Un artículo de Pallapupas
En los hospitales, las salas de hemodiálisis son espacios donde el tiempo parece haberse detenido. Para muchas personas mayores con enfermedad renal crónica avanzada, estos entornos se convierten en un escenario habitual: tres o cuatro sesiones semanales, de varias horas cada una, conectados a una máquina que sustituye la función vital de los riñones. La rutina, el cansancio y la medicalización constante marcan el ritmo de una vida que, a menudo, transcurre en silencio.

Desde Pallapupas intervenimos en unidades de nefrología con una propuesta artística y emocional que busca devolver humanidad, presencia y conexión a estos espacios. Desarrollamos nuestra labor en el Hospital del Mar, en el Hospital Sant Joan de Déu (con pacientes pediátricos) y, de forma pionera, en la Unidad de Diálisis y de Investigación Aplicada (DIRAC) del Hospital Clínic de Barcelona, donde se llevó a cabo un programa piloto innovador.
La enfermedad renal crónica no solo deteriora el organismo; también desgasta emocionalmente. En las personas mayores, este tipo de tratamiento conlleva una vivencia marcada por el aislamiento, el agotamiento vital y hasta la pérdida de autonomía.
En este contexto, el acompañamiento emocional cobra especial relevancia. Desde Pallapupas no llegamos con recetas ni soluciones médicas, sino con una propuesta basada en el humor, la escucha y la presencia. Nuestrxs artistas no preguntan por los niveles de creatinina, sino por la historia, los recuerdos y los deseos de quienes tienen delante.
Una metodología adaptada al entorno clínico
Trabajamos con parejas de clowns mixtas, aplicando la técnica del “acordeón relacional”: una estrategia que permite acercarse o retirarse emocionalmente según el estado y disposición del paciente. La intervención artística se adapta al ritmo lento de la sala, a los silencios del entorno y a las señales no verbales de cada persona.
En nuestras intervenciones utilizamos el juego, el lenguaje simbólico, la música, el humor sutil y los recuerdos biográficos para abrir espacios de conexión. Involucramos al personal sanitario como parte activa del juego, sin interrumpir su labor, generando así un clima de colaboración donde el cuidado se vuelve más cercano, más humano.
El piloto del DIRAC: humor al servicio del bienestar
Durante el programa piloto en la unidad DIRAC del Hospital Clínic, colaboramos estrechamente con los equipos de fisioterapia, psicología y nutrición. De forma coordinada, definimos mensajes clave sobre salud y bienestar que fueron incorporados, con sensibilidad y creatividad, en nuestras intervenciones.
La experiencia demostró que el humor, lejos de trivializar el tratamiento, puede convertirse en una herramienta poderosa para reforzar el vínculo terapéutico, mejorar la percepción del proceso de diálisis y favorecer la adherencia de los pacientes a las recomendaciones clínicas.
Estos pequeños gestos no cambian el diagnóstico, pero transforman el modo en que se vive. Son momentos en los que la persona vuelve a ocupar el centro, no como paciente, sino como persona.
Impacto en los equipos sanitarios
El personal de nefrología de los hospitales donde intervenimos coincide en valorar positivamente la presencia de Pallapupas en las salas. Observan mejoras en el ánimo de los pacientes, una comunicación más fluida entre ellos y una atmósfera más relajada durante el tratamiento. Algunos profesionales destacan incluso un beneficio propio: sentir que el cuidado también puede ser compartido desde la emoción y el humor.
Y es que el humor es una forma de cuidado profundamente seria: porque devuelve dignidad, genera vínculo y recuerda que, incluso en medio de la enfermedad, aún hay lugar para el humor.