Una investigación llevada a cabo en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (UAM-CSIC) por parte del grupo del bioquímico Jesús Ávila, junto con el investigador Alberto Rodríguez Matellán, ha conseguido rejuvenecer, mediante reprogramación celular, el cerebro de ratones.

Tal y como destaca Jesús Ávila, jubilado desde hace tres años pero vinculado al CSIC como profesor ad honorem, “nosotros trabajamos sobre la enfermedad de Alzheimer, que es muy complicada. Y nos enfocamos sobre todo, aunque no exclusivamente, en dos aspectos. Por un lado investigamos un factor de riesgo teóricamente modificable y, por otro, un biomarcador que permite seguir el curso de la enfermedad. Ese factor de riesgo modificable es el envejecimiento cerebral.

El investigador Jesús Ávila en su laboratorio del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. Imagen de Álvaro Muñoz Guzmán

El grupo de Jesús Ávila se centró concretamente en el hipocampo, donde hay una zona que se llama giro dentado que está vinculada con la memoria episódica (relacionada con momentos biográficos) que es la que se pierde con la enfermedad de Alzheimer.

“Pensamos que esa zona es de las primeras afectadas por la enfermedad. Y lo que hemos hecho nosotros ahí es ver si podíamos rejuvenecer el cerebro al mismo tiempo que enlentecíamos la enfermedad de Alzheimer en ratones modificados genéticamente. Lo que hemos visto es que en estos modelos animales sí podemos rejuvenecer las facultades cognitivas”, señala Jesús Ávila.

Los resultados de ese trabajo de reversión de las células con la aplicación cíclica de factores de Yamanaka se han publicado en la revista Stem Cell Reports. Se trata solo el inicio de un trabajo mucho más ambicioso sobre envejecimiento cerebral, ya que “lo que queremos hacer ahora, y esto es el futuro, es ver cómo podemos sustituir esos factores que no podemos expresar en el ser humano porque no podemos hacer manipulaciones genéticas, por algo simple”.

Cuando hablo de algo más simple me refiero a compuestos que mejor si están en la naturaleza, que sean baratos y que se puedan dar a una persona, no por manipulaciones genéticas sino por vía oral o nasal y de un modo muy simple. Hemos visto ya algunas cosas que funcionan. Y en eso estamos. Algo ya hemos patentado con el CSIC”, explica el investigador del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (UAM-CSIC).

Este trabajo contempla también “otra parte más centrada en la mecánica del proceso: ¿cómo y por qué se produce? Ahí es dónde estamos diseñando esos teóricos productos baratos y sencillos que puedan sustituir con el mismo efecto a los factores de Yamanaka. La primera parte del trabajo, la que se publicó en Stem Cell Reports, la hicimos junto a Manuel Serrano. Y esta segunda estamos trabajando junto a Juan Carlos Izpisúa”.

Biomarcador que permite seguir el curso de la enfermedad de Alzheimer

Respecto al otro punto de interés en su investigación, determinar el biomarcador que permite seguir el curso de la enfermedad, “hemos trabajado toda la vida con una proteína que se llama tau y está relacionada con el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, explica Ávila.

El grupo de Jesús Ávila ha descubierto dos nuevas isoformas de tau. Las isoformas son versiones de una proteína con algunas ligeras diferencias con otras isoformas de esa misma proteína. Estas isoformas se producen a partir de genes relacionados entre sí o a partir del mismo gen mediante lo que en genética se conoce como splicing (o empalme) alternativo.

En las personas enfermas de Alzheimer, y en otras demencias, la proteína tau está alterada. En esos casos, tau forma lo que se conoce como ovillos neurofibrilares, aglomerados anormales de proteínas, que destrozan el citoesqueleto y provocan la muerte neuronal.

“Lo que hemos visto con nuestro trabajo es que al menos una de estos dos nuevas isoformas de tau, a la que hemos llamado good tau (buena tau por su traducción del inglés), no solo no se agrega sino que, además, funciona como impedimento para que se agreguen las otras isoformas, explica Ávila.