Un artículo de Leire Lodeiro-Fernández, Logopeda y Gerontóloga,
Grupo de Investigación en Gerontología y Geriatría de la Universidad de La Coruña

La pérdida auditiva es uno de los trastornos sensoriales más frecuentes en la población mayor. Se estima que más del 30% de las personas mayores de 65 años presentan algún grado de hipoacusia.

En los últimos años, se ha evidenciado una relación significativa entre la pérdida auditiva y el deterioro cognitivo, lo que ha situado este tema en el centro de la atención geriátrica.

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Abordar precozmente la pérdida auditiva en las personas mayores podría retrasar o reducir el riesgo de deterioro cognitivo

Evidencia científica

Las personas con pérdida auditiva moderada tienen un riesgo hasta 3 veces mayor de desarrollar demencia en comparación con las que tienen audición normal.

La pérdida auditiva no tratada en la mediana edad se identifica como uno de los factores modificables más importantes para prevenir la demencia.

Además de las dificultades en la comunicación, la pérdida auditiva también podría contribuir al propio deterioro de las capacidades del lenguaje. La relación entre pérdida auditiva y deterioro del lenguaje parece más evidente en fases previas a la demencia, momento en el que sería crucial la corrección auditiva.

¿Cómo se relacionan la pérdida auditiva y el deterioro cognitivo?

Existen cuatro hipótesis explicativas:

  1. Sobrecarga cognitiva: Cuando la audición disminuye, el cerebro necesita dedicar más recursos a descifrar sonidos y palabras. Esto resta capacidad para otros procesos cognitivos como la memoria o la atención.

  2. Aislamiento social: La hipoacusia puede dificultar la comunicación, generar frustración y reducir la participación social. El aislamiento social es, a su vez, un factor de riesgo reconocido para el deterioro cognitivo y la depresión.

  3. Cambios cerebrales estructurales: Estudios de neuroimagen muestran que la pérdida auditiva prolongada puede asociarse con una reducción del volumen en regiones cerebrales implicadas en la audición y la cognición, como el lóbulo temporal.

  4. Factores comunes: Edad, enfermedades vasculares y procesos neurodegenerativos pueden afectar simultáneamente a la audición y al rendimiento cognitivo.

Implicaciones para la práctica geriátrica

Detección precoz

  • Incluir la evaluación auditiva sistemática en las revisiones geriátrica
  • Considerar un screening auditivo periódico a partir de los 55–60 años.

Intervenciones auditivas

  • Prescripción temprana de audífonos, implantes cocleares u otros dispositivos de ayuda auditiva cuando esté indicado.
  • Programas de rehabilitación auditiva y logopédica.

Estimulación cognitiva y social

  • Promover actividades en grupo y cognitivamente estimulantes adaptadas a personas con hipoacusia.
  • Fomentar la comunicación efectiva entre cuidadores y pacientes (hablar despacio, entornos silenciosos, apoyo visual).

Abordaje multidisciplinar

  • Trabajo conjunto entre geriatras, otorrinolaringólogos, logopedas y audioprotesistas o audiólogos.

Incluir la salud auditiva en la valoración gerontológica integral

  • La audiometría o incluso otras pruebas que no requieren de recursos tecnológicos, como el Test del susurro, son útiles en consulta.



Consejos prácticos para pacientes y familias

  • No subestimar la pérdida auditiva: una revisión audiológica a tiempo puede prevenir o mejorar la evolución del deterioro cognitivo.
  • Usar audífonos y otros dispositivos de ayuda auditiva con constancia y supervisar su correcto funcionamiento.
  • Crear entornos de comunicación accesibles: eliminar los ruidos de fondo, contacto visual y proximidad al hablar, espacios con buena acústica (materiales sin reverberación), buena iluminación, etc.
  • Hablar despacio a los adultos mayores suele ser más útil que hablar alto.
  • Mantener una vida social activa y participar en actividades que ejerciten la mente.

Conclusiones

Abordar precozmente la hipoacusia en las personas mayores no solo mejora su calidad de vida y su comunicación, sino que también podría retrasar o reducir el riesgo de deterioro cognitivo. Por lo que los profesionales de la geriatría deben integrar la salud auditiva en la valoración integral del adulto mayor.

Bibliografía: