Un artículo de Víctor López,
Médico gerontólogo,
Responsable del área de salud de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP)

Con el presente artículo se pretende hacer una revisión objetiva, realista, transversal y completa sobre los perjuicios causados por la pandemia del coronavirus sobre la salud física, mental y social de las personas mayores y sobre los cuidadores de las personas mayores. Finalmente, hacer una valoración de las demandas y las reivindicaciones que se han detectado en este ámbito por las personas implicadas o afectadas.

La pandemia y el virus como tal

Primeramente, dedicaré unas palabras sobre la pandemia y el virus como tal. La pandemia del coronavirus es una pandemia que se ha extendido por todo el mundo, abarcando prácticamente los cinco continentes (Europa, África, América, Asia y Oceanía). El virus se detectó primeramente en la ciudad china de Wuhan y se ha extendido prácticamente por todo el mundo (aunque en unas zonas más que otras). La presencia del virus y sus efectos deletéreos en esta pandemia constituyen una verdadera amenaza para la humanidad y ha modificado, cambiado sustancialmente, las costumbres y los hábitos de vida de los ciudadanos de todos los países afectados.

Según observadores internacionales el virus ha infectado ya a más de 100 millones de personas en el mundo, y provocado la muerte de 2,3 millones. Hay expertos que indican que la aparición de la pandemia del coronavirus constituirá un antes y un después en el recorrido de la humanidad.

En cuanto al virus como tal, se denomina coronavirus por tener en su superficie unas protuberancias (espículas) que lo hacen asemejarse a una corona. También se le conoce por Covid-19, y se nombra en masculino o femenino, según se refiera al virus o a la enfermedad vírica. Ambas opciones son válidas. La OMS lo nombra en sus informes en castellano como la Covid-19.

El nombre científico del virus es SARS- CoV-2. Es un virus que tiene una afinidad especial por el aparato respiratorio (llegando a producir neumonías muy graves), aunque también afecta a otros órganos del cuerpo, como el cerebro, hígado, riñones, piel, ojos, etc. El genoma del virus esta formado por una cadena simple de RNA. El virus puede sufrir mutaciones, lo que le permite crear variantes más virulentas y contagiosas, que se escapan, a veces, de los efectos protectores o neutralizantes de las vacunas. Concretamente, ya se han detectado variantes del virus que pueden afectar la eficacia de las vacunas y éstas han sido localizadas en el Reino Unido, Sudáfrica y Brasil, entre otras regiones. Según centros de vigilancia e investigación del Reino Unido existen unas 4.000 variantes del coronavirus en todo el mundo.

geriatricarea COVID
Las personas de edades avanzadas y muy avanzadas pluripatologías son especialmente vulnerables a los contagios y a las complicaciones producidas por el coronavirus

Implicaciones de la pandemia del coronavirus en la salud física, mental y social de las personas mayores

Salud física

Cuando la persona mayor esta afectada por la infección del virus le produce un cuadro infeccioso-inflamatorio de las vías respiratorias -que puede llegar ser de gran intensidad- acompañado de fiebre, tos, secreción nasal y bronquial, dificultad respiratoria, y otros síntomas ajenos al aparato respiratorio, como alteración o pérdida del olfato y del sabor (síntoma incipiente), cansancio, dolor de cabeza, dolores musculares y articulares, etc.

Aunque el virus afecta principalmente los órganos respiratorios, puede afectar también otros órganos– como he dicho anteriormente- como el cerebro, el corazón, los riñones, los ojos, la piel, etc. Y, en este sentido, la lista de órganos afectados se esta ampliando día a día. La infección vírica puede cursar de una manera leve o asintomática, también puede empeorar por una dificultad respiratoria creciente, y tener que ser ingresado el paciente en el hospital (UCI) y, ser intubado.

A este respecto, se ha evidenciado que las personas mayores, de edades avanzadas y muy avanzadas, con enfermedades previas (pluripatologías) son especialmente vulnerables a los contagios y a las complicaciones producidas por el coronavirus.

La enfermedad se transmite por las gotitas que se desprenden al hablar, toser, estornudar, y por los aerosoles en el aire que contienen el virus, etc. es decir, principalmente por vía respiratoria. El virus puede producir secuelas que pueden afectar a diferentes órganos y sistemas del cuerpo, y durar días, semanas o meses…

Por otra parte, hay otros factores que también han afectado la salud física de las personas mayores durante la pandemia del coronavirus, como son el confinamiento domiciliario obligado y la reclusión social, los cuales producen una disminución del movimiento corporal y de la actividad física como el caminar (práctica muy habitual en las personas mayores) que conducen a una serie de alteraciones físicas como atrofia muscular, aumento del azúcar en la sangre, sobrepeso, empeoramiento de la obesidad, aumento del colesterol, de la presión arterial, predisposición a la osteoporosis (descalcificación ósea), insomnio, baja vitalidad , entre otras alteraciones.

Salud mental

La salud mental se deteriora cuando la persona mayor es infectada por el virus produciendo dolor de cabeza, deterioro cognitivo, ansiedad, depresión, pérdida de memoria y otros trastornos más. Por el ambiente que se vive durante la pandemia la persona mayor puede sentir miedo, inquietud, preocupación e incertidumbre

Tiene miedo a ser contagiada, o que contagien a alguno de sus familiares o seres queridos, o a que la tengan que hospitalizar con las consecuencias temibles que ello conlleva, de ser atendida en la UCI, muchas veces, intubada (en coma inducido), sin poder tratar, contactar presencialmente, con los familiares y seres queridos, por esa situación específica en la que se halla, y por el peligro de contagio. La persona mayor en este sentido puede sufrir mucho por verse sola, sin contacto, sin acompañamiento… y, sin poderse despedir de los familiares, en caso de empeoramiento de la enfermedad o de fallecimiento.

La pandemia del coronavirus produce, pues, una atmósfera de miedo y ansiedad, inquietud, inseguridad, dudas… que incide muy negativamente en las personas mayores.

Salud social

Por efecto del confinamiento obligado y la restricción de los contactos presenciales con familiares, compañeros y amigos se puede producir un empobrecimiento de la vida social que induce a la depresión, a un sentimiento de soledad, de desconexión, de pérdida afectiva…que pueden ser nefastos en las personas mayores. Sobre todo, es de particular importancia la pérdida o privación afectiva para las personas mayores, entre otros motivos, por el hecho de perder el contacto presencial, directo y cercano con los nietos (prohibiendo los abrazos, los besos, las caricias…).

También los efectos del aislamiento, confinamientos y reclusión social pueden disminuir o anular la convivencia presencial y el disfrute de los actos lúdicos, recreativos, culturales, el placer de la convivencia en los centros de mayores con los amigos y compañeros y del asociacionismo; y, finalmente, conducir a un estado de tedio, rutina y aburrimiento en las personas mayores.

Todo ello, produce una pérdida de la salud social, bienestar social y del disfrute comunitario, lo que supone, finalmente, también, la pérdida de muchos alicientes que aporta la vida y que estimulan las ganas de vivir y disfrutar en las personas mayores.

Todo esto de los confinamientos totales o parciales impuestos a la ciudadanía ha sido muy variable y oscilante, a lo largo de la pandemia del coronavirus, pues se han producido olas de contagios del virus, nuevos brotes o rebrotes que seguirán sucediendo así, hasta que se produzca una desescalada definitiva, por efecto de las vacunas.

Implicaciones en la salud, bienestar y eficiencia profesional de los cuidadores

Cuidadores hay muchos y de distintos tipos, como los cuidadores familiares, los cuidadores profesionalizados, los cuidadores institucionalizados, etc. En todos ellos, cabe la posibilidad de que enfermen por la infección del virus, padeciendo la enfermedad por el coronavirus, ya descrita en líneas precedentes, o bien, por otra parte, porque se vean desbordados en su ejercicio profesional, por sobrecarga y saturación asistencial, situación que se da, sobre todo, en los centros de salud, en los servicios de urgencias, en las UCI de los hospitales, etc.

Como consecuencia de estos hechos, puede quedar afectada la parte física de la persona en forma de cansancio, agotamiento… como la parte psíquica en forma de ansiedad, inquietud, inseguridad, impotencia, depresión, insomnio, etc. Puede llegar a unos extremos tales, que le tengan que dar de baja laboral al profesional afectado, con las complicaciones que ello acarrea, en las necesidades, en los ritmos y en los turnos de trabajo del centro asistencial donde trabajan.

Demandas y reivindicaciones por parte de los pacientes con motivo de la pandemia en el ámbito sociosanitario

El colectivo de personas mayores, por efecto de la pandemia, parece han sido conscientes y han mostrado interés en que se implementen en la medicina asistencial las siguientes consideraciones:

1 – Tratar a todas las personas por igual, con respeto y dignidad, independientemente del sexo, edad, estatus social y económico, etc. Evitar de una vez por todas, los efectos perniciosos del edadismo en la práctica médica y asistencial.

A este respecto, a título de ejemplo muy significativo, conviene reseñar aquí las deficiencias e incumplimientos de los protocolos de protección antiCovid, que se ha conocido por la prensa y los medios de comunicación  y que han acontecido, sobre todo, en las residencias de mayores, lo cual ha provocado la producción de muchos contagios y fallecimientos de personas mayores, que pudieron ser evitados, lo que ha sido verdaderamente lamentable y nos ha dejado un amargo y triste recuerdo, que no debemos olvidar nunca, y ello obliga a establecer -desde ahora- un punto de inflexión “un antes y un después” o seguir aquel lema de “nunca más”.

En algunos casos, se ha retrasado o impedido la hospitalización de los residentes, por cuestiones de prioridades injustas, valoraciones negativas, amparadas o inducidas por el peso específico del edadismo, nombrado muchas veces en este artículo. Y, finalmente, se ha dado una triste y lamentable desconexión (falta de comunicación) de los residentes con sus familiares, por motivos de contagios y aislamiento.

2 – Potenciar la medicina de la atención primaria en los centros de salud, con una atención específica y adecuada hacia las personas mayores.

  • Promoción y educación para la salud (estilos de vida saludables).
  • Buena formación de los profesionales en geriatría y gerontología que ejercen en dichos centros.
  • Enseñar a los usuarios de los centros de salud unas normas para mantener unas buenas reglas de higiene y autoprotección personal… para evitar los contagios y para disponer en todo momento, de unas buenas defensas inmunitarias contra los virus y ortos microrganismos patógenos.

3 – Se debe potenciar al máximo la investigación básica (biomédica, biofarmacéutica y farmacológica…) que tenga por objetivo crucial la prevención y curación radical de las enfermedades crónicodegenerativas y neurodegeneraticas, que son el verdadero azote y la causa principal de la mala calidad de vida de la vejez, y que constituyen, por otra parte, el gran reto  que tendrá que afrontar la medicina del presente siglo XXI.

4 – Investigación y elaboración de nuevas vacunas contra nuevas pandemias y virus emergentes, con contemplación de las nuevas cepas y variantes que vayan surgiendo. Ir ajustando las vacunas -para que no pierdan eficacia- a las nuevas cepas o variantes víricas surgidas o detectadas.

5 – Hay que atender por igual a los pacientes Covid y pacientes no Covid, con el mismo interés y dedicación asistencial, siguiendo los principios éticos, humanistas y deontológicos que conciernen. Por efecto de la pandemia, se ha producido y se puede seguir produciendo, una desatención/ marginación de los pacientes no Covid, cuya desatención puede crear perjuicios peligrosos, como los siguientes:
Prioridades injustas e infundadas, retrasos en las exploraciones e intervenciones quirúrgicas importantes, alargamientos de las listas de espera, olvidos… que pueden tener consecuencias lamentables, y producir secuelas, muertes prematuras o inesperadas en los pacientes no Covid. Esto es especialmente importante en el diagnóstico y tratamiento precoz del cáncer, en el tratamiento protocolizado del ictus… y, prefiero no poner más ejemplos, por ser obvio y de sentido común…

6 – Demandas de los cuidadores y profesionales sanitarios en el ámbito de la crisis sanitaria de la Covid-19. Este terreno es amplísimo y depende -como decía- de la tipificación del cuidador/ profesional sanitario, de su nivel de responsabilidad, de sus cometidos, su ritmo de trabajo y el lugar donde trabaja.

Durante esta pandemia (que es una verdadera crisis sanitaria) han sido los médicos y las enfermeras, junto a otros profesionales ayudantes o auxiliares sanitarios, los que han llevado el mayor peso de la responsabilidad, estrés y sobrecarga asistencial, sobre todo, los ubicados en los centros de salud, hospitales, servicios de urgencias, UCI, etc.

Cada colectivo profesional tiene sus propias quejas y demandas y en algunos casos, como han manifestado algunos profesionales, están al límite de su tolerancia y resistencia, con peligro de sufrir una quiebra física y psíquica total.

Resumen y conclusiones

La pandemia del Covid-19- que todavía estamos sufriendo, y no sabemos hasta cuando- ha afectado prácticamente a todos los ciudadanos del mundo, creando una atmósfera de miedo, de impotencia, de inseguridad y de incertidumbr … que están alterando los modos de vida, las actitudes y los paradigmas rutinarios de los ciudadanos. Ha afectado especialmente a las personas mayores en los distintos ámbitos de sus vidas, por ser un colectivo vulnerable a la pandemia y por haberse evidenciado, en muchos casos, un trato discriminatorio hacia este grupo etario, bajo la sombra del edadismo. Tanto es así, que el coronavirus y la pandemia se consideran el virus y la pandemia del edadismo.

Hemos que aprender de lo lamentablemente vivido durante esta pandemia -y lo que nos queda aún por vivir- recordando a tantas personas -muchas de ellas personas mayores- que han fallecido, sobre todo en las residencias de mayores y en las UCI de los hospitales… Y hay que pasar a una nueva realidad, en la que se consideren como objetivos, los siguientes valores:

  • El gran valor de la salud integral, plena y completa, que habrá de ocupar uno de los primeros puestos en la escala de valores de la vida humana. Este gran valor tiene que ser promocionado al máximo, y ser accesible a todos los seres humanos por igual.
  • El gran valor de una asistencia sociosanitaria integral, universal, completa, multidisciplinar, interdisciplinar… centrada en la persona.
    Las personas mayores deben ser atendidas / asistidas por profesionales y equipos especializados en geriatría, gerontología, incluso con una visión/ atención geriátrica en las unidades de cuidados intensivos y en los cuidados paliativos.
  • El gran valor de la investigación básica, ya lo dijimos también anteriormente, con miras la prevención y curación radical de las enfermedades crónicas y degenerativas, que son los estigmas y plagas que producen una mala vejez, y que serán el gran reto que tendrá que afrontar la medicina del presente siglo XXI.
  • El gran valor de las medidas de prevención naturales contra las infecciones (seguimientos de estilos de vida saludables), y de la investigación y elaboración de nuevas vacunas y de preparados farmacéuticos eficaces contra los virus y otros microrganismos. Esto es muy importante recalcarlo una vez más, por las posibles pandemias que se pueden presentar en el futuro; y, para estar preparados.
    Las vacunas hay que considerarlas como un bien público o universal- como se esta evidenciando con la actual pandemia del coronavirus- y hacerlas accesibles a todos los seres humanos por igual y evitar las guerras de las vacunas y las luchas competitivas -con un interés comercial preferente- entre ellas. Las vacunas aprobadas hasta ahora en España son la de Pfizer/BionTech (germano-estadounidense), la de Moderna (estadounidense), y la de Astra Zeneca/Universidad de Oxford (anglo-sueca). Afortunadamente hay algunas más, que están en la lista de espera, para ser aprobadas por la Agencia Española del Medicamento.
  • El gran valor de la ética, de la empatía y de la solidaridad. Cuanta más crisis hay y más grave es la crisis, más necesidad hay de cumplir con las normas éticas y con la protección de los derechos humanos-de una forma igualitaria para todas las personas. Y, asimismo, practicar la empatía y la solidaridad humana. Si se hubieran cumplido estos principios durante la crisis sanitaria del coronavirus, se hubiera podido evitar el edadismo y muchos casos de contagios y de muertes indeseadas.
  • El gran valor de la telemedicina. La telemedicina no puede suplir la relación presencial médico-enfermo, profesional sanitario-enfermo, pero se ha evidenciado durante esta terrible pandemia que estamos viviendo, que es un recurso muy poderoso para seguir manteniendo el contacto, la comunicación a distancia con los pacientes o con sus familiares, y así evitar la propagación de los contagios por el Covid.

Finalmente, tengo que hacer una consideración que no esta al margen de este articulo y, que, por otra parte, no se difunde mucho por los medios de comunicación y, es que debemos proteger al máximo, sin dilación, al planeta tierra -a nuestro bello planeta azul- luchando contra el cambio climático, pues se esta evidenciando que la alteración de los ecosistemas naturales y la aparición de los cambios que estamos observando en la Naturaleza, por la contaminación ambiental, el efecto invernadero, la prácticas abusivas de la deforestación, el calentamiento global creciente… tienen mucho que ver con la reactivación de algunos virus y otros microorganismos y la aparición de nuevos virus emergentes, que producirán nuevas pandemias como la del coronavirus en el futuro.