/p>>Un artículo de Carlos Martín Lorenzo, Geriatra,
Director Médico del Centro Sociosanitario Hermanas Hospitalarias de Palencia

La forma idiopática de la enfermedad de Parkinson es una de las enfermedades neurológicas más frecuentes, caracterizada histológicamente por la pérdida de células pigmentadas en la sustancia negra y en otros núcleos pigmentados del tronco cerebral, que provoca un déficit de dopamina responsable de los síntomas clásicos de esta enfermedad: temblor, rigidez y acinesia. Afecta por igual a hombres y mujeres y la edad media de inicio son los 65 años, aumentando su prevalencia con la edad.

geriatricarea Parkinson
Las alteraciones en el funcionamiento cognitivo son frecuentes en la enfermedad de Parkinson, incluso en ausencia de demencia

Las alteraciones en el funcionamiento cognitivo son frecuentes en la enfermedad de Parkinson, incluso en ausencia de demencia. En personas con Parkinson que tienen un buen nivel de funcionamiento se presentan fallos cognitivos, como la sensación subjetiva de pérdida de memoria y el enlentecimiento del pensamiento, aunque en la mayoría de estos casos no se observa progresión hacia la demencia. Un factor predictivo de evolución hacia demencia es el deterioro en los test de fluidez verbal.
El riesgo de demencia en la enfermedad de Parkinson es superior al que presentan personas de la misma edad sin esta enfermedad. Las cifras de prevalencia de la demencia asociada a enfermedad de Parkinson oscilan entre el 15 y 20%. Los factores de riesgo para desarrollar demencia en la enfermedad de Parkinson son la edad avanzada, el comienzo tardío de la enfermedad y la gravedad de la sintomatología motora, la depresión, la mala respuesta a la L-Dopa y la presencia de efectos secundarios neuropsiquiátricos de la medicación, como confusión y delirio.
La demencia de tipo Alzheimer y la asociada a la enfermedad de Parkinson son entidades clínicas diferentes, aunque en algunos casos pueden coexistir. La demencia asociada a la enfermedad de Parkinson, clínicamente se caracteriza por un predominio de las alteraciones en las funciones ejecutivas frontales (iniciar respuestas, planificación…), en las habilidades visuoespaciales, en la fluidez verbal, en la capacidad de atención y en la memoria de recuerdo libre, pudiendo estar preservada la memoria de recuerdo diferido.
La depresión se asocia con frecuencia (45%) a la enfermedad de Parkinson, dificultando el diagnóstico de demencia en sus etapas iniciales. Los signos parkinsonianos se pueden presentar en otros tipos de demencia, como la asociada a los cuerpos de Lewy, caracterizándose por una baja respuesta a la L-Dopa. La demencia en la enfermedad de Parkinson dificulta el manejo farmacológico, aumenta la morbimortalidad y desencadena una desadaptación sociofamiliar, por lo que su detección precoz permite prevenir estos factores.
No existe un tratamiento específico de la demencia asociada a la enfermedad de Parkinson, ni el tratamiento específico de la enfermedad parece prevenirla, aunque los anticolinesterásicos pueden tener un efecto favorable en el retraso de la progresión del deterioro cognitivo. Debe evitarse el uso de fármacos anticolinérgicos que empeoran la función cognitiva. El tratamiento no-farmacológico se basa en terapia física y de estimulación cognitiva.