Un artículo de Anabel Sánchez,
Psicóloga de la Residencia y Centro de Día Laia (VIMA Residencial)

El aumento en la esperanza de vida también ha incrementado la prevalencia de enfermedades neurodegenerativas, siendo la demencia la que tiene mayor impacto en nuestro sistema de salud pública.

Con el paso de los años, el cuerpo humano presenta alteraciones anatómicas y funcionales que forman parte del envejecimiento. En particular, el cerebro comienza a presentar diferentes signos de atrofia. Se identifica un cambio en nuestra vida, principalmente en la memoria. Se observa que hay olvidos más frecuentes, se puede perder el hilo en una conversación. Puede ser más habitual el olvido de alguna cita o compromiso social. Se hace más complicada la planificación y toma de decisiones. Desorientación en lugares conocidos.

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Para evitar el desarrollo del deterioro cognitivo leve es importante seguir manteniendo la actividad social y las aficiones

Todos estos cambios son percibidos por la persona, así como por los familiares. La persona también puede presentar algún cambio a nivel emocional, como una depresión, apatía, ansiedad o irritabilidad. Por tanto, al relacionarse con los demás se puede apreciar que la persona afectada está más irascible o irritado.

En general estos cambios no afectan de forma significativa a las actividades de la vida diaria, las cuales pueden realizarse de forma independiente. Se distingue por tanto de la demencia, en la que si hay una incapacidad funcional y la consciencia de los déficits está comprometida.

Dentro de los factores de riesgo que se dan para el desarrollo de una demencia cognitiva leve, la edad es el principal, pero también están el genotipo APO E4, la depresión, factores raciales, bajo nivel educacional, atrofia e infartos que se pueden observar en las pruebas médicas, como una resonancia magnética. Además de enfermedades cardiovasculares y diabetes.

El cambio de nuestro estilo de vida es el objetivo principal que actualmente se utiliza para el tratamiento no farmacológico de este estadio de deterioro cognitivo, presentándose en cuatro áreas que especificamos a continuación.

En primer lugar, la intervención cognitiva, a través de la realización ejercicios de atención, así como pasatiempos. Por otro lado, el ejercicio físico durante la semana, haciendo paseos diarios. Mantener una dieta saludable sería la siguiente recomendación, incluyendo en la misma, pescado, legumbres, frutas, cereales, etc…. Y, por último, controlar los factores de riesgo como la hipertensión, diabetes, tabaco y obesidad.

Además, en este estadio de la demencia, es importante seguir manteniendo la actividad social y las aficiones que más interés despierten. La soledad y el aislamiento son factores que se asocian con un mayor deterioro cognitivo.