Un artículo de Accent Social

Hace unas cuantas décadas podía “ignorarse” la importancia de una alimentación adecuada a lo largo de nuestras vidas, pero en la actualidad, existe una gran consciencia de la repercusión de la alimentación y la actividad física en la salud y el bienestar. Pese a la relevancia que ha tomado la alimentación en nuestra sociedad, muchas personas aún desatienden las principales pautas de una nutrición apropiada.

Si la alimentación y la actividad física tienen un impacto mayúsculo en el desarrollo vital de cualquier persona, más aún en etapas avanzadas de su vida. Una alimentación inadecuada puede afectar al desarrollo físico y mental (en la etiología de muchas enfermedades neurodegenerativas influye como factor coadyuvante), reducir el rendimiento o perjudicar al sistema inmunológico, provocando que el organismo sea más vulnerable. Por el contrario, los buenos hábitos alimenticios contribuyen a aumentar la calidad de vida de las personas de edad avanzada, así como prevenir y tratar numerosas enfermedades. 

Es precisamente por la importancia que la alimentación tiene en las personas mayores, que los equipos profesionales deben observar atentamente y esforzarse en cuidar este factor. Por este motivo, se ha promovido la integración y presencia de profesionales de la nutrición en todos los ámbitos del sector de servicios de atención a las personas. Hecho que sin duda, ha enriquecido las pautas de alimentación de muchas personas especialmente vulnerables.

No hay discusión en que el aumento de la longevidad en los países desarrollados puede explicarse por una serie de mejoras sanitarias, socioeconómicas y nutricionales. En este sentido, la dieta Mediterránea es reconocida en el ámbito internacional como modelo de dieta saludable, por sus efectos en la prevención y tratamiento de enfermedades degenerativas (enfermedades cardiovasculares, obesidad, osteoporosis, diabetes y cáncer). Este patrón alimentario se caracteriza por la abundancia de alimentos vegetales; el uso de aceite de oliva; un consumo moderado de determinados alimentos (pescado, marisco, aves, productos lácteos y huevos); y la ingesta de pequeñas cantidades de carne roja.

geriatricarea intervencion nutricional
La alimentación y la actividad física tienen un impacto fundamental en el desarrollo vital de cualquier persona, más aún en etapas avanzadas de su vida

En Accent Social confeccionamos los menús de centros de día y de residencia, siguiendo los preceptos de la dieta Mediterránea:

  • Utilizar aceite de oliva como principal grasa de adición.
  • Consumir alimentos de origen vegetal en abundancia:
  • Frutas (3 raciones al día), mejor si son frescas para aprovechar las vitaminas y la fibra.
  • Verduras (2 raciones al día), tanto cocidas como crudas en forma de ensaladas, ya que son fuente de fibra, vitaminas, minerales y antioxidantes.
  • Legumbres (2 o 3 veces por semana) por su gran aportación de fibra, vitaminas, proteínas, minerales y bajo contenido de grasa.
  • Escoger las carnes magras (pollo, conejo, pavo) y moderar el consumo de carnes rojas. Consumir 3 o 4 veces por semana.
  • Consumir pescado de 2 a 3 se veces por semana.
  • Se pueden tomar hasta 3 huevos por semana (siempre que no haya patologías que lo desaconsejen), dado que su proteína es de muy buena cualidad y aportan, además, variedad de minerales y vitaminas.
  • Ingerir 3 raciones de lácteos cada día, para garantizar la aportación de calcio. Preferiblemente bajos en grasa. Es importante moderar el consumo de lácteos ricos en grasa, incluidos los quesos, porque contienen más sodio, a excepción del mató y la tipología Burgos sin sal.
  • Incluir pan y alimentos procedentes de cereales (pasta y arroz) por su composición rica en carbohidratos. Se deberían consumir 6 raciones o más del grupo de cereales, por semana.
  • Moderar el consumo de azucares y derivados, especialmente en casos de diabetes.
  • Reducir el consumo de sal, evitando su uso en la elaboración de platos, pudiéndose condimentar con especies. Esto ayuda a prevenir y tratar la hipertensión.
  • No abusar de fritos, guisos y estofados ya que aportan mayor cantidad de grasas y su digestibilidad es menor.  

Más allá de estas premisas, no se debe olvidar la importancia de tomar 8 raciones de agua o el equivalente en líquidos (zumos, sopas, etc.) para evitar la deshidratación. Esto supone, en el caso de las personas mayores, que pueden tender a una mayor desatención de esta necesidad, la exigencia de fomentar hábitos, momentos periódicos del día (aproximadamente cada dos horas) donde beber un vaso de agua, aunque no se tenga sed. En nuestros servicios, promovemos esta rutina con pequeñas pausas, micro momentos destinados para ello, entremedio de actividades o mientras se realiza alguna dinámica sin mucho movimiento.

Estas pautas, son solo un primer paso y una adecuada alimentación centrada en las personas de edad avanzada exige el compromiso y coordinación de los equipos de profesionales, flexibilidad y adaptación a cualquier circunstancia personal.  

En este sentido, en Accent Social adoptamos permanentemente medidas personalizadas en pro del bienestar de las personas usuarias. Esto se traduce en:

  • Adaptación de los menús a intolerancias, alergias, patologías médicas, etc.
  • Elaboración de menús de temporada basados en lo tratado en las “Comisiones de comedor”, conformadas por profesionales y usuarios que expresan sus gustos, preferencias e ideas. Siempre bajo la premisa de adaptarnos a los gustos de cada persona. Estos menús siempre tienen en cuenta fechas señaladas o efemérides donde se desee comer algún plato especial o tradicional.
  • Menús adaptados a la temporalidad y las características de cada zona geográfica.
  • Por ello, la mayor parte de nuestros proveedores son de proximidad, con la finalidad de beneficiar a las personas usuarias de las cualidades organolépticas (colores y sabores más intensos) y nutricionales de productos en los que el tiempo transcurrido entre su recolección y su consumo, es menor.
  • Asimismo, con el consumo de productos de proximidad favorecemos la reducción de emisiones de CO2 y de otros gases nocivos con el medio ambiente, cooperamos con la economía local y los pequeños productores.

Seguridad alimentaria

Otra cuestión vital, en cualquier ámbito de la atención a las personas donde exista manipulación de alimentos, son los procedimientos higiénico-sanitarios y de seguridad alimentaria, porque por encima de todo, está la responsabilidad de servir alimentos seguros. Para nuestra entidad es una absoluta prioridad y por ello contamos con un equipo de personas especializadas en el ámbito, de titulación científica, que trabajan diariamente para velar por dicha seguridad.

La seguridad alimentaria es un campo amplio y muy técnico, complejo de abordar sintéticamente pero, si puede resultar de interés exponer algunas de las líneas de actuación que aplicamos para prevenir la aparición de peligros en los alimentos.  

Estas se basan en: la permanente formación, la importancia de transmitir e integrar buenas prácticas higiénicas a los equipos; una firme metodología de registro y documentación; la aplicación del sistema APPCC (Análisis de Peligros y Puntos de Control Críticos), de carácter preventivo para anticipar riesgos y adoptar medidas correctivas; y un exhaustivo control de la materia prima, por varios sistemas de ejecución pre (controles normativos) y post (catas, visitas periódicas, y a través del hecho que los propios equipos de los centros coman diariamente la misma comida que los usuarios).

Ejercicio físico

Si bien la alimentación es un eje fundamental para procurar un envejecimiento saludable, no puede entenderse como el único mandamiento, sino que como se ha expuesto, debe coexistir con el ejercicio físico. La alimentación y la actividad física influyen en la salud conjuntamente y separadamente a través de múltiples mecanismos que a menudo interactúan.

Realizar ejercicio físico, en el grado acorde a las posibilidades individuales, beneficia a todo el organismo: en la fuerza ósea, la fuerza muscular, la flexibilidad del esqueleto, el estado motriz y el del metabolismo. También se benefician la función cognitiva y la salud mental.

A medida que se cumplen años, hay una inherente disminución de la actividad física y, a menudo, como consecuencia de dicha reducción, se desarrollan enfermedades que se vuelven crónicas. Se crea un círculo difícil de romper: las dolencias provocan discapacidad que limita el movimiento y eso agrava la evolución de la enfermedad y la posibilidad de retorno a una fase de mayor movilidad. Por este motivo, un mayor nivel de actividad física es la fórmula de prevenir muchos de los efectos negativos del envejecimiento sobre la salud y, a veces, el mejor camino para conseguir una mejora.

Nunca es tarde para empezar a hacer ejercicio, y las profesionales de la atención a las personas deben convertirse en facilitadoras, acompañar a todas las personas, con especial cuidado de aquellas que puedan tener alguna dificultad para dar el primer paso. En definitiva, las personas que se dedican al sector han de ser las principales garantes de la buena alimentación y el ejercicio, promotoras del envejecimiento saludable a todos los niveles.