Un artículo de DomusVi

Confusión, problemas de memoria, dificultad para reconocer personas y objetos, cambios en el comportamiento, problemas para hablar, problemas para pensar abstractamente y problemas para realizar tareas cotidianas, son algunos de los síntomas más habituales del deterioro cognitivo. Una categoría de dolencia que afecta cada vez a más personas.

Según datos del Plan de acción mundial sobre la respuesta de salud pública a la demencia 2017-2025 de la OMS, los deterioros cognitivos graves, o demencias, afectan a 50 millones de personas en todo el mundo, cifra a la que cabe sumar unos 10 millones de nuevos casos al año. Este aumento progresivo se traducirá en 82 millones de personas con esta dolencia para 2030. Se calcula, asimismo, que entre un 5 y un 8% de la población mayor de 60 años sufrirá demencia.

La prevalencia de la demencia se sitúa entre el 0,05% en las personas entre 40 y 65 años y el 39,2% en las mayores de 90 año

En España, según recoge el Plan Integral de Alzheimer y otras Demencias (2019-2023) del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, la prevalencia de la demencia se sitúa entre el 0,05% en las personas entre 40 y 65 años y el 39,2% en las mayores de 90 años. Aplicando datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) a estas cifras, el número de afectados superaría los 700.000 entre mayores de 40 años, y se acercará a los 2 millones en 2050.

La calidad de vida, en entredicho

“El deterioro cognitivo es una disminución de la función mental que, al afectar a la memoria, el lenguaje, el juicio y la capacidad para realizar tareas cotidianas, afecta la calidad de vida y la independencia de las personas mayores. Puede ser el resultado de una enfermedad, un trastorno o del envejecimiento normal, con síntomas que varían de leves a graves”, explica José Manuel Pérez Fernández​, responsable de Coordinación asistencial de DomusVi, compañía que tiene como propósito mejorar el bienestar de las personas mayores en un entorno social activo.

Las repercusiones emocionales más comunes en las personas mayores con deterioro cognitivo son la depresión, la ansiedad, la irritabilidad, el aislamiento, el miedo, la desesperanza y la frustración. También pueden sentirse desorientadas, desconectadas o aisladas. “Estas emociones, a menudo, se deben a la pérdida de habilidades cognitivas y a la incapacidad de realizar actividades con las que antes se sentían cómodos. Esto puede llevar a una sensación de pérdida de identidad y de baja autoestima”, añade Pérez.

Las enfermedades más frecuentes relacionadas con el deterioro cognitivo son el Alzheimer, la demencia vascular y el Parkinson, las cuales aparecen con mayor frecuencia a partir de los 65 años. Los tratamientos varían según el tipo de deterioro y pueden incluir medicamentos, terapia cognitiva y terapia ocupacional.

Prevenir el deterioro cognitivo

A los distintos tipos de terapias y actividades para tratar el deterioro se suman aquellas que pueden ayudar a prevenirlo. “La estimulación cognitiva, la memoria de trabajo, entrenar habilidades sociales, la atención y la memoria (puzles, lectura, escritura, crucigramas, etc.), la terapia cognitivo-conductual y la rehabilitación cognitiva”, explica el responsable de Coordinación asistencial de DomusVi, quien también destaca como importante “el entrenamiento de la resiliencia, de la autorregulación y de la actividad física”. Este abanico de alternativas terapéuticas ayuda a prevenir el deterioro cognitivo, reducir el estrés, mejorar la memoria y la atención y reforzar las habilidades sociales.

Una atención integral y personalizada

En los centros DomusVi se afronta el deterioro mediante la prestación de una atención integral y personalizada para los usuarios, así como el desarrollo de programas para prevenir y tratar el deterioro cognitivo, físico y/o psíquico de los mayores. “Los programas incluyen la evaluación, la monitorización y el seguimiento de los usuarios por parte del equipo de profesionales especializados; además, brindamos actividades educativas y de ocio con el objetivo de mantener el nivel de autonomía y estimular la participación de los mayores”, subraya el experto.

Algunos ejemplos de terapias que se llevan a cabo en los centros de la compañía son las intervenciones cognitivas, centradas en mejorar y entrenar la memoria, el lenguaje, el pensamiento abstracto y la concentración; los ejercicios cognitivos de todo tipo, como actividades como crucigramas, juegos de memoria y juegos de palabras para estimular el cerebro; terapias de reminiscencia centradas en la relación entre los recuerdos pasados y el presente, para ayudar a los mayores a recordar y disfrutar el pasado; la terapia de estimulación cognitiva que ayuda a entrenar y activar la memoria y la concentración y la terapia basada en actividades como la jardinería, manualidades o la música.