Un artículo de la Federación Española de Diabetes (FEDE)

El dolor crónico es una de las principales causas de discapacidad en Europa, afectando a 1 de cada 5 de sus ciudadanos, limitando la capacidad de llevar a cabo actividades laborales, sociales, familiares y personales, incluso el llegar a cuidar de uno mismo, provocando, además, problemas económicos y riesgo de desarrollar depresión y aislamiento social, si la dolencia persiste en el tiempo.

En el caso de nuestro país, cerca de un 17% de la población, es decir, casi 8 millones de personas, vive con esta dolencia. Concretamente, personas con enfermedades crónicas neurológicas, reumáticas, oncológicas u osteomusculares pueden tener asociado este dolor crónico.

Según una encuesta realizada por Pain Alliance Europe, sobre dolor crónico en 17 países europeos, esta dolencia impacta, en su mayoría, a mujeres con una edad media de 46 años. De ellas, más de la mitad indicaron que se veían obligadas a reducir o limitar sus actividades habituales, afectándoles en todos los ámbitos de su vida: desde el personal y familiar, hasta el social y el laboral. A todo esto se suma, además, un estigma social que se genera alrededor por la incomprensión de esta patología.

geriatricarea dolor muscular
1 de cada 6 personas conviven con diabetes podría llegar a desarrollar dolor crónico en algún momento de su vida

Existe un gran número de enfermedades específicas que, a menudo, están asociadas con el dolor, como es el caso de la diabetes, intrínsecamente relacionadas con la edad, y que en ocasiones supone también otro factor de riesgo para desarrollar esta dolencia. En este sentido, de los 6 millones de personas conviven con diabetes en España, se estima, 1 de cada 6 podría llegar a desarrollar dolor crónico en algún momento de su vida, suponiendo entre un 16% y un 26% de estos pacientes.

Además, cabe destacar que cada vez es más evidente que, en muchos pacientes, pueden desarrollarse dos enfermedades al mismo tiempo: la original y la del propio dolor crónico. Es por eso por lo que, desde la desde la Sociedad Española del Dolor (SED) insisten en que “el dolor crónico merece una atención especial como enfermedad con derechos propios”, el cual requiere la actuación de un especialista con experiencia en este campo, de la misma forma en la que es fundamental contar con conocimientos específicos para el tratamiento de la patología de base, como puede ser la diabetes, abordada junto con especialistas en salud mental, para paliar los problemas emocionales entre las personas que lo padecen.

Neuropatía diabética

La incidencia de diabetes entre las personas mayores de 65 años, según datos de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, se sitúa en casi un 40% del total de personas con esta patología en España, lo que supone más de 2 millones de pacientes. Unas cifras que, debido a su prevalencia y aumento, hacen a este colectivo vulnerable ante una de las complicaciones que pueden generar dolor crónico: la neuropatía diabética.

Según datos de la Sociedad Española del Dolor (SED), la neuropatía diabética está presente entre el 28% y el 49% de las personas con diabetes, y en el 50% se acompaña de dolor. De hecho, aproximadamente 2 de cada 3 pacientes con diabetes tienen al menos una o más condiciones que causan dolor, además de la diabetes.

Esta afección se define como un dolor que surge como consecuencia directa de una lesión o enfermedad que afecta al sistema somatosensorial y que puede estar causado por lesiones o enfermedades nerviosas y hay dos tipos. Por un lado, estaría la neuropatía periférica, la cual es la más común entre las personas con diabetes y afecta, principalmente, a los pies, piernas, manos y brazos, con síntomas que empeoran durante la noche y entre los cuales se encuentran: entumecimiento y sensibilidad reducida para sentir dolor o cambios de temperatura; sensación de hormigueo; quemazón; calambres o dolores punzantes; mayor sensibilidad o sensibilidad alterada; riesgo de desarrollo de problemas en los pies como el pie diabético.

Por otro lado está la neuropatía autonómica, que aparece, cuando la diabetes afecta a los nervios en las zonas que controlan el corazón, la vejiga, el estómago, los intestinos, los órganos sexuales o los ojos. Los síntomas que aquí pueden aparecer síntomas como: riesgo de hipoglucemias; problemas en los intestinos o en la vejiga; problemas estomacales que causan nauseas, vómitos o pérdida de apetito; sensibilidad al percibir la luz; y problemas en las respuestas sexuales.

La prevención como abordaje

En cuanto a la prevención de la neuropatía diabética que causa dolor, existen herramientas de detección y algoritmos para realizar un diagnóstico correcto y precoz de la patología, además de tener a disposición fármacos que se ha comprobado que mejoran la calidad de vida de las personas que la sufren.

Sin embargo, se continúa estudiando cómo detectar qué pacientes sufrirán efectos secundarios, lo que hace que el dolor neuropático esté insuficientemente tratado en el 40% de las personas que presentan esta complicación de la diabetes. Por otro lado, las medidas higiénicas, ergonómicas, psicológicas y el control exhaustivo de la glucemia también contribuyen también a mejorar la evolución del dolor crónico.

Por ello, se considera que el tratamiento del dolor neuropático crónico constituye siempre un reto clínico para los profesionales sanitarios, además de suponer un elevado impacto en la vida de las personas que lo sufren y sus familiares. Es precisamente aquí donde los expertos sanitarios recomiendan un tratamiento individualizado del paciente que les conduzca a lograr el éxito terapéutico.

Unidades contra el dolor

Cuando el dolor no mejora o persiste a pesar de la medicación y el tratamiento, el especialista médico puede enviar al paciente a una unidad específica para ello, que han ido estableciéndose en los últimos años para atender las necesidades de las personas que sufren dolor crónico. En ellas, los pacientes son tratados por profesionales de la salud expertos en problemas de dolor crónico severo.

Algunas de estas unidades del dolor ofrecen tratamiento integral y multidisciplinar por parte de un equipo de profesionales como anestesiólogos, enfermeras y / o psicólogos, además de otros médicos especialistas según se requiera. Estos equipos multidisciplinares se han desarrollado gracias al mayor reconocimiento del dolor crónico como causante de efectos negativos en la vida del paciente. En estos casos, el camino más efectivo suele ser la combinación de tratamientos, ya que el dolor crónico es tan complejo que conlleva problemas físicos y psicológicos. También cuentan con programas de ayuda para poder volver a la vida normal, incluso si no existe una forma inmediata de resolver el dolor.

El valor del asociacionismo

Con estos datos y realidades, con la intención de sensibilizar sobre esta dolencia, desde la Federación Española de Diabetes (FEDE), con el apoyo de BMP Grant, se lanzó la campaña Rompe con el dolor, para visibilizar los problemas físicos y psicológicos que conlleva, y romper con el silencio y el estigma que existe en torno al dolor crónico, independientemente de su origen.

Con esta campaña, queda patente el trabajo que realizan las asociaciones para prevenir y / o preparar a los pacientes en el caso de desarrollar pie diabético o una neuropatía diabética, dándoles herramientas para aceptarlo y reciban una atención psicológica adecuada e información para que conozcan cómo poder actuar.

Además, y en la lucha por la visibilización del dolor crónico, entran en juego los tres pilares básicos sobre los que se basan las asociaciones de pacientes: acogida y acercamiento; educación diabetológica; y acción reivindicativa.

Considerar realmente el dolor crónico como una enfermedad de primer orden, con derechos propios, independientemente de su origen, ayudaría a tratar la patología de base, como puede ser la diabetes, y mejorar la calidad de vida, tanto física como emocional, de todos estos pacientes. Por ello, desde las asociaciones se trabaja para ayudar a otros pacientes con otras patologías a conseguir derechos juntos.