Un artículo de Alba Jiménez Bascuñán,
Neuropsicóloga en la Asociación Parkinson Cuenca


Este monográfico basa sobre el envejecimiento activo, un concepto de gran importancia en una época en la que la población envejece cada vez más rápido y en un contexto en el que las circunstancias de la pandemia obligan a buscar alternativas para asegurar la calidad de vida y la autonomía de las personas mayores en unas circunstancias nunca antes experimentadas.

Pero, antes de abordar este concepto, se realizará un repaso por los principales cambios acontecidos a nivel neural asociados al envejecimiento, lo cual contribuirá a entender mejor la necesidad de envejecer de manera activa.

El envejecimiento activo refuerza las conexiones sinápticas existentes y favorece la creación de nuevas conexiones, mejorando la plasticidad neural

Cambios a nivel microscópico

A medida que nuestro cerebro envejece tienen lugar una serie de procesos que afectan a su funcionamiento habitual. Así, procesos frecuentemente asociados a la existencia de patologías (EA, EP y otras demencias) también ocurren durante el envejecimiento normal, como la acumulación de material de desecho, placas de proteína amiloide, ovillos neurofibrilares e incluso cuerpos de Lewy. Esto tiene como resultado el daño y la muerte neuronal, lo que se traduce en la disminución del número de dendritas, vainas de mielina y axones y, por tanto, pérdida de sinapsis o conexiones interneuronales. Por otra parte, también se produce un deterioro en la capacidad de síntesis y degradación de los neurotransmisores, lo que refuerza estos problemas a nivel sináptico.

Por último, a todos estos procesos hay que sumarle los problemas a nivel vascular, que terminan deteriorando la barrera hematoencefálica y sus propiedades protectoras, aumentando las posibilidades de sufrir daños en el encéfalo.

Cambios a nivel macroscópico

Como consecuencia de los cambios microscópicos comentados, el cerebro también sufre modificaciones en el nivel macroscópico. Debido a la pérdida neuronal y mielínica, se puede observar una reducción de la masa y el volumen cerebral (menor sustancia gris y blanca), menor volumen del parénquima cerebral y, como consecuencia, mayor espacio entre los surcos cerebrales y mayor tamaño ventricular.

Esta reducción en el tamaño cerebral se presenta, sobre todo, en las áreas del lóbulo temporal medial, lóbulo frontal, hipocampo, corteza entorrinal, locus coeruleus, sustancia negra, tálamo y núcleo accumbens. No obstante, se ha de tener en cuenta que estos cambios, tanto en su progresión a nivel temporal, como en su magnitud, están altamente sujetos a las diferencias individuales.

Por último, otro de los cambios macroscópicos que se pueden observar es la tinción del tejido cerebral de color marrón debido a la acumulación de lipofuscina, el conocido como pigmento del envejecimiento.

Cambios a nivel funcional

Teniendo en cuenta los cambios microscópicos y macroscópicos comentados, las funciones cognitivas que más se suelen ver afectadas con el envejecimiento son la velocidad de procesamiento, el control atencional inhibitorio, la memoria (especialmente la episódica), las habilidades visoespaciales, la flexibilidad cognitiva y la fluidez verbal.

Es fácil pensar que la vejez va inevitablemente unida al deterioro cognitivo; sin embargo, esto no siempre ocurre, ya que hay muchos factores que intervienen en su aparición, como los factores protectores: genética, educación, bilingüismo, ocupación laboral compleja, dieta, ejercicio físico, relaciones sociales, etc. Estos últimos elementos forman parte de lo que se conoce como reserva cognitiva, la cual se ha ido formando y reforzando a lo largo de toda nuestra vida. Una mayor reserva cognitiva implica una mayor cantidad de conexiones neurales y, por tanto, mayor cantidad de recursos a la hora de hacer frente a las condiciones ambientales y contextuales actuales.

No obstante, como se ha mencionado, la reserva cognitiva es algo que ha sucedido a lo largo de nuestro desarrollo vital. ¿Qué podemos hacer en la actualidad para mantener esa reserva (o incluso mejorarla) y trabajar por un envejecimiento exitoso?

Envejecimiento activo

Tras realizar este breve repaso por los cambios cerebrales asociados al envejecimiento, se puede comprender por qué el envejecimiento activo alberga tanta importancia para el mantenimiento del buen funcionamiento cognitivo y la autonomía personal.

Las actividades relacionadas con este concepto influyen en el reforzamiento de las conexiones sinápticas existentes y en la creación de nuevas conexiones, contribuyendo en última instancia a la plasticidad neural. De este modo, el mejor funcionamiento de ciertos procesos y conexiones, puede compensar las áreas más perjudicadas, manteniendo durante más tiempo un nivel funcional adecuado.

Por otra parte, al tener una mayor actividad cognitiva, también se aumenta el índice metabólico en las diferentes áreas implicadas, es decir, aumenta el flujo sanguíneo, el consumo de glucosa y de oxígeno, disminuyendo el deterioro de la barrera hematoencefálica, los procesos oxidativos y la apoptosis celular.

Teniendo en cuenta estos efectos, ¿cuáles son los factores y actividades que contribuyen al envejecimiento activo?

  • Dieta
    Una alimentación rica en ciertas vitaminas (C, B6, B12, E, etc.) contribuye a un mejor funcionamiento neural y se relaciona con una menor incidencia de enfermedades neurodegenerativas.
  • Ejercicio físico
    El ejercicio isométrico y el aeróbico disminuyen el riesgo de fragilidad, hipertensión y obesidad y contribuyen a la salud cardiovascular, a la oxigenación cerebral y la liberación de ciertos neurotransmisores, como las endorfinas.
  • Estimulación cognitiva
    La actividad cognitiva (tanto en talleres como de manera cotidiana-crucigramas, sopas de letras, sudokus, etc.) contribuye a los procesos de plasticidad neural, al aprendizaje de nuevas estrategias de afrontamiento cognitivas y al fortalecimiento de conexiones y estructuras cerebrales.
  • Complejidad ambiental
    Los ambientes complejos y novedosos contribuyen, igualmente, a la plasticidad neural mediante la búsqueda y creación de nuevas alternativas de manera continua para la solución de problemas, mejorando la flexibilidad cognitiva.
  • Nuevas tecnologías
    Aprender a usar nuevas tecnologías constituye una forma de reforzar la reserva cognitiva, aumentar los procesos de plasticidad cerebral y enfrentarse a situaciones novedosas propias de los ambientes complejos comentados anteriormente. Un beneficio adicional del aprendizaje de las TICs en la situación actual es la posibilidad de mantener el apoyo y las relaciones sociales con familiares, contribuyendo a un mejor estado emocional y, por tanto, cognitivo.

En conclusión, el envejecimiento cerebral es un proceso multifactorial, en el que están implicados numerosos agentes que interactúan entre sí y dan lugar a cambios neurales a nivel micro y macroscópico. No obstante, la expresión del deterioro cognitivo asociado a la edad y su nivel de gravedad también dependen de las diferencias individuales, las cuales no pueden ser olvidadas.

El envejecimiento activo, de la misma manera, también depende de numerosos factores, como los comentados anteriormente, que no funcionan de manera individual, sino que deben ser tenidos en cuenta de manera conjunta para lograr un efecto real en el funcionamiento neural. Sólo de esta manera se conseguirá un mayor mantenimiento de la autonomía y la independencia de las personas mayores.

Bibliografía

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