Un artículo de Míriam Sorribas Cateura,
Neuropsicóloga, Coordinadora del Proyecto de Vida (CPV) Residencia y Centro de Día Sant Martí

Cuando hablamos de Grandes Síndromes Geriátricos entendemos que nos referimos a un conjunto de problemas de salud específicos de las personas mayores, caracterizados por la presencia de vulnerabilidades, suma de enfermedades y dependencias e incapacidades, que necesitan de un conocimiento exhaustivo para su interpretación y manejo.

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Los Síndromes Geriátricos son causantes de grandes cambios afectivos y manifestaciones conductuales “anormales” en el individuo

Por un lado, son la manifestación de síntomas, pero también son el principio de muchos otros problemas y constituyen un grupo de alteraciones muy heterogéneas teniendo en cuenta la importante variabilidad individual.

Isaacs B., geriatra reconocido, los describió y clasificó en 4 grandes síndromes: inestabilidad, incontinencia, inmovilidad e incompetencia intelectual. Actualmente, podríamos identificar algunos más, teniendo todos ellos en común que suelen ser la causa final de un impacto fuerte en la calidad de vida de la persona.

Aquello que, en alguna ocasión, hemos escuchado acerca de que “la vejez es en sí misma enfermedad” ha influenciado siempre en gerontología y, aunque “la salud del anciano se mide en términos de función” tal y como dice la OMS, no debemos olvidar que, a parte de la pérdida de funcionalidad, igual de determinante para la calidad de vida de la persona es su entorno y la propia fenomenología del individuo que determinará su manera de enfocarse frente a los cambios en esta etapa.

Por tanto, estos Síndromes Geriátricos serán los causantes, aunque no siempre en este orden, de grandes cambios afectivos y, consecuentemente, manifestaciones conductuales “anormales” en el individuo. Y es que no todas las disfunciones en las esferas vitales que engloban la salud se pueden medir en términos clínicos. Algunas de ellas son invisibles a los indicadores biomédicos y por ello infradiagnosticadas, pero sí son susceptibles de ser anunciadas mediante manifestaciones de problemas conductuales o disfuncionalidades en los aspectos más sociales del individuo.

La necesidad de un abordaje multidisciplinario donde la actitud y el entorno se ajusten gradualmente a las necesidades de la persona mayor va adquiriendo, a medida que pasa el tiempo, gran relevancia. Y por ello, la observación de los aspectos más cualitativos constituirá un indicador importante.