Un artículo de Paula González Díaz, estudiante del Máster en Psicología General Sanitaria en la Universidad de Salamanca,
supervisado por Carlota Sáenz de Urturi Gómez-Centurión, Neuropsicóloga Cognitiva Unidad de Memoria Chamartín

A lo largo del proceso vital se observa cómo las capacidades cognitivas van sufriendo modificaciones. Al envejecer se van consolidando aprendizajes y estrategias que permiten solucionar situaciones complejas a lo largo de la vida, pero también se observan una serie de cambios en las capacidades que podrán provocar limitaciones en el día a día.

Percibir ciertos despistes o pérdidas de memoria que no se tenían anteriormente puede ser prueba de ello, al igual que advertir una menor capacidad para sostener la atención en el tiempo o que el lenguaje se vea menos fluido y más limitado.

Por consiguiente, resulta esencial construir hábitos que permitan estimular y entrenar estas capacidades, generando nuevas estrategias compensatorias ante estas pérdidas que pueden surgir durante la vejez. Es importante señalar la gran amplitud de diferencias existentes en cada proceso individual de envejecimiento. Este es heterogéneo y amplio tanto en su origen como en su desarrollo pero, para facilitar su comprensión e intervención, se clasifica en dos categorías: el envejecimiento no patológico y el patológico.

Geriatricarea, envejecimiento no patológico
Sesión de estimulación cognitiva de carácter preventivo con personas mayores sin patología en Cognitiva Chamartín

¿Qué es el envejecimiento patológico?

El envejecimiento no patológico implica que la persona no ha desarrollado ningún tipo de enfermedad, alteración o condición que limite su funcionalidad ni afecte a su calidad de vida de una manera significativa, es decir, se pueden haber desarrollado algunas dificultades nuevas que no llegan a amenazar la autonomía ni reducir de manera drástica la actividad y desempeño en las distintas áreas de la vida.

En cambio, el envejecimiento patológico surge cuando se detecta un deterioro más característico o significativo en determinadas capacidades o funciones de la salud física y/o mental de la persona. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, cuando aparece deterioro cognitivo leve (DCL) o, en casos más graves de demencia, con enfermedades degenerativas como la enfermedad de Alzheimer, entre otras.

Esto no supone la ausencia de cambios naturales durante el envejecimiento ni la falta total de riesgo a desarrollar alteraciones en un futuro. De hecho, se ha comprobado que durante este proceso no patológico también ocurren una serie de cambios cognitivos en distintas áreas. Se señalan mayores declinaciones en la memoria episódica, la fluidez semántica, la inteligencia o las habilidades visoespaciales, así como se observan algunos cambios en la memoria de trabajo y la atención selectiva (Ventura, 2004). Esto puede implicar una serie de modificaciones en la rutina de la persona, pero que no incluyen necesariamente un malestar o una dificultad a nivel clínico.

¿Cómo se puede actuar frente a este pronóstico?

Aunque pueda percibirse como un destino escrito, hay un abanico de recursos y medios disponibles para hacer frente a este momento de la manera más favorable posible. Llevando a cabo un estilo de vida que impulse la estimulación de las capacidades, se conduce hacia un envejecimiento activo y preventivo que permita potenciar el bienestar personal.

Es por ello que, durante un momento crítico de la vida como la jubilación, resulta fructífero instaurar una serie de actividades y ejercicios diarios que promuevan estas prácticas, como pueden ser aquellos planteados por grupos sociales o en programas de envejecimiento saludable.

Además de hábitos que se pueden introducir en la rutina diaria, existen intervenciones profesionales como medida preventiva ante la posible aparición de pérdidas cognitivas, evitando su evolución y cuidando las capacidades aún preservadas para que no se intensifique el detrimento de las mismas.

Entre ellas, destaca la estimulación cognitiva, que tiene como objetivo el mantenimiento de las habilidades cognitivas conservadas para tratar de proteger la autonomía de la persona, generando estímulos que potencien la actividad y el razonamiento. Asimismo, mediante su metodología grupal ofrece el fortalecimiento de las habilidades interpersonales de los usuarios (Madrigal, 2007). A través del carácter preventivo de este tipo de intervenciones se potencia el mantenimiento de determinadas capacidades como la atención, el lenguaje, la memoria, el cálculo, la planificación o el razonamiento, entre otras.



La reserva cognitiva

Algunos estudios sugieren que la reserva cognitiva que se genera a lo largo de la vida se asocia con una menor probabilidad de presentar alteraciones neuropatológicas. Se entiende reserva cognitiva como la capacidad del cerebro de adaptarse y/o tolerar los cambios generados en el proceso de envejecimiento o por un proceso neuropatológico, contribuyendo a disminuir o demorar sus manifestaciones clínicas (Sánchez Cabaco et al., 2018).

También se puede entender como la capacidad de la persona de recurrir a recursos cognitivos o redes neurales alternativas o compensatorias para llevar a cabo el desempeño de una tarea de forma óptima (Carrasco Calzada et al., 2017). A la hora de generar estas estrategias compensatorias hay que tener en cuenta una variedad de factores como el nivel de escolaridad o de actividad intelectual.

En consecuencia, el nivel de actividad cognitiva de una persona puede implicar una gran diferencia en el curso de su envejecimiento, encontrándose más favorable cuanto mayor estimulación de sus capacidades lleve a cabo en su día a día.

Otro tipo de aspectos que pueden ralentizar o moderar el deterioro propio del envejecimiento se basan en contar con una red de apoyo social estable que permita potenciar el bienestar emocional, al igual que la realización de actividades placenteras para la persona, tratando de llevar a cabo hábitos que promuevan la actividad tanto física como mental.

Por lo tanto, resulta beneficioso actuar premeditadamente y plantear este tipo de hábitos y ejercicios para comenzar a cuidar y potenciar la cognición previo a la aparición de los déficits o dificultades, preparando al individuo ante esta etapa a través de la búsqueda de su bienestar y autonomía.

A raíz del envejecimiento general que se está produciendo en la población mundial, con la puesta en marcha de intervenciones como la estimulación cognitiva no se estará mejorando únicamente la salud individual de las personas, sino que se logrará un mayor bienestar a nivel social.

La Organización Mundial de la Salud (2022) prevé que, entre 2020 y 2050, se habrá triplicado el número de personas con 80 años o más, así que resulta inevitable instaurar medidas y pautas que faciliten el desarrollo autónomo de una población mucho más envejecida. De esta forma se puede tratar de reducir el nivel de dependencia de las personas en esta etapa, generando una sociedad mucho más activa y autónoma.

Referencias

Carrasco Calzada, A., Barahona Esteban, M.N., Sánchez Cabaco, A. y Fernández Mateos, L.M. (2017). El papel de la reserva cognitiva en el proceso de envejecimiento. Revista De Psicología (Trujillo), 19(1), 159–192. Recuperado de https://revistas.ucv.edu.pe/index.php/revpsi/article/view/361

Madrigal, M.J. (2007). La estimulación cognitiva en personas adultas mayores. Revista Cúpula, 4-14. Recuperado de https://mundoasistencial.com/documentacion/guias-estimulacion-cognitiva/estimulacion-cognitiva-personas-adultas-mayores.pdf

Sánchez Cabaco, A., Fernández Mateos, L.M., Villasan Rueda, A. y Carrasco Calzada, A. (2018). Envejecimiento activo y reserva cognitiva: guía para la evaluación y la estimulación. Studia Zamorensia (segunda etapa), 16, 195-204. Recuperado de https://revistas.uned.es/index.php/studiazamo/article/view/20782

Organización Mundial de la Salud (1 de octubre de 2022). Envejecimiento y salud. Recuperado de https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/ageing-and-health.

Ventura, R. (2004). Deterioro cognitivo en el envejecimiento normal. Revista de psiquiatría y salud mental Hermilio Valdizan, 5(2), 17-25. Recuperado de http://www.hhv.gob.pe/wp-content/uploads/Revista/2004/II/2-DETERIORO_COGNITIVO.pdf