/p>>Un artículo de Marina Sánchez Picazo
Neuropsicóloga clínica en activo en la Residencia Entreálamos

En los tiempos que corren, parece que tanto el padecimiento como la búsqueda de frenos y soluciones científicas para las distintas formas de demencia están a la orden del día. Sin embargo, mientras estos conocimientos sobrevienen resulta interesante pararse a conocer cómo este proceso degenerativo sobrepasa al envejecimiento, y de qué mecanismos disponemos para acercarnos a estas personas, para calmar su neblina interior y, aun en este proceso crónico, conectar con ellos de la forma más humana y profunda posible.
Dentro del envejecimiento, existe una fina línea diferencial entre lo que se conoce como envejecimiento normal y el envejecimiento patológico. A medida que envejecemos, la lentitud cerebral y las distintas modificaciones en las capacidades sensoriales y cognitivas son procesos totalmente normales. Pero cuando estos cambios se hacen más evidentes y persistentes, y progresivamente comprometen la independencia en las distintas actividades de la vida diaria, hablaremos del traspaso entre el deterioro cognitivo leve hacia los cuadros demenciales (Díaz-Mardonmingo, García-Herranz, y Peraita-Adrados., 2010; Nitrini y Dozzi, 2012).

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Los pacientes de Alzheimer son capaces de sentir y experimentar emociones, que pueden persistir durante largos periodos de tiempo

La enfermedad de Alzheimer es la patología neurodegenerativa crónica más frecuente en la vejez, caracterizada clínicamente por el deterioro progresivo de múltiples funciones cognitivas, entre las que destaca la precoz alteración de la memoria (Jurado y cols., 2013)Sin embargo, a pesar de la pérdida de memoria y por tanto, la dificultad que presentan estas personas para recordar las nuevas situaciones y experiencias vividas, cada momento marca profundamente su estado emocional y anímico.
Un estudio reciente de Guzmán-Vélez y cols., (2014) demuestra precisamente que los pacientes de Alzheimer son capaces de sentir y experimentar emociones, así como que las emociones pueden persistir durante largos periodos de tiempo independientemente de recordar o no la experiencia que las causó.
Este estudio se llevó a cabo mediante un sencillo experimento. Distintas personas con Alzheimer fueron expuestas a dos tipos de películas, una de contenido alegre, y otra de contenido triste. Tras media hora desde la visualización, analizaron sus estados emocionales, y descubrieron que aunque no podían recordar ningún detalle, su estado emocional concordaba con el fragmento que vieron… ¡estaban felices o tristes aun sin poder recordar el por qué!
Además, descubrieron que los participantes que visualizaron los fragmentos tristes, fueron los que más tiempo se estabilizaron en dicho estado de tristeza. Esto es porque las emociones negativas son por naturaleza de más difícil manejo que las emociones positivas. Para salir de un estado de tristeza, es necesario ser consciente del motivo que te llevó a sentirla. Si no recuerdas la causa de origen, la frustración aumenta y prolonga esta emoción.
El resultado del estudio de Guzmán-Vélez y cols., se puede extrapolar en una importante moraleja. A pesar de que estas personas no son capaces de recordar momentos específicos de alta valencia emocional, como el cariño impregnado en un abrazo, una contestación injustificadamente brusca o la visita de un familiar cercano, estas vivencias crearán una huella emocional duradera.
Diversos estudios predicen que la incidencia de las distintas demencias crecerá para el futuro; de ahí, la importancia de seleccionar caminos de intervención dirigidos a mantener el estado cognitivo, emocional y anímico así como de promover su calidad de vida y de bienestar.
Geriatricarea deterioro cognitivo residencia entrealamos musicoterapia
La musicoterapia es una de las terapias no farmacológicas que mejora el estado afectivo de las personas con deteriro cognitivo

Una de las terapias no farmacológicas que aumenta el estado afectivo positivo es la musicoterapia. Los pacientes con demencia llegan a perder la orientación tanto en el espacio y tiempo como en sí mismos, situación que desencadena gran confusión y desesperanza. Escuchar una canción que resulta familiar despierta emociones y recuerdos del pasado, potenciando de esta forma el sentimiento tan importante de identidad y seguridad personal.
Diversos estudios muestran que a pesar del avance y deterioro cognitivo sufrido por algunas personas con demencia, su memoria musical se mantiene activa. Pueden haber perdido la capacidad de comunicarse a través del lenguaje, y sin embargo, ser capaces de reproducir la letra de una canción a la perfección.
«La musicoterapia ofrece escucha y estímulo, descarga y contención, evocación y canalización de sentimientos mediante un lenguaje simbólico, profundo e inmediato» (García Valverde, E., 2014). Esto provoca un estado de ánimo de valencia más positiva en las personas con Alzheimer, mejora estados ansioso-depresivos y, como en el estudio Guzmán-Vélez y cols., antes mencionado, favorece la interacción, no sólo durante la experiencia musical, sino que mantiene estados de felicidad, identidad y familiaridad incluso después de la misma.
Estas personas tienen una gran necesidad de expresar sus emociones y sentimientos, proceso dificultoso en demencias avanzadas. Por tanto resulta de gran interés mantener espacios terapéuticos que estimulen y validen su aparición y expresión.
La estimulación sensorial es otra de las terapias no farmacológicas utilizada en demencias más avanzadas que propicia la mejora de la afectividad y la conexión con el entorno (Matilla-Mora y cols., 2016).
Mediante la exposición multisensorial a distintos estímulos (de forma pasiva o activa, según los aspectos físicos y psicosociales de cada persona), se trata de crear un espacio en el que poder expresarse, reencontrarse y relajarse. Hay veces en que un olor trae a la memoria recuerdos de forma muy vívida, sintiendo como si se abriera una caja y comenzara a volar todo aquello que se percibió en ese momento con cada uno nuestros sentidos, desde un roce o una mirada hasta el calor del calefactor de un frío invierno. Esas pequeñas cosas se mantienen vivas a través de nuestros sentidos, y traen consigo una fuerte sensación de reconforte, paz y tranquilidad. 
Los crecientes estudios realizados en el ámbito emocional y cognitivo mencionados en este artículo conllevan un gran impacto en la forma en que debemos acercarnos a estas personas. Hay que eliminar situaciones que puedan provocar frustración y confusión, tristeza injustificada, o incluso miedo ante la interacción. Favoreceremos sus sentimientos de bienestar y con ello, su calidad de vida mediante la simple búsqueda emocional positiva en contactos rutinarios, propiciando espacios que potencien la expresión emocional que expandan su alegría y asienten su identidad personal… ¡Cada palabra, cada gesto y cada mirada cuenta!
Bibliografía
Díaz-Mardomingo, M. C., García-Herranz, S., y Peraita-Adrados, H. (2010). Detección precoz del deterioro cognitivo leve y conversión a la enfermedad de Alzheimer: Un estudio longitudinal de casos. Psicogeriatra, 2, 105-111.
García Valverde, E. Guía de orientación de la musicoterapia en personas con demencia. (2014). Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO)
Guzmán-Vélez, E., Feinstein, J. S., & Tranel, D. (2014). Feelings without memory in Alzheimer disease. Cognitive and behavioral neurology, 27(3), 117-129.
Jurado, MA., Mataró, M., Pueyo, R. (2013). Neuropsicología de las enfermedades neurodegenerativas. Síntesis.
Matilla-Mora, R., Martínez-Piédrola, R. M., & Huete, J. F. (2016). Eficacia de la terapia ocupacional y otras terapias no farmacológicas en el deterioro cognitivo y la enfermedad de Alzheimer. Revista Española de Geriatría y Gerontología, 51(6), 349-356.
Nitrini, R., Dozzi Brucki S. M. (2012). Demencia: definición y clasificación. Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias, 1(12), 75-98.

Sobre la autora: Marina Sánchez Picazo 

 Geriatricarea Marina Sánchez Picazo residencia entrealamosMarina Sánchez Picazo es graduada en Psicología bilingüe por la Universidad Complutense de Madrid y posee el máster oficial en Neurociencia cognitiva y del Comportamiento por la Universidad de Granada. Neuropsicóloga clínica en activo en la Residencia Entreálamos, especializada en las unidades de ictus y demencias. Aunque apasionada de las neurociencias, continúa formándose dentro de la rama de la Psicología Clínica para complementar conocimientos que puedan guiar y conectar la investigación sobre el cerebro humano y la práctica clínica diaria.