Un artículo de Sanitas Mayores

Con el paso de los años es normal experimentar pequeños cambios en la memoria, en la capacidad de concentración o en la agilidad mental. Estos ajustes forman parte del proceso de envejecimiento y, en la mayoría de los casos, no suponen un problema. Sin embargo, cuando estas dificultades empiezan a interferir en la vida diaria, pueden ser señales de un deterioro cognitivo que va más allá de lo esperado. En ese punto, la autonomía, la seguridad y la calidad de vida de la persona pueden verse comprometidas.

geriatricarea deterioro cognitivo
La detección temprana del deterioro cognitivo y su abordaje integral es una tarea compartida

Detectar a tiempo el deterioro cognitivo resulta fundamental para diseñar estrategias de prevención, frenar su avance y ofrecer los apoyos adecuados. No se trata únicamente de poner nombre a un diagnóstico, sino de abrir la puerta a intervenciones personalizadas que ayuden a conservar capacidades, reforzar la autoestima y promover un envejecimiento activo.

El deterioro cognitivo no aparece de un día para otro, sino que suele manifestarse de manera gradual. Entre los primeros signos de alerta se encuentran los olvidos frecuentes, la dificultad para encontrar palabras, la desorientación en lugares conocidos, la pérdida de objetos de manera recurrente o los cambios en el estado de ánimo y la conducta. Identificar estas señales y acudir cuanto antes a una evaluación profesional de geriatría o neuropsicología facilita una respuesta temprana y la creación de un plan de cuidados adaptado.

En este contexto, el entorno social cumple un papel determinante. El aislamiento, la falta de interacción y la soledad suelen acelerar los síntomas, mientras que la compañía, las conversaciones y el apoyo afectivo ayudan a mantener activa la mente y a reforzar la identidad personal. Por ello, en las residencias de Sanitas fomentamos la creación de espacios de encuentro, talleres participativos y actividades compartidas que promueven la comunicación y la conexión emocional entre residentes, familias y profesionales.

La estimulación cognitiva es otro de los pilares en la atención al deterioro, ya que contribuye a mantener activas las funciones cerebrales y a retrasar la progresión de los síntomas. Talleres de memoria, lectura guiada, escritura creativa, música, pintura o juegos de mesa no solo estimulan las capacidades cognitivas, sino que también refuerzan la motivación y generan momentos de disfrute compartido.

Además, el cuidado cognitivo está estrechamente vinculado al bienestar físico. La práctica regular de ejercicio adaptado favorece la circulación y oxigenación cerebral, lo que impacta de manera directa en la memoria y la atención. Del mismo modo, un descanso adecuado resulta imprescindible. Establecer rutinas de sueño, crear entornos tranquilos y ofrecer acompañamiento en casos de insomnio o interrupciones nocturnas son medidas clave en este ámbito.

En la actualidad, la tecnología abre nuevas posibilidades para acompañar a las personas con deterioro cognitivo y a sus familias. Las videoconsultas con especialistas facilitan el acceso a orientación profesional sin necesidad de desplazamientos, y las plataformas digitales de estimulación cognitiva ofrecen programas interactivos ajustados al nivel de cada usuario. Estas herramientas no sustituyen el contacto humano, pero lo complementan, aportando flexibilidad y accesibilidad.

La detección temprana del deterioro cognitivo y su abordaje integral no recaen únicamente en los profesionales de la salud. Se trata de una tarea compartida en la que las familias, los cuidadores y la sociedad en su conjunto desempeñan un papel esencial.