La Hipertensión Arterial (HTA) es responsable del desarrollo de más de una cuarta parte de las enfermedades cardiovasculares, ya que una presión arterial alta provoca un daño progresivo en múltiples órganos y sistemas del organismo, tal y como advierte la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
Poe ello, la SEEN remarca la importancia de controlar la presión arterial para evitar que la hipertensión arterial provoque daños en el corazón (infarto de miocardio e insuficiencia cardiaca), el riñón (insuficiencia renal), el cerebro (ictus y demencia) y los ojos (retinopatía).
La hipertensión arterial puede ser primaria (90% de los casos) y secundaria (10%). La principal diferencia es que la hipertensión secundaria tiene una causa clara identificable (origen endocrinológico con producción excesiva de una hormona concreta, lesión de arterias del riñón o síndrome de apnea obstructiva del sueño), por lo que puede ser potencialmente curable.

Por contra, las causas de la hipertensión primaria no son fáciles de determinar, tal y como señala el Dr. José Antonio Gimeno Orna, miembro del Grupo Lípidos y Riesgo Cardiovascular de la SEEN y jefe de Servicio de Endocrinología y Nutrición del HCU Lozano Blesa de Zaragoza. Eso de debe a que una gran cantidad de factores contribuyen a su aparición como:
- la predisposición genética
- las alteraciones en los órganos y los sistemas que regulan las cifras de presión arterial (sistema nervioso, hormonal y renal)
- circunstancias relacionadas con el estilo de vida, socioeconómicas y ambientales como el estrés
En cuanto a su abordaje, el Dr. Gimeno Orna señala que, aunque esta forma clásica de hipertensión no tiene cura, puede controlarse a través de hábitos saludables y un tratamiento farmacológico.
Diagnóstico precoz para reducir el riesgo de complicaciones
Los endocrinólogos consideran fundamental concienciar a la sociedad sobre la importancia de esta enfermedad. En este sentido, insisten en la relevancia del diagnóstico precoz para reducir el riesgo de desarrollar complicaciones asociadas a la enfermedad junto con la administración de fármacos para mantener valores de presión arterial sistólica entre 120 y 130 mmHg.
“Las personas entre 18 y 40 años deberían revisar su presión arterial cada tres años y aquellas de más de 40 años anualmente”, destaca el miembro del Grupo Lípidos y Riesgo Cardiovascular de la SEEN. Además, en el caso de que los valores sean superiores a 120/70 mmHg, los profesionales sanitarios aconsejan un control estricto y evaluaciones adicionales que también incluyen la medición de la presión arterial en el domicilio para confirmar el diagnóstico.
Los expertos subrayan que la hipertensión suele ser asintomática, aunque en los casos de una hipertensión severa y/o resistente pueden producirse cefaleas, afectación de la agudeza visual, disnea y síntomas digestivos, entre otros.
Además, la hipertensión no suele ser de origen hereditario, “aunque si tenemos familiares hipertensos hay más riesgo de padecerla. No obstante, menos de un 5% de los casos son hereditarios y se transmiten directamente de padres a hijos”, explica la Dra. Marta Araujo Castro, coordinadora del Grupo de Patología Suprarrenal de la SEEN y de la Unidad de Patología Hipotálamo-hipofisaria y Suprarrenal del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Ramón y Cajal,.
Es crucial que las personas con hipertensión arterial sigan una dieta mediterránea mediante el consumo diario de frutas y verduras para aumentar la ingesta de potasio y limitar la ingesta de sal a menos de 5 gramos al día, evitar productos procesados, realizar ejercicio físico regularmente, mantener un peso corporal adecuado, reducir el consumo de alcohol y eliminar el hábito tabáquico.