Un artículo de Karin Palmlöf,
Fundadora y CEO de Jardines Terapéuticos KDJ,
Presidenta de Asociación Española de Horticultura y Jardinería Social y Terapéutica
Para empezar, podemos hacernos dos preguntas:
- ¿Cómo me sentiría si un día no pudiera elegir salir a la calle justo cuando me apeteciera? (Muchos vivimos algo parecido durante los primeros meses de la pandemia de la COVID-19).
- Si tienes o has tenido un familiar en una residencia, ¿qué actividad te gustaría compartir con esa persona durante las visitas?
Sea cual sea tu respuesta o tu reflexión, lo que sí sabemos, gracias a las evidencias científicas, es que hay DOS factores que influyen de manera directa y positivamente en cómo nos sentimos, cómo actuamos y cómo nos relacionamos: la naturaleza y la luz.
La luz natural, primer factor, afecta a hormonas como la melatonina (relacionada con el sueño) y el cortisol (relacionado con el estrés), que regulan nuestro ritmo cardiaco, el sueño y el estado de ánimo. Por eso disfrutamos de los paseos: porque nos hacen dormir mejor y nos levantan el ánimo. Para una persona mayor, un paseo de apenas 30 minutos puede ser suficiente para notar estos beneficios.
Sin embargo, a veces resulta difícil motivar a alguien a salir, ya sea por el clima o por la falta de ganas. Aquí entra en juego un segundo factor: tener acceso a un entorno que invita a participar, un jardín que facilite la autonomía y despierte el interés.

Los jardines terapéuticos reúnen una serie de características que los convierten en una herramienta de gran valor para el cuidado de las personas mayores y para promover un envejecimiento activo. Son espacios diseñados para apoyar actividades relacionadas con las plantas y con la naturaleza independiente del estado físico o cognitivo de la persona que las visitan.
Las personas mayores que participan en terapias en el jardín se relajan, experimentan menos ansiedad y estrés, están mejor de ánimo, y mejora su comunicación y concentración. En otras palabras, el jardín terapéutico actúa como un catalizador para la ocupación significativa, la rehabilitación y el mantenimiento de las capacidades cognitivas, físicas y socioemocionales. Las evidencias científicas sobre estos beneficios muestran mejoras significativas en comparación con los grupos de control. (1)
Además, las actividades en estos jardines son tan adaptables y flexibles que, independientemente de nuestra historia personal, siempre podemos encontrar una actividad de interés o una motivación: desde un paseo diario, la meditación o la lectura de un libro, hasta la estimulación sensorial o la participación en terapias de horticultura y jardinería social y terapéutica.
La Horticultura y Jardinería Social y Terapéutica (HJST) ha sido una herramienta utilizada en psiquiatría a lo largo de toda la historia de la humanidad. En el siglo XIX, los hospitales psiquiátricos —entonces llamados manicomios— como el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (Barcelona) o el Hospital Psiquiátrico de Conxo (Galicia) contaban con amplios jardines destinados a calmar y favorecer el bienestar de los pacientes.
Su reconocimiento formal como terapia llegó en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los soldados con trastorno de estrés postraumático fueron tratados con actividades de horticultura para facilitar su recuperación e integración en la sociedad.
En el ámbito de las personas mayores, la HJST se aplica generalmente en dos dimensiones:
1) Social y psicoemocional, y
2) Terapéutica, donde se trabajan objetivos concretos y de manera individualizada.
En este último caso —por ejemplo, en personas con demencia o enfermedades crónicas de larga evolución— se busca mantener las capacidades cognitivas mediante experiencias en el jardín. La diversidad de árboles y plantas contribuye a la orientación temporal y favorece la conversación. Un ejemplo: El madroño tiene frutos rojos, así que estamos en diciembre. ¿Son comestibles? ¿Qué pájaros vienen a alimentarse? ¿Podemos verlos o escucharlos?
El jardín cambia cada día y siempre ofrece algo nuevo por descubrir. Es un entorno lleno de estímulos sensoriales: el sol que calienta la cara, el viento que mueve el cabello, una gota de lluvia, o una piedra fría y áspera entre las manos.

La dimensión social y emocional es igualmente esencial. En los jardines terapéuticos orientados al envejecimiento saludable se trabaja en objetivos como crear nuevas amistades, fomentar el sentido de grupo y pertenencia, o comprender y expresar emociones, incluido el proceso de duelo ante la pérdida de un ser querido. La horticultura, con su ciclo de vida y su carácter metafórico, es especialmente valiosa: evidencia que formamos parte de un sistema vivo. Si preparamos bien la cama de siembra, la semilla brotará; si la regamos, crecerá; y si la cuidamos, nos ofrecerá su recompensa en forma de cosecha.
Otro aspecto las terapias en el jardín es la aplicación de la Atención Centrada en la Persona (ACP), donde la persona mayor mantiene el derecho a decidir sobre su vida, su bienestar y su calidad de vida, puede resultar compleja tanto en el ámbito domiciliario como en el residencial.
Los jardines terapéuticos y las actividades relacionadas con las plantas y la naturaleza facilitan esta filosofía, fomentando una mentalidad más abierta —como el propio cielo abierto y el aire libre que simbolizan—., alargando durante la vida esta decisión personal tan importante de salir o no salir….volviendo a la primera pregunta en el principio del artículo: ¿Cómo te sentirías si no pudieras elegir salir a la calle justo cuando te apeteciera?
Seguimos trabajando activamente para su difusión pedagógica y comunitaria, es por ello que hemos firmado un acuerdo de colaboración con Foro Técnico de Formación para el desarrollo y virtualización del curso online Jardines Terapéuticos Palmlóf – Aproximación Metodológica, que estará disponible para su impartición en 2026 y al que seguirá la formación presencial práctica presencial en los centros que deseen implementarlo como terapia no farmacológica.
Los jardines terapéuticos son una herramienta innovadora que apoya a los profesionales del cuidado, a las familias y a los amigos, y que, sobre todo, mejora la calidad de vida de las personas mayores. Cada vez se habla más de ellos, y todo indica que han llegado para quedarse.
Referencias
- Cipriano et al 2017;Clatworthy, Hinds and Camic, 2016; Hansen jones and Tocchini, 2017; Lee et al. 2017)