Un artículo de Andere Zalbidea Botrán y Víctor isidro Carretero, de la Asociación Parkinson Madrid

La enfermedad de Parkinson es el segundo trastorno neurodegenerativo más frecuente del mundo, cuyo origen es aún desconocido. En esta patología, los mismos cambios cerebrales que parecen provocar los síntomas motores, también pueden influenciar la aparición de cierta lentitud en la memoria y el pensamiento. Por ende, las personas que padecen la enfermedad poseen un elevado riesgo de desarrollar deterioro cognitivo, considerándose uno de los síntomas no-motores que más repercuten en la calidad de vida de los afectados.

Los síntomas cognitivos son frecuentes en la Enfermedad de Parkinson, afectando aproximadamente al 40% de las personas con la patología (Batum, Kisabay Ak, Semih Ari, & Selçuki, 2021). Denominamos deterioro cognitivo leve o trastorno neurocognitivo leve (DCL) al síndrome de deterioro cognitivo que es mayor de lo que se esperaría de un individuo en base a su nivel educativo y edad, pero no repercute en la habilidad para llevar a cabo las actividades de la vida diaria (Gauthier et al., 2006). Este concepto emerge como una etapa intermedia entre la cognición normal y la demencia (trastorno neurocognitivo mayor), considerándose esta última un agravamiento de los déficits cognitivos que finalmente causa impacto en el funcionamiento diario del afectado.

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Las personas que padecen Parkinson poseen un elevado riesgo de desarrollar deterioro cognitivo, siendo uno de los síntomas no-motores que más repercuten su calidad de vida

Características del deterioro cognitivo en la Enfermedad de Parkinson

Existe gran variedad de clasificaciones de deterioro cognitivo, en términos de tipo (número de dominios cognitivos afectados) y progresión (evolución o no, del DCL a demencia, así como el tiempo se da en el transcurso). Sin embargo, recientes estudios sugieren que, en la Enfermedad de Párkinson, el DCL de tipo no-amnésico (sin afectación en la memoria) podría ser más frecuente que aquel de tipo amnésico (Kalbe et al., 2016).

A grandes rasgos, los dominios cognitivos y aspectos en los que el afectado puede experimentar alteraciones son:

  • Orientación
    Desorientación parcial, sobre todo a nivel temporal (refiriéndonos a las dificultades en la capacidad de situarse en un día concreto, hora, mes, año, etc.).
  • Atención
    Dificultades atencionales, especialmente en los tipos de atención más complejos y demandantes (atención dividida, alternante…). En el día a día, impedirían al afectado llevar a cabo actividades como la conducción, u otros procesos que requieren que se atienda a varios estímulos del ambiente a la vez o incluso alternar la atención entre estímulos.
  • Velocidad de procesamiento
    Puede aparecer enlentecimiento. En el desempeño cotidiano podría traducirse en necesitar mayor cantidad de tiempo para proporcionar una respuesta a estímulos verbales o visuales (como sería durante una conversación o una tarea).  
  • Memoria
    Con asiduidad no suele ser el dominio afectado de forma predominante, pero pueden evidenciarse déficits en la memoria inmediata (información presentada hace segundos) y diferida (hace minutos u horas). Pueden repetir ideas mencionadas hace algunos minutos, detenerse en mitad de una conversación sin saber qué iban a expresar, cambiar los objetos de lugar y no recordar la ubicación, etc.
  • Lenguaje
    Déficits en funciones lingüísticas concretas, tales como en fluidez verbal o en denominación de objetos. Durante las actividades cotidianas, aparecen dificultades para encontrar palabras concretas durante las conversaciones casuales, vocabulario pobre o inespecífico para referirse a objetos.
  • Habilidades visuoespaciales
    Dificultades relacionadas con el procesamiento de la información visual, como reconocimiento facial, reconocimiento de colores y contrastes, capacidad de construcción o dibujo de figuras y análisis del espacio y distinción de formas. En el día a día, puede traducirse en dificultades para identificar personas no tan próximas, para medir la distancia y calcular la profundidad de los objetos en el hogar o en la calle, etc.
  • Funciones ejecutivas
    Incapacidad de planificarse y secuenciar acciones para lograr una meta concreta, de manipular la información almacenada de forma temporal, falta de flexibilidad mental ante situaciones cambiantes (o inesperadas, novedosas), etc. Por ejemplo, si la persona pierde un autobús, puede no saber cómo resolverlo o tener problemas para generar un plan alternativo.

Pautas y estrategias para combatir el deterioro cognitivo

Desde la interacción familiar y el entorno próximo pueden aplicarse una serie pautas que beneficien el funcionamiento cognitivo del afectado, tales como:

  1. Proponer un contexto rico y variado en estímulos, en el que la persona pueda manifestarse activamente y en el que además de rutinas diarias pueda realizar actividades gratificantes relacionadas con sus valores (activación conductual). Un adecuado equilibrio entre rutinas y situaciones novedosas es la clave.
  • Respetar el ritmo y la velocidad de pensamiento es clave para que la comunicación sea completa y fluida. Es más probable que suceda una comunicación exitosa si proporcionamos tiempo suficiente para organizar pensamientos y producir una respuesta.
  • Ante reticencias para relacionarse con personas no tan próximas, incentivar a participar en estas situaciones sociales, facilitando seguridad y claves en forma de acompañamiento.
  • Adecuar físicamente el entorno en el que vive la persona a sus dificultades en percepción visoespacial puede hacer que la persona se sienta más segura para desplazarse y realizar sus actividades de la vida diaria (pasillos y suelo sin obstáculos, bien iluminados, etc.).
  • Proporcionar los apoyos necesarios tanto físicos como personales, pero potenciando la autonomía para que la persona realice tareas por sí mismo. El uso de apoyos físicos como agendas, calendarios, cuadernos de planificación, etc., puede ser muy beneficioso a la hora de compensar las alteraciones en funciones ejecutivas. Buscar un hueco en la semana para realizar la planificación.
  • Ofrecer alternativas para que la persona pueda elegir la actividad cognitiva que más le apetezca cada día, evitando sentimientos de aburrimiento o frustración (crucigramas, sopas de letras, juegos de mesa, cuadernos de ejercicios, ver una película o un programa de radio y después realizar un debate, dar un paseo y memorizar un camino que no conocíamos, etc.).

Añadir estas pautas en el día a día de la persona facilitará que las capacidades cognitivas se mantengan activas. No obstante, en ocasiones puede que no tengamos la constancia suficiente o el tiempo necesario para apoyar a la persona con Enfermedad de Parkinson en el largo camino de la enfermedad. Para ello, existen apoyos profesionales como los existentes en la Asociación Parkinson Madrid, donde se imparten actividades grupales con objetivos específicos para mantener y preservar el estado cognitivo de la persona. Existen también opciones de intervención individual en estimulación cognitiva, tanto en modalidad presencial como de telerrehabilitación. La estimulación cognitiva permite entrenar dominios cognitivos concretos de forma interactiva y dinámica a través de actividades variadas y diversas.

La telerrehabilitación supone un sistema novedoso en esta época de pandemia, ya que se prestan los servicios de rehabilitación por medio de sistemas electrónicos, basados en las tecnologías de información y comunicación. Ello posibilita que se pueda acceder a este tipo de terapias desde diversos lugares, sin la necesidad de tener que desplazarse a un lugar concreto.

Referencias

Batum, M., Kisabay, A., Ari, M.S., & Selçuki, D. (2021).  Evaluation of cognitive functions in idiopathic Parkinson’s disease and multiple system atrophy. Neurology Asia, 26(1), 85-93.

Gauthier, S., Reisberg, B., Zaudig, M., Petersen, R.C., Ritchie, K., Broich, K., … Winblad, B. (2006). Mild cognitive impairment. Lancet, 15(367), 1262-1270. doi: 10.1016/S0140-6736(06)68542-5.

Kalbe, E., Rehberg, S.P., Heber, I., Kronenbuerger, M., Schulz, J.B., Storch, A., … Dodel, R. (2016). Subtypes of mild cognitive impairment in patients with Parkinson’s disease: evidence from the LANDSCAPE study. Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychiatry, 87(10), 1099-1105. doi: 10.1136/jnnp-2016-313838.