/p>La falta de movimiento en las personas institucionalizadas en centros geriátricos puede provocar problemas tales como la disminución de la fuerza y tono muscular, aumento del riesgo de infecciones, problemas respiratorios o aumento de la osteoporosis, entre otros.
Para prevenir la aparición de estos problemas, es fundamental asegurar una movilidad adecuada y el mantenimiento de posturas correctas, aunque gran parte de los ancianos residentes se encuentran en una etapa en la que es complicado obtener una mejora significativa.
geriatricarea movilidad
La actividad física incrementa considerablemente el nivel de motivación y autoestima del residente

Para Carmen Morales Ramos, enfermera y responsable higiénico-sanitaria del centro Reig – La Garriga, integrado en La Vostra Llar, “de 16 residentes que realizan de forma continuada la actividad de la psicomotricidad, 13 de ellos todavía mantiene o mejora la movilidad. Luego, tenemos en los centros a un 81,25% de personas que participan y notan el mantenimiento, y en algunos casos, mejoría de sus facultades físicas, evaluadas en fuerza muscular y recorrido articular. Para nosotros, ya es un hito importante que gran parte de nuestros residentes pueda preservar su movilidad, pues como hemos comentado, resulta difícil lograr una recuperación del 100% en la edad en la que se encuentran”.
Ante la llegada de un nuevo residente, una de las primeras valoraciones que se llevan a cabo en los centros La Vostra Llar es la evaluación de la fisioterapeuta. A partir de entonces, se estima si es necesaria la intervención, sobre todo, en aquellas personas que han sufrido alguna caída o están afectadas por un deterioro funcional.
En los centros se efectúan diversos tipos de intervención que trabajan aspectos cognitivos y físicos. Tanto la educadora social, el terapeuta ocupacional, la psicóloga así como la fisioterapeuta se ocupan de estas dos vertientes de la intervención terapéutica.
“En nuestros centros se emplean diferentes tipos de intervención, desde la individual, como por ejemplo las movilizaciones pasivas o las activo-asistidas (en esta última el residente colabora en la rehabilitación) y ayuda a la deambulación (con andador, paralelas), hasta las de nivel grupal, en las que se trabaja la actividad física, mediante la psicomotricidad, donde se colocan todos los participantes en círculo y realizan una serie de ejercicios donde se trabaja con los brazos, piernas, tronco y cabeza”.
Según explican desde esta residencia, esta mejoría no sólo se da gracias a la constante actividad física, sino que también existen otros factores como los sociales, psicológicos, emocionales y funcionales, como poder hacer una actividad en grupo, que incrementa considerablemente el nivel de motivación y autoestima del residente, además de percibir que les es beneficioso para su salud.