Las instituciones públicas deben tener en cuenta el creciente reto que supone el envejecimiento en cuanto a los presupuestos y la regulación sobre las personas cuidadoras no profesionales, enfocándose a mayor protección social y una política fiscal activa para las mismas, tal y como se reivindica desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) con motivo de la próxima celebración, el 5 de noviembre, del Día de las Personas Cuidadoras.

La SEGG señala que también la formación para personas cuidadoras no profesionales y la capacitación de más cuidadores y profesionales sanitarios y sociales ha de ser una prioridad, mejorando las condiciones laborales y el reconocimiento social del sector.

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La SEGG pide a las instituciones públicas mayor protección social y una política fiscal activa para las personas cuidadoras no profesionales

En España, un 34% de las personas mayores de 65 años necesita apoyos o cuidados en vida cotidiana, según un reciente estudio de la Universitat Pompeu Fabra, y el Gobierno prevé que el número de ciudadanos mayores dependientes llegue a 1,6 millones en 2050.

Tal y como indica la SEGG, esta realidad impacta de lleno en la atención que se proporciona y que se debe proporcionar a las personas mayores que se encuentran en esta situación y que involucra a sus cuidadores, para quienes la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología decidió impulsar el Día del Cuidador en el año 2014. Esta declaración parte de la idea de apoyar y reconocer a estas personas, en su mayoría mujeres, que atienden, fundamentalmente, a sus familiares. Se trata, en definitiva, de valorar su dedicación y trabajo normalmente infravalorado y también de apostar por su reconocimiento y formación.

En la celebración de este año, la SEGG quiere llamar la atención especialemente sobre los posibles problemas emocionales y psicológicos que pueden afectar a las personas cuidadoras cuando se asume el papel de cuidar a un familiar que cuida, «porque la vida les cambia en muchos aspectos, por las nuevas tareas, roles, responsabilidades a asumir y por las habilidades que necesitan para ello», afirman desde esta Sociedad Médica.

De hecho, es relativamente frecuente encontrarse con la experiencia del impacto emocional en el familiar cuidador que le lleva a sentirse culpable por situaciones como no actuar, no ser lo suficientemente capaz, perder la calma o tomarse algún tiempo libre.

La SEGG destaca tres factores que se deben analizar si un cuidador se siente culpable:

  • la autoexigencia, que lleva a exigirse ser perfectos cuando es importante darse permiso para equivocarse «porque nadie es perfecto ni tiene todas las respuestas en todo momento».
  • Dedicarse tiempo a uno mismo no debe ser síntoma de culpabilidad sino «un derecho y deber porque cuando el cuidador se encuentra bien podrá cuidar mejor».
  • Pensar que algunos pensamientos no deben experimentarse o son malos porque «es normal sentirse estresado o enfadado o tener algún pensamiento negativo».

Las personas cuidadoras que apoyan y cuidan lo hacen porque para ellas éstas son importantes, «pero para poder dar un buen trato y atención, en primer lugar, deben cuidarse a ellos mismos«, advierte la SEGG. Además, también es fundamental que el resto de la sociedad sea sensible y consciente del importante esfuerzo y función social que realizan «y, cada uno desde su lugar: como familiar, amigo, vecino, … debiéramos valorarles y apoyarles más».