Un artículo de Gloria González,
Supervisora Área de Salud Mental del Centro Sociosanitario Hermanas Hospitalarias Palencia

«No podemos vivir el atardecer de la vida con el mismo programa de la mañana»
C. Jung 

¿Es un buen momento para acudir a un Centro de Día?, ¿lo hago por él o por mí? Estas son muchas de las preguntas que surgen cuando se comienza a barajar la idea de que uno de nuestros familiares pueda acudir a un Centro de día.

El proceso de envejecimiento es una realidad plural y diferenciada, un proceso dinámico en el que se van produciendo cambios en la persona de manera gradual y progresiva, por ello, es importante que durante todo este proceso la persona se mantenga activa física y mentalmente, y pueda mantener las relaciones sociales. Es en la última etapa de la vida cuando esta realidad puede verse comprometida.

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Acudir a un Centro de Día mejora la calidad de vida durante el proceso de envejecimiento

Mientras que en la edad adulta se mantiene una vida activa durante todo el día, trabajando, cuidando de la familia y con poco tiempo para disfrutar de las cosas que le gustan, es en la vejez cuando desaparecen estas tareas, disminuye el nivel de actividad, y progresivamente la autonomía en las actividades instrumentales comienza a verse comprometida, progresivamente se va necesitando más apoyo para poder realizar las AVBD llegando muchos a depender de sus familias. 

Es en este momento cuando toman un papel importante los recursos como es un Centro de Día. Son recursos que no desvinculan a la persona de su hogar, de su ambiente, pero ofrecen los apoyos necesarios para cubrir aquellas necesidades que comienzan a verse alteradas y que es importante tener en cuenta para frenar ese proceso de envejecimiento, mejorando así la calidad de vida y manteniendo una vida activa.

La soledad afecta al ámbito cognitivo y al bienestar emocional, por eso en los servicios de estancias diurnas se propician las relaciones sociales, las interacciones entre los usuarios hacen que se creen vínculos en los que compartir cada día experiencias, y lo vivido cada día.

Es importante saber muy bien en qué consiste este servicio y que puede aportar a nuestros mayores de cara a valorar su asistencia. El Centro de Día de personas mayores es un lugar dotado de un equipo interdisciplinar, donde la enfermera especialista en geriatría toma un papel importante, valorando diariamente cómo se encuentra cada uno de los usuarios, supervisando la medicación, atenta a sus necesidades y compartiendo esta información con el resto del equipo. Es el equipo de enfermería a través de la observación, la escucha y el trato atento y cercano el que da un valor importante al Centro de Día, haciendo de este dispositivo un lugar en el que los mayores se encuentran cómodos, a gusto y atendidos.

Son muchas y variadas las actividades que se llevan a cabo en un Centro de Día, siempre ajustándose a los gustos y preferencias de los usuarios, promoviendo hábitos de vida saludables, práctica de ejercicio físico y una alimentación adecuada y saludable, fomentando siempre la autonomía, favoreciendo las relaciones sociales y reforzando la autoestima.

Para mejorar la esperanza de vida de las personas mayores es importante mantenerse activo mental y físicamente, creando motivaciones diarias que en su conjunto sustituyan las conexiones sociales que se suelen perder tras la jubilación.

Estos Centros ayudan a los familiares a tener más tiempo, y reducir la fatiga que puede suponer el compaginar los cuidados del mayor, con su trabajo y obligaciones diarias. Gracias a una comunicación fluida y cercana, entre la enfermera y los familiares, estos pueden compartir preocupaciones y resolver pequeñas dudas que vayan surgiendo, siendo así un dispositivo de apoyo para los cuidadores principales. Los avances en la autonomía y autoestima de los mayores son también motivo de alegría para el entorno familiar que los rodea.

Esta descarga familiar debido a los “cuidados compartidos” hace que el ambiente en el domicilio sea más agradable, eliminando el sentimiento del mayor de “ser una carga”, algo que si sucede puede llevar a depresiones y aislamiento.

Hay varios estudios que indican que 8 de cada 10 españoles mayores de 60 años se muestran preocupados por perder su autonomía en la vejez y muchos de ellos muestran inquietud por pensar que en algún momento tendrán que dejar su casa por este motivo.

Teniendo en cuenta estos datos, y siendo conscientes de los beneficios que puede traer la asistencia a un Centro de Día: acceso a una atención y ayuda profesional especializada, mantenimiento activo de la mente y el cuerpo, fomento de la independencia, la autonomía personal y el desarrollo de tareas cotidianas, favorecer la socialización y compartir espacios, experiencias con otros usuarios que acuden por necesidades o circunstancias comunes, sitúa a estos dispositivos como uno de los mejores lugares para acudir cuando comienzan a surgir ciertas necesidades, mejorando así la calidad de vida durante el proceso de envejecimiento.

Varios son los test que se pasan a los usuarios que acuden a estos dispositivos, entre ellos aquellos que miden la calidad de vida, dando valores muy positivos y clarificantes sobre el buen estado de nuestros mayores cuando pueden beneficiarse de la asistencia a un Centro de Día.