La compañía SeniorDomo ha desarrollado un reloj con inteligencia artificial que analiza de forma automatizada datos de actividad física, signos vitales y ubicaciones de sus usuarios. El software del dispositivo, detecta situaciones de riesgo como inactividad, pulso anómalo, caídas o que la persona se haya perdido. Además, los familiares disponen de toda la información del dispositivo, y reciben notificaciones en su app móvil. La velocidad con la que actúa LUZÍA cuando existe algún contratiempo ayuda a prevenir problemas graves.

¿Cómo funciona LUZÍA?

Una vez que la persona se coloca el reloj con inteligencia artificial, LUZÍA, es capaz de procesar la información y notificar, mediante alertas, anomalías de la persona mayor tales como inactividad, caídas, problemas cardiacos o lejanía de la zona de seguridad.

Cuando el asistente virtual detecta una anomalía, contacta con el usuario a través del reloj. Si no recibe respuesta o hay una situación de emergencia, automáticamente llama a los familiares o personas de contacto a través del dispositivo con manos libres.

¿Qué pasa si el familiar o persona de contacto no responde a la llamada?

LUZÍA es capaz de detectar si se ha producido una conversación o si ha saltado alguna locución tales como el contestador automático o tener el móvil apagado o fuera de cobertura. En este caso, el reloj con inteligencia artificial seguirá insistiendo con los números hasta conseguir contactar con alguien.

El cofundador de SeniorDomo, Ángel Puertas, declara que “la misión de SeniorDomo es crear una tecnología asequible y accesible para mejorar la calidad de vida de las personas mayores independientemente de su poder adquisitivo”, “debemos introducir tecnología como LUZIA que se combine con personal humano para hacer sostenible el sector socio-sanitario, tanto público como privado. Vamos hacia una sociedad cada vez más envejecida y sin manos o recursos suficientes para atender a todos los mayores con calidad”.

La tecnología de LUZIA ha sido capaz de realizar con éxito 4500 llamadas en un tiempo de respuesta del familiar inferior a 24 segundos, lo que ha supuesto una descongestión en la saturación de las líneas de los centros de emergencia.

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