Publicamos un nuevo artículo sobre nutrición y personas mayores extraído de la Guía de Alimentación para Personas Mayores editada por el Instituto Danone. En esta ocasión, Consuelo López Nomdedeu y Pilar Cervera Ral nos ofrecen recomendaciones generales sobre alimentación de las personas mayores y consejos para promover una alimentación saludable

Recomendaciones generales y consejos para promover una alimentación saludable en los mayores

Consuelo López Nomdedeu, Profesora de la Escuela Nacional de Sanidad. Instituto de Salud Carlos III de Madrid
Pilar Cervera Ral, Dietista-Nutricionista. Profesora Titular de Escuela Universitaria (TEU) de Nutrición y Dietética en la Escuela Universitaria de Enfermería de la Universidad de Barcelona

Geriatricarea alimentación saludable Instituto DanoneRecomendaciones generales en torno a la alimentación de las personas mayores

La alimentación de las personas mayores va más allá de la propia ingesta de alimentos, ha de ser un vehículo para nutrirles, mantenerles bien física y psíquicamente, y también para proporcionarles placer y distracción, a veces la única que puede tener.
Por ello, al mencionar las necesidades nutritivas y los alimentos que las pueden cubrir, valoramos una serie de factores tanto o más importantes que la propia alimentación:

  1. Los hábitos alimentarios adquiridos a lo largo de la vida, con el fin de no cambiarlos si no existe una patología que lo justifique.
  2. El estado emocional y la salud mental son elementos determinantes en esta etapa para asumir las recomendaciones dietéticas y de cualquier tipo que se sugieran.
  3. La capacidad de hacer vida social. Comer solo suele ser sinónimo de comer mal o hacer comidas desequilibradas.
  4. Grado de actividad. Luchar contra el sedentarismo mejora la evacuación, los niveles cálcicos y proteicos y estimula el apetito de los ancianos anoréxicos.
  5. Peso. Es necesario vigilar los cambios de peso involuntarios. El sobrepeso puede ser responsable de diversos problemas en las persona mayores. Evitar la obesidad que puede ocasionar problemas de movilidad entre otros; en el caso de que ya exista, se propone una pérdida de peso moderada para evitar la sarcopenia
  6. Digestión. Proponer comidas de fácil digestibilidad para mejorar la capacidad de absorción de los nutrientes.
  7. Apetito. Debe mantenerse para que la ingesta sea la adecuada. Hay que buscar alicientes para estimularlo, por ejemplo, gran variedad de menús, presentación atractiva, comidas no muy abundantes pero sí bien repartidas, ambiente agradable… Por el contrario, si el apetito es exagerado (a veces a causa del aburrimiento), las distracciones pueden colaborar a paliarlo.
  8. Dentadura. Debe mantenerse en buenas condiciones higiénicas y mecánicas. Cuando existan problemas dentarios y/o de deglución, puede recurrirse al cambio de consistencia de la alimentación, semiblanda, blanda o triturada, según convenga en cada caso.
  9. Insomnio. Se combatirá mediante la actividad física y la terapia ocupacional. A veces, una infusión o alguna bebida caliente antes de acostarse ayudan a conciliar el sueño, evitando los fármacos. Deben controlarse las bebidas estimulantes.
  10. Por último, es preciso valorar las posibilidades de enfermedades reales o potenciales y el estado de salud en general al hacer recomendaciones alimentarias a este grupo de población.
  11. Dietas especiales. Cuando existan patologías que requieran tratamiento dietoterápico, se deberán seguir las pautas establecidas prestando especial atención a los siguientes puntos:

– No son convenientes pautas alimentarias hiposódicas estrictas, ya que pueden producir deshidratación.
– Las dietas hiperproteicas se indicarán solo en situaciones clínicas muy concretas, ya que pueden producir sobrecarga de trabajo a un riñón envejecido y aumentar la calciuria.
– En caso de dietas modificadas en textura, es conveniente mantener en ellas los valores nutritivos recomendados, así como una buena variedad, cuidar la presentación y evitar la monotonía en los alimentos y el tipo de cocciones.

Consejos para promover una alimentación saludable en las personas mayores
  1. Recomendar tres comidas completas como mínimo al día, o bien repartir los alimentos en pequeñas cantidades a lo largo del día.
  2. Promocionar el consumo variado de alimentos de cada uno de los distintos grupos de la pirámide alimentaria.
  3. Aconsejar el consumo diario de frutas, verduras y hortalizas frescas.
  4. Proponer el consumo de legumbres más de una vez por semana, cuidando las formas culinarias.
  5. Recordar la importancia de alternar el consumo de carnes con el de pescado y huevos.
  6. Aconsejar beber varias veces al día, aunque no se sienta sed.
  7. Sugerir un consumo prudente de azúcar, miel, productos azucarados, bollería y pastelería.
  8. Ofrecer variación en las técnicas de cocción y condimentación de alimentos y platos.
  9. Potenciar el sabor de los alimentos con hierbas aromáticas.
  10. Limitar el consumo de bebidas refrescantes y moderar el consumo de bebidas alcohólicas.
  11. Aconsejar tomar el aire y la exposición moderada a los rayos solares, así como fomentar cierto grado de actividad físi ca (pasear, subir escaleras, bailar, nadar, etc.).
  12. Evitar proponer pautas dietéticas muy estrictas.

Cabe aquí poner de manifiesto que una alimentación adecuada durante la vida adulta es la mejor manera de preparar el envejecimiento y prevenir y/o retrasar la aparición de trastornos y patologías tales como: la osteoporosis, la sarcopenia, las desnutriciones de diversos grados, el sobrepeso y la obesidad, la hipertensión, las dislipemías y las disminuciones y demencias. Las patologías que se presentan en la vejez son la expresión de la “historia dietética” del individuo a lo largo de las distintas etapas de su vida.