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Un artículo de Angela Llanos Pérez,
Vocal responsable del departamento de formación y empleo
de la Asociación Española de Psicogerontología
y Directora de la Residencia de Mayores San Clemencio

 
La Enfermedad de Alzheimer genera un tipo de demencia que afecta a la memoria principalmente. La persona va perdiendo progresivamente el resto de sus funciones cognitivas y físicas. En las etapas iniciales el enfermo es consciente de sus fallos de memoria y sus problemas para almacenar nueva información. En estas etapas es necesario enseñar a gestionar las emociones y realizar actividades de estimulación cognitiva para ralentizar el avance de la enfermedad lo máximo posible. En las siguientes fases lo que se pretende es un mantenimiento de las funciones conservadas.

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El cuidador principal de una persona con Alzheimer necesita apoyo en la esfera emocional y social, ya que cuanto más descansado esté mejor serán los cuidados propiciados

Es una enfermedad que no sólo afecta a la persona sino también a sus familiares. El cuidador de Alzheimer suele sentirse solo, además de experimentar agotamiento emocional y físico y sentimientos ambivalentes hacía la persona, ya que en ocasiones no entiende su comportamiento o lo que le sucede, esto genera emociones muy intensas. 
El cuidador principal necesita de apoyo tanto en la esfera emocional como social ya que cuanto más descansado esté el cuidado mejor serán los cuidados propiciados. Los síntomas que pueden experimentar son ansiedad, depresión, bloqueo emocional, insomnio… Todos estos síntomas se deben de trabajar para irlos disminuyendo progresivamente.
Una de las principales funciones del psicogerontólogo es la psicoeducación de los cuidadores, irles ofreciendo información sobre sus sentimientos, la enfermedad que están viviendo y las etapas posteriores. Por otro lado, también ayudan y apoyan a grupos de cuidadores para enseñarles a gestionar sus emociones y su tiempo. Es imprescindible que tenga tiempo para el autocuidado y así tenemos que transmitírselo los psicogerontólogos, al ser una enfermedad larga, requiere de apoyo psicológico.
Pautas para evitar el síndrome del cuidador quemado:

  • Marcarse objetivos a corto y medio plazo, evitar aquellos objetivos de largo plazo para no verlos distantes y desanimarse por su lejanía.
  • Salir diariamente para poder relacionarse con otras personas aunque tenga situaciones diferentes para distraerse momentáneamente.
  • Pedir ayuda para poder ser ayudados. Los demás no tienen por qué saber por lo que están pasando, pero sí pueden ayudar.
  • Ser asertivos y decir “no” cuando sea necesario; se evitaran confusiones y sobrecargar al cuidador.
  • Mantener una dieta equilibrada y realizar un poco de ejercicio diario.