Envejecer viviendo en soledad constituye una conquista social asociada al incremento de la longevidad pero resulta alarmante el incremento imparable de personas muy mayores que viven solas, lo que está generando una preocupación creciente entre los poderes públicos y la iniciativa social, tal y como desatacó la presidenta de la Fundación Amigos de los Mayores, Mayte Sancho, durante su intervención en la I Jornada ‘Ciudadanía y vejez en Galicia: el voluntariado y las personas mayores. Oportunidades y sinergias’, organizaron por la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría (SGXX) y Amigos dos Maiores.

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En España en torno a 1.854.000 personas mayores viven solas, y de ellas más de 7 de cada 10 son mujeres

La presidenta de la Fundación Amigos de los Mayores subrayó que “en torno a 1.854.000 personas mayores viven solas en nuestro país y, de ellas, más de 7 de cada 10 son mujeres”, destacando que “a pesar de dichos logros, cuando la vejez avanza, los riesgos derivados de la soledad también”.
De hecho, indicó de que, “los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (2015 ) informan de la existencia de 368.400 personas de 85 y más años que están solas”. En ese sentido, advirtió que “la investigación demuestra que la combinación soledad y falta de red social con edad avanzada, enfermedad, barreras arquitectónicas en el domicilio y entorno, bajos ingresos y género femenino tienen consecuencias negativas para la salud y el bienestar y puede conducir a situaciones de aislamiento social, concepto diferente al de soledad”.

No obstante también es cierto que “vivir en soledad en España tiene algunas ventajas: la mayoría de las personas mayores tiene contacto telefónico o personal con algún hijo o hija cercano al menos dos veces a la semana. En definitiva, conservamos una potente red de protección social invisible que acompaña a muchas personas que, aun viviendo solas, no se sienten aisladas”, como señaló Sancho.

Pero pese a ello, “el incremento imparable de personas muy mayores que viven solas, está generando una preocupación creciente entre los poderes públicos y la iniciativa social, que empiezan a poner en marcha proyectos y programas para favorecer la creación de redes sociales y de acompañamiento a estas personas. Amigos de los mayores es un buen ejemplo de este tipo de inicitivas”.

Asimismo destacó que empiezan a surgir intervenciones en el ámbito de la prevención relacionadas con la gestión de la soledad: “las personas que envejecen, pueden poner en marcha diversas acciones para vivir con autonomía e independencia, disfrutando de la soledad y evitando el aislamiento social. Cuidar y mantener un buen estado de salud, acondicionar la casa, establecer nuevas relaciones sociales, interesarse por actividades en la comunidad son algunas de ellas. Y como no, saber pedir ayuda cuando se necesita”.

Y es que los datos son concluyentes: en menos de 50 años 1 de cada 3 españoles tendrá 65 o más años (el 34,6% de la población en 2066 según proyecciones del INE). Hoy este colectivo ya representa casi un 20% de toda la población y supera al segmento de los menores de edad. Este envejecimiento irá acompañado del aumento de la tasa de dependencia y de problemas como la soledad no deseada, factor de riesgo para la salud física y mental.

Tal y como recalca la presidenta de Fundación Amigos de los Mayores, la soledad no es una enfermedad, pero necesitamos disponer de herramientas de intervenciones adecuadas para que no llegue a serlo. Y como no de voluntad política y social para paliar esta compleja situación”.

En este sentido, desde esta Fundación se indica que el voluntariado, además de suponer una experiencia intergeneracional y un enriquecimiento personal para sus participantes, es una herramienta ciudadana y colaborativa que contribuye a un envejecimiento de calidad: favorece la autonomía, participación, inclusión y desarrollo personal y social de las personas mayores, paliando la soledad no deseada y sus efectos en la salud.