El Gobierno de Castilla-La Mancha está ultimando una estrategia que aborde la “fragilidad” de las personas mayores la cual recogerá propuestas de actuación y adaptación del Servicio de Salud para evitar que esta situación derive en dependencia.

Con un enfoque centrado en la persona e individualizando las prestaciones y servicios para proteger los derechos y asegurar su calidad de vida de las personas mayores, este documento está siendo elaborado por el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha y se encuadra en el marco de las directrices de la Unión Europea y de la Organización Mundial de la Salud para el Horizonte 2020, que propone fomentar un envejecimiento activo y y saludable a través de un alto grado de integración de las organizaciones sanitarias, sociales, educacionales y comunitarias.

Y para afrontar este reto, esta estrategia que aborda la fragilidad del anciano se basará en una extensa bibliografía y estará coordinada por un grupo de trabajo de profesionales del SESCAM. Se centrará en la identificación precoz de ancianos frágiles con mayor riesgo de deterioro funcional; la valoración integral y exhaustiva de la función física, cognitiva y social; la actuación de equipos especializados interdisciplinarios; el uso de protocolos, y la integración de los cuidados hospitalarios y comunitarios que asegure la continuidad y seguimiento de los mismos de forma bidireccional, previa y posterior al ingreso hospitalario.

Del análisis de los datos realizado por el Gobierno de Castilla-La Mancha se desprende la necesidad de adaptar el servicio de salud a los nuevos tipos de usuarios, con el objetivo de retrasar el comienzo de la enfermedad crónica y fomentar una extensión de la vida activa a través de estrategias que promocionen el envejecimiento en salud.

Y es que, tal y como destaca el consejero de Sanidad, Jesús Fernández Sanz, el envejecimiento demográfico es uno de los retos a los que se enfrenta Europa actualmente. Las personas mayores tienen un mayor riesgo de volverse frágiles y de desarrollar discapacidad asociada al envejecimiento, con la consiguiente pérdida de calidad de vida que ello conlleva.

En este sentido, los expertos apuntan que la fragilidad es un síndrome complejo, compuesto por múltiples condicionantes, heterogéneo, relacionado biológicamente con el envejecimiento y con una trayectoria específica que puede ser fluctuante y reversible.

La “cuarta transición demográfica”, conocida como la ‘Edad de las enfermedades degenerativas demoradas’, refleja que en la actualidad las personas mayores de 80 años, principales usuarias de los servicios de salud en países industrializados, presentan una reducción en la incidencia de enfermedades tradicionales (cardiovasculares y respiratorias) y un aumento de otras, tales como la diabetes, cáncer, deterioro cognitivo, demencia, caídas,  alteraciones en la movilidad.

El cambio demográfico que se está dando en todos los países avanzados conduce a una población con una esperanza de vida muy elevada, con frecuente patología o multimorbilidad, que se hace crónica en un extenso periodo de su existencia, y que puede ser limitante, o no, para un desarrollo normal e independiente de sus actividades.