Un artículo de Núria March, Psicóloga en L’Onada Riudoms

Las personas con demencia pueden presentar síntomas psicológicos y conductuales (SPCD), que pueden aparecer en cualquier momento de la enfermedad. Algunos de los más frecuentes son: alteración del pensamiento, alucinaciones, agresividad, depresión, ansiedad, euforia, apatía, desinhibición, irritabilidad, hiperactividad motora, vocalizaciones repetidas, alteración del sueño y aumento o disminución del apetito.

En la mayoría de los casos, los SPCD aparecen como resultado de una interacción entre factores biológicos, psicológicos, sociales y ambientales, motivo por el cual su abordaje tiene que ser multidisciplinar y contemplar distintas áreas y factores.

El tratamiento no farmacológico, que será implementado por las personas cuidadoras o el equipo profesional, es clave para una adecuada intervención y para mejorar la calidad de vida de las personas con demencia.

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El tratamiento no farmacológico es clave para una adecuada intervención y para mejorar la calidad de vida de las personas con demencia

Una de las intervenciones básicas es asegurar un entorno adecuado, tranquilo, confortable, familiar y estimulante, evitando la sobreestimulación y aquellos estímulos que puedan actuar como desencadenantes. Si usamos la música de forma adecuada, nos puede ser de gran ayuda para mejorar el ambiente. Además, las investigaciones sugieren que la terapia musical puede proporcionar beneficios emocionales y conductuales en personas con demencia.

La forma en que nos acercamos, como nos comunicamos a nivel verbal y no verbal, nuestra mirada, nuestra posición corporal, así como el tono de voz que usamos, tienen un papel muy importante en la prevención y gestión de estos síntomas.

Tom Kitwood (1992) señaló que, para comprender los comportamientos de una persona, a parte de los factores neurobiológicos, también es fundamental conocer su historia de vida, sus rasgos de personalidad y las características del entorno en el que se encuentra.

Por lo tanto, es de suma importancia entender que detrás de cada conducta, existen unas emociones y unas necesidades que necesitan ser cubiertas. Estas necesidades no sólo son de tipo fisiológico, sinó que a menudo son psicológicas o sociales. Las cinco necesidades que se identifican desde el Modelo de la Atención Centrada en la Persona (ACP) son: confort, identidad, apego, ocupación e inclusión.

Así pues, por ejemplo, frente a una persona que presenta un episodio de agitación, es importante plantearse: ¿Qué emoción predomina? ¿Qué necesita en este momento? ¿Está enfadada? Quizá detectemos, por ejemplo, que está experimentando miedo. En este caso, vamos a implementar pautas y medidas para promover su sensación de seguridad y acompañarle en la vivencia de la emoción, favoreciendo que pueda expresarse en un contexto seguro y en el que reciba escucha activa.

Un método que nos permite realizar este acompañamiento emocional y favorecer la comunicación con las personas mayores desorientadas, es el Método de Validación, fundado por Naomi Feil.

Basándonos en la Validación, estableciendo una relación empática, creando un clima de confianza, sin juzgar, podemos favorecer la expresión de emociones a nivel de comunicación verbal y no verbal y, así, poder explorar la realidad de la persona mayor desorientada, acompañándola en la posible resolución de temas vitales que no han podido ser resueltos con anterioridad.

Otra herramienta que resulta muy útil es el Dementia Care Mapping (DCM). El DCM es un instrumento de observación y valoración de la calidad asistencial. A partir de las observaciones intensivas durante un número específico de horas, se obtienen unos resultados representados gráficamente en forma de mapa, y que permiten establecer una asociación entre conductas y el estado emocional e implicación de la persona con demencia mientras realiza dichas conductas. Con esta información, podemos crear un programa de atención individualizada (PAI) aportando una mayor calidad.

Desde L’Onada Serveis apostamos para intervenir a nivel no farmacológico en los SPCD, y para esto es necesario trabajar desde el modelo de la ACP, entendiendo que cada persona es única. Es fundamental que contemos con información personalizada: ¿Cómo es esa persona? ¿Qué rasgos de personalidad tiene? ¿Cuál es su biografía? ¿Qué traumas ha sufrido? ¿Qué le gusta? ¿Qué estímulos no le gustan?

También tendremos que estar muy atentos para detectar cuáles son las necesidades y las emociones que subyacen a las conductas o síntomas que queremos tratar, para poder realizar las acciones necesarias para acompañar las emociones experimentadas, así como para adoptar medidas que permitan satisfacer las necesidades detectadas.

Referencias bibliográficas:

Olazarán-Rodríguez, A. Agüera-Ortiz, L. Muñiz-Schwochert, R. (2012).. Síntomas psicológicos y conductuales de la demencia: prevención, diagnóstico y tratamiento. Revista Neurología, 55 (10), 598-608. Disponible en: https://www.mariawolff.org/_pdf/olazaran.pdf

Vila-Miravent, J. Villar, F. Celdrán, M. Fernández, E. (2012). Aloma, 30(1), 109-117. Disponible en: http://www.revistaaloma.net/index.php/aloma/article/view/147.

Asociación Relay. (2020). Asociación Relay. https://asociacionrelay.org/