Un artículo de Glenda Anahí Rodríguez Palafox,
Licenciada en Fisioterapia y Maestra en Gerontología

El deterioro cognitivo leve se considera un síndrome que presenta una disminución cognitiva mayor a la esperada para la edad y el nivel educativo de la persona y no interfiere de manera notable en la realización de las actividades de la vida diaria; se distingue de la demencia ya que en ella los déficits cognitivos son graves y generalizados provocando un efecto negativo en la realización de las funciones diarias de la persona que lo padece. Las personas que padecen deterioro cognitivo leve se encuentran en un alto riesgo de progresión a la demencia, particularmente de la enfermedad de Alzheimer (Gauthier et al., 2016).

La Organización Mundial de la Salud [OMS] (2020) calcula que entre un 5% y un 8% de la población general de 60 años o más sufre demencia en un determinado momento y se prevé que el número total de personas con demencia alcance los 82 millones en 2030 y 152 millones en 2050.

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Las consecuencias de los trastornos del sueño para la salud del cerebro son múltiples, incluyendo el deterioro cognitivo

Debido a estos alarmantes datos sobre la prevalencia e incidencia de la demencia, la Asamblea Mundial de la Salud realizó en el año 2017 el Plan de Acción Mundial sobre la Respuesta de Salud Pública a la demencia 2017-2025 en el cual urgen a los países a poner en marcha estrategias y acciones concretas en el ámbito de la salud pública para reducir el riesgo de deterioro cognitivo y demencia en su población.

Entre sus directrices y recomendaciones establecen las siguientes intervenciones: nutricionales, cognitivas, promoción de la actividad física, cese del consumo del tabaco, cese del consumo de alcohol, actividad social, manejo del peso, manejo de la hipertensión, manejo de la diabetes, manejo de la dislipidemia, manejo de la depresión y manejo de la hipoacusia (Organización Panamericana de la Salud [OPS], 2020).

Solfrizzi et al. (2004) mencionan en su investigación la urgente necesidad de identificar factores de riesgo modificables para las etapas preclínicas de transición de deterioro cognitivo leve a demencia ya que existe una alta tasa de conversión a demencia, se ha informado que es del 12%, 20% y 50% a 1, 3 y 5 años, respectivamente.

Existe un factor de riesgo modificable que ha sido invisibilizado a pesar de que ya hay evidencia previa de su prevalencia en los adultos mayores con y sin deterioro cognitivo leve: los trastornos del sueño.

Los trastornos del sueño prevalecen en los adultos mayores, con evidencia epidemiológica que sugiere que más del 50% de ellos sufren uno de varios trastornos del sueño (Dzierzewski, Rodriguez Tapia & Alessi, 2017).

Da Silva (2015) realizó una revisión sistemática de estudios para definir la prevalencia de los trastornos del sueño entre personas con deterioro cognitivo leve y personas con una cognición normal, encontrando que dichos trastornos son más comunes en personas con deterioro cognitivo con un 18,3–45,5 % que en la población normal con un 10,9-23,3%. Es importante resaltar que la alteración del sueño es frecuente y puede ser predictivo del declive cognitivo en personas mayores y en aquellos con trastornos neurodegenerativos.

Dicha etapa de transición en la que el paciente atraviesa por el deterioro cognitivo leve se debe considerar crucial para realizar intervenciones adecuadas de prevención y así evitar a medida de lo posible la presencia de demencia; es fundamental también identificar de manera temprana y oportuna los problemas del sueño en pro de la preservación cognitiva de los adultos mayores, padezcan o no deterioro cognitivo ya que, según datos de Dzierzewski, Dautovich y Ravyts (2017) las consecuencias de los trastornos del sueño para la salud del cerebro son múltiples, incluyendo el deterioro cognitivo a corto plazo y el deterioro cognitivo longitudinal.

Suh et al. (2018) realizaron un estudio longitudinal con cuatro años de seguimiento con adultos mayores en China, encontrando como resultado de su investigación que la alteración del sueño duplicó el riesgo de deterioro cognitivo en adultos mayores sanos que viven en la comunidad y redujo la probabilidad de reversión a la cognición normal en un 31% en aquellos con deterioro cognitivo leve, por lo que concluyen que los trastornos del sueño son un fuerte factor de riesgo de deterioro cognitivo.

McKinnon et al. (2014) sugieren que las intervenciones que abordan la depresión, la cognición y el uso de sustancias y medicamentos pueden mejorar la calidad del sueño en el deterioro cognitivo leve, por lo que se debe considerar que en cada área de la salud desde su especialidad puede contribuir al tratamiento de los trastornos del sueño.

Retomando las directrices del Plan de Acción Mundial sobre la Respuesta de Salud Pública a la Demencia, encontramos que a pesar de que existe evidencia suficiente respecto a los trastornos de sueño y su rol como factor de riesgo para el deterioro cognitivo, se le ignoró en este plan que se ha compartido como una guía sumamente relevante a nivel mundial para hacer frente a la demencia y a todas sus implicaciones en el sector salud, político, social y económico de cada país.

Es importante instar al ámbito de la salud a tomar en cuenta los trastornos del sueño en los adultos mayores como un problema de salud que repercute en sus procesos cognitivos y en su vida diaria, por lo que hay que agregarlos a las valoraciones clínicas que se realizan a los pacientes, darles seguimiento y derivar para su correcto tratamiento y de esta manera, sumar a la prevención de deterioro cognitivo y demencia de los adultos mayores.

Referencias bibliográficas:

Dzierzewski, J.M., Dautovich, N., Ravyts, S. (2017). Sleep and cognition in older adults. Sleep Medicine Clinics. 2017 doi: 10.1016/j.jsmc.2017.09.009.

Dzierzewski, J.M., Rodriguez Tapia, J.C., Alessi, C.A. (2017). Synopsis of geriatric sleep disorders. In: Avidan AY, editor. Review of sleep medicine. 4. Philadelphia, PA: Elsevier; 2017. pp. 373–385. 

Gauthier, S., Reisberg, B., Zaudig, M., Petersen, R. C., Ritchie, K., Broich, K., Belleville, S., Brodaty, H., Bennett, D., Chertkow, H., Cummings, J. L., de Leon, M., Feldman, H., Ganguli, M., Hampel, H., Scheltens, P., Tierney, M. C., Whitehouse, P., Winblad, B., & International Psychogeriatric Association Expert Conference on mild cognitive impairment (2006). Mild cognitive impairment. Lancet (London, England), 367(9518), 1262–1270. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(06)68542-5

McKinnon, A., Terpening, Z., Hickie, I. B., Batchelor, J., Grunstein, R., Lewis, S. J., & Naismith, S. L. (2014). Prevalence and predictors of poor sleep quality in mild cognitive impairment. Journal of geriatric psychiatry and neurology, 27(3), 204–211. https://doi.org/10.1177/0891988714527516

Organización Mundial de la Salud. (2020). Demencia. Recuperado de: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/dementia

Organización Panamericana de la Salud. (2020). Directrices de la OMS para la reducción de los riesgos de deterioro cognitivo y demencia. Washington, D.C.: Organización Panamericana de la Salud; 2020.

Licencia: CC BY-NC-SA 3.0 IGO.

Solfrizzi, V., Panza, F., Colacicco, A.M., D’introno, A., Capurso, C., Torres, F., et al., (2004). Vascular risk factors, incidence of MCI, and rates of progression to dementia. Neurology. 63 (10), 1882–1891.

Suh, S.W.; Han, J.W.; Lee, J.R.; Byun, S.; Kwon, S.J.; Oh, S.H.; Lee, K.H.; Han, G.; Hong, J.W.; Kwak, K.P.; et al. (2018). Sleep and cognitive decline: A prospective nondemented elderly cohort study. Ann. Neurol. 2018, 83, 472–482.

Sobre la autora

Glenda Anahí Rodríguez Palafox es mexicana, Licenciada en Fisioterapia por la Universidad del Valle de México campus Zapopan y Maestra en Gerontología por la Universidad de Guadalajara. Actualmente me desempeño como docente Universitario y trabajo de manera particular en la práctica clínica de la fisioterapia.

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