspecto muy importante y que aún necesita de más concienciación entre la población general; porque la fragilidad es prevenible en gran medida. Esta falta de calado se traduce en que las personas mayores o sus familias, reciben atención sanitaria cuando ya existe esta fragilidad; o directamente cuando ya ha derivado en grados de dependencia más o menos avanzados.

Como yo digo algunas veces en plan medio en serio medio en broma, “la fisioterapia geriátrica empieza a los 40 años”. Esto evidentemente es un decir, pero dependiendo de cada persona, la merma de capacidades físicas puede empezar antes o después; y es algo que tarde o temprano nos ocurrirá a todos. De lo anterior se deduce la importancia de la faceta preventiva de la fisioterapia, y la necesidad de implementar programas de prevención de la fragilidad independientemente de la edad, que puede ser incluso menos determinante que otros aspectos socio sanitarios de la persona.

Dicho lo anterior como introducción, ¿en qué aspectos de la salud geriátrica trabajamos los fisioterapeutas?. Todos más o menos conocemos su papel en el tratamiento de las patologías músculo esqueléticas, pero el organismo es un todo interrelacionado que va más allá de eso.

No olvidemos que la persona mayor ya institucionalizada o que recibe atención domiciliaria suele ser un paciente pluripatológico y polimedicalizado. Para no ser muy extenso voy a evitar enumerar pormenorizadamente los problemas de salud que habitualmente presenta la población mayor, y que afectan a multitud de sistemas del organismo.

A la ya mencionada fragilidad y limitaciones funcionales, se suman patologías que van desde las cardiovasculares y respiratorias hasta las neurológicas y metabólicas. A esto hay que añadir a que un gran porcentaje de estas personas pueden presentar diferentes grados de deterioro cognitivo. Tampoco hay que olvidar la frecuente existencia de dolor y alteraciones psicológicas como ansiedad o depresión.

Todo ello unido forma un círculo vicioso – causa efecto – que es necesario romper para evitar, en la medida de lo posible, mayores grados de dependencia o discapacidad. Por tanto, vamos a participar prácticamente en todos los ámbitos de la salud ya sea con carácter curativo, preventivo, de rehabilitación o paliativo.

¿Cómo actuamos los fisioterapeutas ante todo esto?. Primeramente es necesario conocer el historial del paciente y la información que nos pueda proporcionar la familia y los demás profesionales de la salud implicados (equipo multidisciplinar). Posteriormente la persona es entrevistada (dentro de lo que nos permita su estado cognitivo), evaluada y explorada. Es una evaluación más o menos compleja dependiendo de los problemas que presente el paciente. Usaremos pruebas y tests que luego nos permitan reevaluar la progresión del tratamiento.

Una vez hecho esto se implementan los objetivos y el tratamiento propiamente dicho. Por otro lado, se hace un programa de seguimiento. En este paso suele presentarse el problema añadido de adaptar las técnicas a personas que tienen afectadas sus capacidades cognitivas. Durante todo el proceso el fisioterapeuta estará en contacto con el resto del equipo (Médico, enfermero, psicólogo, auxiliares, etc).

El fisioterapeuta utilizará distintas técnicas siempre de acuerdo a la última evidencia científica. Aquí podemos encontrar al ejercicio terapéutico enfocado a cada patología, y que es nuestra arma principal. Con el podemos:

  • Mejorar la movilidad, fuerza y equilibrio del paciente.
  • Aumentamos su capacidad funcional y disminuimos, por ejemplo, el riesgo de caídas.
  • Podemos recuperarlos de lesiones agudas o crónicas.

Pero no hay que olvidar que con el ejercicio terapéutico actuamos también directamente sobre el sistema metabólico y fisiológico; lo cual es de suma importancia en multitud de procesos. Pacientes afectados de casi cualquier patología pueden beneficiarse de ello: respiratorios, cardiovasculares, oncológicos, diabéticos, neurológicos etc. Incluso hay bastante evidencia de la mejoría que supone en problemas psicológicos como la ansiedad y depresión; tan frecuentes en la población mayor.

Además del ejercicio, los fisioterapeutas usamos técnicas manuales con las que movilizamos diferentes tipos de tejidos o actuamos a nivel de SNC. Son muy utilizadas en patología músculo esquelética, dolor de origen mecánico y pacientes neurológicos. También es frecuente la presencia de edemas, ante los cuales trabajamos distintas técnicas de drenaje linfático.

Otro aspecto, desgraciadamente muy de actualidad en estos tiempos, es la patología respiratoria. Aquí el fisioterapeuta utiliza métodos y técnicas enfocadas (según el caso) a permeabilizar las vías, mejorar la biomecánica de la respiración, fortalecer la musculatura respiratoria y/o mejorar la tolerancia del paciente al esfuerzo físico.

La aplicación de agentes físicos (frío, calor, corrientes eléctricas, otros tipos de radiación electromagnética) también forman parte de nuestro arsenal terapéutico. Así como diferentes tipos de vendajes, férulas o uso de ayudas técnicas (andadores, bastones). En muchos casos también somos los encargados de implementar programas de cambios posturales, de movilización a encamados y participamos con el resto del equipo en la atención de las distintas urgencias que puedan surgir.

El fisioterapeuta que trabaja con personas mayores, en resumen:

  1. Buscará siempre la manera de mejorar el estado funcional del paciente.
  2. Tratará las patologías.
  3. Prevendrá la aparición de problemas derivados de ellas o de aspectos como la inmovilidad.

En resumidas cuentas, velará por que la persona en proceso de envejecimiento lo haga de una manera “fisiológica”, es decir; saludable física y mentalmente.

Me quedaría, por último, hacer mención a la gran labor investigadora y divulgativa de los últimos años. También al carácter vocacional que debe tener todo equipo que trabaja con la persona mayor. La formación continuada y capacidad de comunicación con familiares y pacientes es de fundamental importancia en este campo tan enriquecedor para el profesional implicado y motivado. Y quiero, como no; darle las gracias a mis “abuelas” de las cuales tanto aprendo a diario.

Sobre el autor
Víctor José Pachón Corrales es Fisioterapeuta de la Fundación Benéfica la Encarnación y San José, en Cája (Granada).
Colegiadoo 1231 por el I.CP.F.A
Trabaja desde hace 20 años en el campo de la geriatria y desde hace tres en el I.C.P.F.A, donde ha colaborado en varias ocaciones con la Vocalía de Mayores.
Web: www.colfisio.org
Twitter: @VPachn