Un artículo de Aurelio López-Barajas de la Puerta, CEO de SUPERCUIDADORES
El deterioro cognitivo es uno de los mayores desafíos sociosanitarios de nuestro tiempo. Se estima que su prevalencia seguirá aumentando en las próximas décadas debido al envejecimiento de la población. Aunque en muchos casos forma parte del proceso natural de envejecimiento, en otros puede evolucionar hacia demencias neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer, con un impacto profundo en la autonomía personal, la calidad de vida y la organización familiar.
Ante esta realidad, la figura del cuidador, ya sea familiar o profesional, se convierte en un pilar imprescindible. No hablamos únicamente de acompañar en las tareas diarias, sino de aportar apoyo emocional, estimulación cognitiva, supervisión de la salud y prevención de riesgos. El reto está en que este cuidado sea prestado por personas bien formadas y acreditadas, capaces de garantizar la máxima dignidad y bienestar a quienes lo necesitan.

El valor de la formación y la acreditación
En España, más del 50% de los cuidadores profesionales proceden de fuera de nuestro país. A menudo cuentan con una gran vocación, pero carecen de la formación reglada y la acreditación de competencias profesionales necesarias para acceder a un empleo estable y de calidad.
Aquí es donde SUPERCUIDADORES centra su misión: ofrecer formación online para cuidadores accesible, flexible y adaptada, que permite a los cuidadores obtener los certificados de profesionalidad en atención sociosanitaria y teleasistencia, así como acceder a procesos de acreditación de competencias profesionales por experiencia laboral o formación no formal.
Este esfuerzo no solo beneficia al cuidador, que logra un reconocimiento oficial de su labor y una mejora en sus oportunidades laborales, sino que repercute directamente en la calidad de vida de las personas mayores o en situación de dependencia.
Un cuidador formado sabe cómo detectar señales tempranas de deterioro cognitivo, aplicar estrategias de estimulación, manejar situaciones de desorientación o agitación, y, sobre todo, acompañar con sensibilidad y respeto.
Impacto en las familias y en la sociedad
El deterioro cognitivo no afecta únicamente a la persona diagnosticada: toda la familia vive un proceso de adaptación complejo, cargado de emociones, incertidumbre y, en muchos casos, sobrecarga. Un cuidador acreditado y profesionalizado se convierte en un apoyo clave para las familias, aliviando el peso del cuidado y ofreciendo seguridad y confianza en la atención.
Además, la profesionalización del cuidado contribuye a fortalecer un sector estratégico para nuestra sociedad, que genera empleo, favorece la inclusión social y responde a una necesidad cada vez más urgente: garantizar cuidados dignos y de calidad en un contexto de envejecimiento acelerado.
Mirando hacia el futuro
El futuro de la atención a personas con deterioro cognitivo debe pasar por un modelo integral en el que participen profesionales sanitarios, servicios sociales, instituciones y, de manera fundamental, cuidadores formados y acreditados.
Invertir en la formación del cuidador es invertir en el bienestar de la persona cuidada. Nuestra experiencia nos demuestra que un cuidador empoderado, con recursos y conocimientos, puede marcar la diferencia en la evolución del deterioro cognitivo, ayudando a que las personas vivan mejor, durante más tiempo y con mayor autonomía.
El reto es grande, pero también lo es la oportunidad: construir entre todos una sociedad más humana, solidaria y preparada para cuidar.