Un artículo de Sanitas Mayores

En el último siglo la esperanza de vida ha aumentado en todo el mundo, lo que ha llevado a un significativo aumento de enfermedades crónicas como la demencia, que afecta a cerca de 50 millones de personas en la actualidad, según datos de la OMS. Esta realidad ha propiciado que cada vez existan más estudios acerca de las causas, síntomas y tratamientos de este tipo de patologías, con el fin de mejorar la situación vital de las personas que las sufren.

Si bien es cierto, en la actualidad no existe un tratamiento específico que pueda curar la demencia o revertir su evolución progresiva, pero sí terapias novedosas que se están investigando y numerosas intervenciones que se pueden ofrecer para apoyar y mejorar la vida de las personas con demencia, así como a sus cuidadores y familias.

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La mejor opción para el cuidado de personas con demencia en la actualidad es la reducción de fármacos

En este contexto, el estudio de la Universidad de Dartmouth y Sanitas Mayores sobre el uso apropiado del uso de psicofármacos asegura que la mejor opción para el cuidado de personas con demencia en la actualidad es la reducción de fármacos, en la medida en que esto sea posible.

En este sentido, lo más importante es poner a cada individuo en el centro de la intervención y, para ello, es esencial conocer perfectamente sus necesidades. La reducción de fármacos no sólo mejorará la socialización de los mayores, sino también su estado físico y emocional.

Asimismo, el estudio determina que el control del uso de benzodiacepinas y los antipsicóticos aporta importantes beneficios para los pacientes. Este dato tiene especial importancia ya que estos medicamentos son precisamente los más utilizados en España con fines restrictivos en pacientes con demencia, generalmente para evitar conductas desafiantes.

Otro de los avances que propicia el control de los fármacos en este sentido es la reducción en el registro de caídas y menor número de lesiones graves asociadas. Además, es importante destacar que se reducen efectos secundarios como somnolencia o efectos cardiovasculares.

Además del uso apropiado de los psicotrópicos, existen otros puntos fundamentales, como hacer los centros más amigables y el uso de terapias no farmacológicas. Se trata de dos factores que, unidos al control farmacológico, conforman una triada imprescindible para la labor que realizamos desde Sanitas Mayores.

Cuando hablamos de transformar los espacios en los que viven las personas mayores, hablamos de modificarlos en función de sus necesidades. Existen evidencias científicas que demuestran que adaptar el entorno mejora directamente los síntomas de las personas que padecen demencia y además permite llevar a cabo un cuidado libre de sujeciones, lo que promueve múltiples beneficios como tener una mayor masa muscular, reducir el dolor y mejorar el estado de ánimo.

En cuanto a las terapias no farmacológicas, representan casi el 80% de las herramientas que tenemos para cuidar de nuestros mayores. La terapia con música, con animales, o el acompañamiento terapéutico son sólo algunos ejemplos.

En concreto, cualquier persona con alteraciones en la atención, la memoria, el lenguaje y la motricidad puede beneficiarse de una terapia con música, ya que ayuda a reforzar las habilidades cognitivas. Además, las terapias asistidas con animales también tienen efectos terapéuticos que favorecen el estado emocional. A través de este tipo de actividades, las personas mayores pueden mejorar distintos aspectos como las funciones cognitivas, las capacidades psicomotrices o los reflejos posturales.

Por último, creemos que la individualización de los cuidados es esencial. Se trata de una modalidad con la que el personal médico analiza cada caso como único, y en función de las características de la persona propone una personalización de los cuidados, especificando unos objetivos concretos, determinando así la individualidad o grupalidad de las intervenciones no farmacológicas.

Esto se traduce en que las personas con poco deterioro cognitivo pueden realizar actividades en grupos de intervención más grandes y, por lo tanto, con un nivel de socialización mayor; mientras que en los casos de demencia avanzada las intervenciones suelen ser individuales.

El objetivo no es otro que conseguir que las personas con demencia sigan siendo personas autónomas, libres y con capacidad de decisión. Para eso debemos prestarles atención, conocer sus gustos y a partir de sus prioridades establecer las actividades y los programas que más les ayuden a vivir una vejez digna y feliz.