Un artículo de Audika España

¿Sabías que las personas que padecen problemas auditivos tienen más predisposición a tener una peor salud mental? Cuando hablamos de audición hay muchos factores que no se tienen en cuenta y uno de ellos son las enfermedades mentales.

La pérdida de audición es una problemática común entre los adultos mayores, ya sea causada por la genética, el exceso de ruido, enfermedad o la edad. De acuerdo con el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, aproximadamente una de cada tres personas a partir de los 50 años sufre de pérdida auditiva. Y un 23% de estas personas llegan a desarrollar depresión de moderada a severa.

Perder la capacidad de escuchar puede afectar drásticamente a la forma en la que interactuamos con los demás y experimentamos la vida. También puede ponernos ante un gran peligro, como el de desarrollar trastornos de salud mental como ansiedad y/o depresión. De hecho, la pérdida de audición y la depresión en los adultos mayores van de la mano. Existen estudios que afirman que los adultos mayores con sordera tienen un 47% más de probabilidades de experimentar síntomas de depresión. Mientras que, para aquellos que ya tienen problemas de salud mental, la pérdida de audición puede empeorar el problema.

Teniendo en cuenta que a partir de los 50 años es habitual que aparezcan los primeros síntomas de pérdida auditiva y que la esperanza de vida ha crecido notablemente, es momento de actuar y someterse a una revisión auditiva rutinaria anual. Y es que una persona que sufre de pérdida auditiva no tratada es más propensa a tener un deterioro cognitivo prematuro ya que su cerebro comienza a recibir menos información. Un hecho que afecta directamente a las emociones de quienes lo padecen, así como de su núcleo cercano.

Rafel Briceño, especialista en audición de Audika España, señala que “la audición y el habla son vitales para nuestra capacidad de comunicarnos con otras personas a través del lenguaje. La comunicación fluida nos permite construir relaciones satisfactorias y disfrutar de una experiencia de vida vibrante, es una parte esencial del ser humano«.

Y continua, «desde el campo de la audición, la salud mental derivada de una pérdida de audición la podemos cubrir con una excelente y correcta revisión audiológica, pero sobre todo con el uso correcto de los audífonos».

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Cuidar la salud auditiva permite conectar con tu entorno y llevar una vida normal, mejorar las relaciones sociales

“Muchas de las personas que acuden por primera vez a un centro auditivo tienen un hándicap a la hora de usar audífonos. Por eso, es importante que confíen en su centro auditivo y en los profesionales que los atienden ya que esa relación de confianza es clave para su bienestar emocional”, señala este especialista.

Subraya Rafael que la pérdida auditiva, ya sea leve, moderada o profunda, interfiere con nuestra capacidad de comunicarnos y socializar. Afecta a la calidad de nuestras interacciones con otras personas, tanto al tratar de entender a alguien por teléfono, pedir una comida en un restaurante e incluso cuando interactuamos con varias personas.

Perder la capacidad de escuchar e interpretar las cosas claramente puede hacer que una persona se sienta separada del resto del mundo, completamente aislada. Participar en bromas casuales cotidianas no es fácil para aquellos que no oyen bien.

Así, es posible que el individuo pueda sentir vergüenza, torpeza e insuficiencia porque no es capaz de entender a los demás o mantenerse al corriente en una conversación. La incapacidad de escuchar con claridad puede causar desorientación, lo que lleva a la persona a comportarse de maneras socialmente inaceptables, como hablar fuera de turno, y esto solo aumenta su vergüenza.

La audición mejora la autonomía

Cada persona tiene una forma de lidiar con el paso de los años. Algunos rasgos comunes del envejecimiento que tienen un efecto negativo son la soledad o la falta de autonomía. Esto se podría regular con una buena audición ya que, pequeños actos del día a día, como poder contestar al teléfono o al timbre cuando suenan ya no resultarían un problema.

Para las personas mayores que luchan por escuchar todos los días, el agotamiento mental puede hacer que simplemente se rindan. Eventualmente podrían comenzar a saltarse fiestas de cumpleaños, cenas, reuniones navideñas y otros eventos donde grandes grupos de personas se reúnen en entornos ruidosos.

“Recuerdo hace dos años la visita de una familia en la que su hija asistió a nuestro centro desesperada por que su madre no escuchaba bien y su padre casi no hablaba porque estaba deprimido sin saber muy bien el motivo; por lo que recomendé a la hija que acudiera con ambos. Cuando llegaron empecé con la evaluación de la madre y justo cuando empecé a hablar de las consecuencias de tener una pérdida auditiva no tratada, el marido respondió en voz alta explicando cómo se sentía identificado con todos esos síntomas y entonces empecé a evaluar también al señor«, rememora Briceño.

Y añade «hoy en día, siguen agradeciéndome la ayuda que les brinde ya que todos han recuperado sus vidas y no tuvieron que internarlos en una residencia, que era lo que los hijos se estaban planteando«.

Para el especialista lo más importante es que actualmente, «con edades entre 75-80 años se han ido de viaje a Egipto a celebrar sus bodas de oro y disfrutan de la vida con sus hijos y nietos. Lo que me confirma como profesional que un diagnóstico a tiempo de una pérdida auditiva y una buena adaptación cambia vidas”, explica con entusiasmo Rafel Briceño, especialista en audición de Audika España.

Para finalizar, Rafael aclara que padecer hipoacusia no es el único factor desencadenante de sufrir depresión, pero sí que puede agravar ciertas condiciones psicológicas. Y recuerda que la anticipación es un factor decisivo. Por ello, aconseja revisar la audición especialmente a partir de los 50 años para detectar a tiempo una pérdida de audición.

Cuidar de tu salud auditiva te permite conectar con tu entorno y llevar una vida normal, mejorar las relaciones sociales, vivir con mayor confianza y aumentar tu calidad de vida.