Un artículo de Sabela Uceira, neurologopeda experta en otología neurológica
y Yara Cagiao, terapeuta ocupacional experta en integración sensorial en Clínica Rehasalud de A Coruña

La enfermedad de Alzheimer (EA) es una enfermedad neurodegenerativa caracterizada por un deterioro progresivo a nivel cognitivo, conductual y funcional. Su aparición suele producirse en la edad adulta y constituye la causa más frecuente de demencia, una condición crónica y de evolución continua.

Uno de los factores de riesgo para desarrollar la enfermedad de Alzheimer es la edad, por lo que el incremento de la esperanza de vida acarrea el aumento en su prevalencia e incidencia.

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Un diagnóstico temprano y completo en la enfermedad de Alzheimer es fundamental para lograr intervenciones eficaces y humanizadas

Realizar una detección temprana de esta patología brinda la oportunidad de acceder a tratamientos especializados y específicos para el caso a tratar. Cuando el deterioro neurológico todavía es relativamente leve o reciente, se puede llevar a cabo una planificación anticipada de la intervención a seguir, lo que conlleva a la mejora del pronóstico a nivel funcional y la posibilidad de brindar apoyo temprano a los cuidadores.

Ante la sospecha de esta patología, lo más adecuado es realizar una valoración completa, integral y personalizada, iniciando con una recopilación de la historia clínica, a partir de la cual se conocerá el estado social y familiar, los factores de riesgo, la sintomatología presentada hasta el momento, etc. Realizar una adecuada anamnesis inicial facilitará los datos necesarios para que el terapeuta pueda realizar una adaptación tanto de la evaluación como de la posterior terapia enfocada al paciente, lo que incrementará su motivación.

A partir de esta entrevista inicial, se concluirá la necesidad de una valoración más específica dentro de cada área multidisciplinar a trabajar (fisioterapia, logopedia, neuropsicología o terapia ocupacional), incluyendo tanto la propia observación en consulta como la realización de test o pruebas estandarizadas.

  • Desde el área de fisioterapia, se valorarán aquellos aspectos relacionados con la mejora y el mantenimiento de la marcha o de la movilidad general, así como la fuerza, el equilibrio, y la prevención de caídas.

  • El logopeda examinará la presencia de dificultades a nivel comunicativo, del lenguaje, del habla o de la deglución; aspectos clave en el desarrollo de la actividad social y familiar.

  • En neuropsicología se evaluarán las funciones ejecutivas (memoria, atención, planificación, etc.) y aquellos aspectos conductuales o emocionales que pueden ir acompañados de esta patología.

  • Finalmente, desde terapia ocupacional se estudiará la independencia a la hora de realizar actividades básicas e instrumentales de la vida diaria, para el posterior diseño de estrategias compensatorias y adaptaciones del entorno.

Cabe destacar la necesidad de añadir como valoración final un estudio de las necesidades que pueden aparecer en el cuidador, así como de sus conocimientos en el trato de esta enfermedad. Conocer cómo realizar adecuadamente una transferencia, cómo comunicarte con una persona que no puede comprender lo que le estás diciendo o cómo facilitar las tareas del día a día, ayudará tanto física como mentalmente al estado de salud del cuidador.

Tras toda esta recopilación de datos personalizada y multidisciplinar, los objetivos de la terapia quedan más definidos, lo que incrementará la calidad de la intervención y la probabilidad de progreso y mejora.

A modo de conclusión, un diagnóstico temprano y completo en la enfermedad de Alzheimer es el pilar fundamental para lograr intervenciones eficaces y humanizadas. Solo a través de un enfoque integral, interdisciplinar y centrado en la persona, es posible preservar la autonomía, mejorar la calidad de vida y acompañar de manera adecuada tanto al paciente como a quienes le rodean.