Un artículo de Carina Escobar,
presidenta de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP)

En los últimos años, la sociedad ha ido haciéndose más consciente de la importancia de la salud. Cada vez tenemos más claro que cada uno de nosotros podemos hacer mucho para mejorar nuestra calidad de vida: cuidarnos llevando una buena alimentación, realizando ejercicio, saliendo a dar un paseo a la luz del sol, descansando las horas necesarias…

La pandemia ha dejado patente la importancia de la salud tanto personal como del conjunto de la ciudadanía, nos ha enseñado que cuidarnos a nosotros mismos es también un acto de solidaridad que impacta en el cuidado de otros, sobre todo de los más vulnerables. Por ello, y siendo conscientes de que la actual crisis sanitaria y social que nos está dejando la COVID-19, me parece más oportuno que nunca este Monográfico Especial de Geriatricarea sobre la importancia de la nutrición y el ejercicio físico, en el que se dedica espacio a hablar de hábitos saludables.

Difundir este mensaje de corresponsabilidad de nuestra salud es indispensable en estos momentos y, por ello, desde la Plataforma de Organizaciones de Pacientes nos sumamos a ello. Este periodo de confinamiento ha repercutido en la calidad de vida de muchas personas, sobre todo aquellas que ya tenían una patología previa, provocando un deterioro de su forma física o fuertes cargas psicológicas. Como señalamos en el último Desayuno POP, titulado “Cronicidad y personas mayores en tiempos de Covid-19”, algunos pacientes con enfermedad crónica y una edad avanzada, han tenido además un decaimiento de la situación cognitiva.

geriatricarea COVID-19
Con el confinamiento, algunos pacientes con enfermedad crónica y una edad avanzada han sufrido, además, un decaimiento de la situación cognitiva

Las personas con demencia han sufrido el confinamiento de una manera muy dura, porque no han podido acudir a sus centros de día, una actividad importante para mantener su estado cognitivo. Esta es una situación muy parecida a la que han vivido los niños, que recibían rehabilitación adaptada en sus centros escolares, pero también a la de los adultos que acudían de manera habitual a recibir terapias y no han podido hacerlo durante gran parte del estado de alarma.

Tras un periodo de tres meses, nos encontramos ante un escenario en el que muchos pacientes crónicos, con distintas patologías y tras el empeoramiento de su salud, tendrán que solicitar atención psicológica, rehabilitación y tratamientos adaptados a sus nuevas necesidades. En estos casos, las medidas adaptadas a cada paciente son indispensables, como también lo es, para complementarlas y alcanzar una calidad de vida lo más óptima posible, que estos pacientes y/o sus cuidadores sean conscientes de la corresponsabilidad en los cuidados de protección en un escenario sin vacuna: que extremen las medidas de higiene, la distancia social, el uso de mascarilla, la limpieza en el hogar, la hidratación, el mantenimiento de la actividad y las relaciones sociales para combatir la soledad y el miedo.

Las medidas que acabamos de nombrar en ningún caso deben sustituir, sino complementar, a otras que siempre deben estar presentes y de las que ya hablábamos antes de la pandemia. Estas son, entre otras, la importancia de mantener una dieta equilibrada, adaptada a las recomendaciones del médico según cada patología. Es fundamental que la ingesta de alimentos sea suficientemente abundante como para cubrir las necesidades metabólicas y de actividad diaria de los pacientes, evitando así la pérdida de peso y la desnutrición. La dieta debe ser sana, equilibrada y variada, y hay que evitar el consumo de substancias nocivas como el tabaco y el alcohol y mantener el organismo correctamente hidratado.

Es importante que comer sea un placer y que sea parte del disfrute diario, no deben faltar: verduras (cocidas y crudas), huevos, legumbres, carnes como las aves y el conejo, pescado blanco y azul, aceite de oliva, cereales, lácteos, fruta fresca y frutos secos. Y moderar el consumo de sal y azúcares añadidos.

Asimismo, estos meses de confinamiento han podido afectar en la movilidad, elasticidad y reflejos, es todo un reto para muchas personas retomar su actividad. Por eso, siempre siguiendo criterio de los profesionales sanitarios, es bueno encontrar motivación, sacar fuerzas y movernos, para las personas más dependientes la ayuda, de familia, amigos y cuidadores, con su ánimo y dedicación, pueden ayudar a mucho a las personas más frágiles.

Me gustaría concluir este artículo hablando de la necesidad de cuidar nuestra salud mental, ya que el confinamiento en muchos casos a fomentado el aislamiento que ya sufren muchas personas con enfermedades crónicas lo que ha agravado el sentimiento de soledad, es importante apoyarse en familias y amigos. En este sentido, las asociaciones de pacientes, son de gran ayuda ofrecen apoyo al paciente y sus familias y muchas ofrecen ayuda psicológica