Un artículo de Mar Rocha,
portavoz y adjunta a la presidencia del Colegio Oficial de Diplomados en Enfermería de Madrid (CODEM)

Situaciones como las vividas recientemente como consecuencia de la pandemia por Covid-19 han acentuado la necesidad de contar con estrategias de intervención y gestión de los recursos que vengan a favorecer el cuidado de las personas mayores.

Precisamente, y por la importancia creciente del concepto de “adherencia al tratamiento”, procurar la mejora de la calidad de vida de las personas mayores requiere una amplia cooperación y colaboración de todos los profesionales involucrados, de las administraciones y de la sociedad en su conjunto.

En este punto, las enfermeras como profesionales que proporcionan cuidados, acompañamiento y atención directa, se sitúan en el sistema sanitario y sociosanitario en un puesto privilegiado -al lado de las personas- para poder aportar educación para la salud y medidas de higiene y de hábitos de vida que procuren una mejora en la calidad y en el bienestar percibido por las personas a las que atendemos. Además de contar con el necesario conocimiento y aplicación de medidas no farmacológicas, las cuales evitan la medicalización de los pacientes, considerándose imprescindible esta medida por parte de los equipos de salud.

Las medidas no farmacológicas deben utilizarse como primera línea de actuación. Sin embargo, en nuestro país, su prescripción sigue siendo limitada ante la existencia de un alto consumo de fármacos destinados a solucionar problemas, que llevan aparejados efectos no deseados.

Se debe adoptar un nuevo enfoque sanitario y sociosanitario en el que se apueste por la enfermería geriátrica

El abordaje de los problemas de salud de las personas mayores precisa de una mejora fundamental de los recursos humanos profesionales y de formación al respecto en este tipo de medidas. Y es precisamente la necesidad de actuar con conocimiento lo que hace imprescindible fortalecer y apostar por profesionales que posean el conocimiento sobre las pautas de actuación sobre el manejo problemas asociados o agravados por la edad, para estar en condiciones de abordar de forma más integral la situación y adquirir un papel activo.

Las enfermeras especialistas en Geriatría son profesionales que cuentan con competencias para llevar a cabo una educación sanitaria a la población mayor que ofrezca una asistencia de calidad, incluyendo los posibles tratamientos no farmacológicos de los que se dispone, para decidir entre el profesional y el paciente -incluyendo a los cuidadores- quienes decidan la opción que más se adapta a las necesidades y circunstancias de cada persona, procurando la adhesión al tratamiento y la autonomía del paciente en la medida de sus posibilidades.

Influir en su salud y calidad de vida y al tiempo contribuir a la seguridad de los pacientes no puede hacerse a costa de sustituir enfermeras para ahorrar y evitar contratación de profesionales cualificados. Es responsabilidad de todos -profesionales, administraciones y sociedad- dar una respuesta a las necesidades de la población mayor y de los pacientes pluripatológicos que precisan de cuidados y de educación para la salud que les permita mantener su autonomía el mayor tiempo posible y gestionar su salud a través del autocuidado para evitar intervenciones sanitarias inadecuadas.

Si queremos aprender de las lecciones que la pandemia nos ha traído, es imprescindible actuar con un nuevo enfoque sanitario y sociosanitario que permita a las personas y pacientes participar en él y apostar por la enfermería geriátrica y reforzarla, sin introducir otros perfiles de nueva creación con objetivos economicistas y que no se fundamenten en los resultados de salud. En ello nos va la salud y bienestar presentes y futuros de todos.