Los recién nacidos y los pacientes con enfermedad de Alzheimer comparten un rasgo biológico inesperado: niveles elevados de la proteína tau fosforilada, un conocido biomarcador del Alzheimer, tal y como revela un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Gotemburgo.
Los cerebros de los recién nacidos y de los pacientes con enfermedad de Alzheimer comparte la característica inesperada de presentar niveles sanguíneos elevados de una proteína llamada tau fosforilada, concretamente una forma denominada p-tau217, como señala este estudio de la Universidad de Gotemburgo, dirigidos por el primer autor, Fernando González-Ortiz, y el autor principal, el profesor Kaj Blennow.

Esta proteína se ha utilizado en gran medida como prueba diagnóstica de la enfermedad de Alzheimer, ya que el aumento de los niveles sanguíneos de p-tau217 favorece la agregación de la proteína b-amiloide en placas amiloides. Los recién nacidos (por razones naturales) no presentan este tipo de cambio patológico, por lo que, curiosamente, en los recién nacidos el aumento de p-tau217 en plasma parece reflejar un mecanismo completamente diferente y totalmente saludable.
En este estudio internacional, que ha contado con la participación de Suecia, España y Australia, los investigadores analizaron muestras de sangre de más de 400 individuos, entre ellos recién nacidos sanos, bebés prematuros, adultos jóvenes, adultos mayores y personas diagnosticadas de Alzheimer.
Descubrieron que los recién nacidos tenían los niveles más altos de p-tau217, incluso superiores a los encontrados en personas con Alzheimer. Estos niveles eran especialmente elevados en los bebés prematuros y empezaron a disminuir durante los primeros meses de vida, para acabar estabilizándose en los niveles de los adultos.
Investigaciones anteriores, basadas en gran medida en modelos animales, habían insinuado el papel de la tau fosforilada en el desarrollo temprano del cerebro. Ahora, por primera vez, los científicos han medido directamente las concentraciones de p-tau217 en la sangre de recién nacidos humanos, lo que abre la puerta a una comprensión mucho más clara de su papel en el desarrollo.
El estudio también reveló que, tanto en los bebés sanos como en los prematuros, los niveles de p-tau217 estaban estrechamente relacionados con la precocidad del nacimiento. Cuanto antes nacían, más altos eran los niveles de esta proteína, lo que sugiere un papel en el rápido crecimiento del cerebro en condiciones de desarrollo difíciles.
Este estudio de la Universidad de Gotemburgo, cuyos resultados se han publicado en la revista Brain Communications, sugiere que el cerebros pueden haber tenido alguna vez una protección incorporada contra los efectos dañinos de la tau, de modo que los recién nacidos pueden tolerar, e incluso beneficiarse, de niveles elevados de tau fosforilada sin desencadenar los tipos de daño que se observan en el Alzheimer.
En este sentido, Fernando González-Ortiz, señala que «creemos que entender cómo funciona esta protección natural -y por qué la perdemos a medida que envejecemos- podría ofrecer una hoja de ruta para nuevos tratamientos. Si somos capaces de aprender cómo el cerebro de un recién nacido mantiene a raya a la proteína tau, algún día podremos imitar esos procesos para ralentizar o detener el Alzheimer».
Así, mientras que el aumento de p-tau217 es una señal de peligro en los cerebros de edad avanzada, en los recién nacidos podría ser una parte vital de la construcción del mismo. La misma molécula, dos funciones radicalmente distintas: una construye el cerebro, la otra marca su declive.
Los autores subrayan la necesidad de comprender también el mecanismo del aumento de p-tau217, especialmente para interpretarlo como un resultado en la investigación clínica y epidemiológica y en el desarrollo de fármacos. Y es que este estudio indica que las placas amiloides pueden no ser el motor principal del aumento de p-tau217.
La p-tau217 plasmática ha recibido recientemente la aprobación de la FDA para su uso en el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer, lo que la convierte en una herramienta cada vez más importante en el ámbito clínico.
Las personas interesadas pueden acceder aquí al estudio ‘The potential dual role of tau phosphorylation: plasma phosphorylated-tau217 in newborns and Alzheimer’s disease’ publicado en la revista Brain Communications.