Un artículo de Yara Cagiao,
terapeuta ocupacional experta en integración sensorial en Clínica Rehasalud de A Coruña

El proceso de envejecimiento conlleva cambios que se presentan de manera progresiva a distintos niveles (físico, cognitivo, emocional y social), destacando entre ellos la disminución de funciones como la memoria, la fuerza muscular, el equilibrio, la atención, la coordinación, la percepción sensorial, etc., aspectos que impactan directamente sobre la autoestima, independencia y calidad de vida de las personas mayores.

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Las terapias no farmacológicas son una herramienta esencial en el abordaje integral del envejecimiento


En este contexto, las terapias no farmacológicas (TNF) han obtenido un papel esencial en las intervenciones realizadas en geriatría, ya que permiten prevenir o mejorar el deterioro cognitivo y funcional, promover un envejecimiento activo y mejorar la percepción de bienestar, especialmente en el abordaje de enfermedades neurodegenerativas.

Pero, ¿cuáles son las terapias no farmacológicas? Las TNF comprenden un amplio conjunto de intervenciones orientadas a estimular las capacidades todavía preservadas y fortalecer aquellas que se encuentran en riesgo de deterioro. Dentro de ellas destacan la arteterapia, la musicoterapia y las intervenciones basadas en estimulación sensorial.

La arteterapia es definida como el uso de recursos artísticos con fines terapéuticos, priorizando siempre el proceso creativo por encima del resultado estético que se pueda obtener. Es una modalidad de TNF que permite un acceso respetuoso y no invasivo al mundo simbólico, cognitivo y emocional de la persona. Tiene múltiples beneficios a nivel de estimulación cognitiva, de bienestar emocional, de desarrollo personal y. también, dentro de una dimensión social y terapéutica.

La musicoterapia, constituye un abordaje propio basado en la utilización intencional de la música, en todas sus formas y posibilidades, para favorecer el bienestar a nivel físico, cognitivo, emocional y social. Busca estimular redes cerebrales vinculadas de manera directa a funciones como la memoria, el lenguaje, la atención, el procesamiento auditivo y la motricidad.

Entre otros beneficios, permite la reducción de situaciones de ansiedad, depresión y estrés, facilita la expresión emocional y la utilización del recuerdo autobiográfico, potencia la motivación, el disfrute y la autoestima, y mejora la motricidad, el equilibrio, la coordinación y la calidad del sueño (a través del seguimiento de ritmos, movimiento, relajación, etc.).

Por otra parte, debe destacarse que uno de los primeros sistemas en deteriorarse con la edad es el sistema sensorial, afectando tanto a la vida, como a audición, el tacto, el equilibrio (sistema vestibular) y a la propiocepción, impactando directa y negativamente sobre la comunicación, la movilidad, la participación social y la independencia.

Las intervenciones de estimulación sensorial buscan reactivar o compensar estas afectaciones sobre los diferentes sentidos a través de ejercicios de marcha, equilibrio y coordinación (sentidos vestibular y propioceptivo), utilización de contrastes, luces, formas y colores (sentido visual), uso de metrónomos, instrumentos y sonidos ambientales (sentido auditivo), empleo de variedad de texturas, materiales y objetos a diferentes temperaturas (sentido táctil) y utilización de aromas y sabores (sentido olfativo y gustativo).

Actualmente, la incorporación de tecnologías como la realidad virtual permite entrenar el equilibrio, la movilidad, la atención y la memoria, abordando distintos campos sensoriales, además de reducir el aislamiento social y aumentar la motivación.

Estas intervenciones mejoran el desempeño en actividades de la vida diaria, la independencia, la interacción con el entorno y la participación en diferentes actividades de ocio o fuera del contexto cotidiano.

La utilización de materiales diversos que combinan colores, texturas, música, aromas, etc. crea experiencias terapéuticas más enriquecidas y favorecen la integración entre dimensiones cognitivas, físicas y emocionales.

Además, la utilización de estas terapias en conjunto resulta útil en diversos contextos (comunitarios, clínicos y personales), ya que permiten adaptar el trabajo a diferentes niveles de capacidad funcional.

Por lo tanto, y como conclusión, las terapias no farmacológicas son una herramienta esencial en el abordaje integral del envejecimiento, ya que permiten trabajar aspectos que la medicación no puede alcanzar, como son las emociones, la identidad, la cognición, la creatividad, el movimiento y el vínculo social.

En todas ellas, su versatilidad, la ausencia de efectos adversos (bajo riesgo) y su gran accesibilidad las convierten en intervenciones indispensables en programas geriátricos, comunitarios y terapéuticos miltidisciplinarios orientados hacia los objetivos de un envejecimiento activo, participativo y saludable.