La vitamina D es un factor determinante en la preservación de la salud ocular, vinculándose estrechamente la prevención de enfermedades oculares como el glaucoma y la degeneración macular asociada a la edad. Esta vitamina ayuda a combatir el estrés oxidativo y la inflamación en el tejido ocular.

La vitamina D posee muchas funciones en el mantenimiento de la salud humana, incluyendo regulación de genes, sistema inmune, inflamación, salud muscular, diferenciación y proliferación celular, apoptosis y angiogénesis. Además, recientes estudios han relacionado la deficiencia vitamina D con la salud ocular.

Y es que la hipovitaminosis D podría estar relacionada con patologías como como la miopía, la degeneración macular asociada a la edad, el glaucoma, la retinopatía diabética, la uveítis o el retinoblastoma.

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La vitamina D juega un papel importante en el control de las enfermedades oculares

Pese a ello, en la actualidad, el déficit de vitamina D es un problema de salud pública con una prevalencia elevada, sin distinción de edad. Debido a su implicación clave para el buen funcionamiento del organismo, la Sociedad Española de Investigación Ósea y del Metabolismo Mineral (SEIOMM) establece como valores óptimos generales unas concentraciones séricas de 25(OH)D a partir de 25 ng/ml para población general. Por debajo de esto, unos niveles séricos de 25(OH)D menores de 10 ng/ml se consideran deficiencia grave, y sería una deficiencia moderada o insuficiencia cuando se mantienen entre 10 y 25 ng/ml.

La vitamina D en el control de las enfermedades oculares

Tal y como destaca la Dra. Inés Villafruela, jefa de Servicio de Oftalmología del Hospital del Tajo, en Aranjuez, “los estudios in vitro y en modelos animales han mostrado que la vitamina D puede proteger o reducir el estrés oxidativo celular. Podría tener un efecto antiinflamatorio en enfermedades crónicas inflamatorias al disminuir la proliferación de células T y de agentes proinflamatorios, además de poseer un efecto inhibitorio en la cascada de la angiogénesis”.

Por lo que respecta a la salud ocular, existe evidencia de la presencia de calcifediol, calcitriol y de enzimas metabolizadoras de la vitamina D en regiones complementarias del cuerpo ciliar, epitelio pigmentario retiniano y retina neural, lo que sugiere la existencia de actividad local y la importancia de la vitamina D en el control de las enfermedades oculares.

La deficiencia de vitamina D se ha explicado como un posible factor de riesgo independiente en el desarrollo del glaucoma, entre otras afecciones. A este respecto, la Dra. Villafruela afirma que “la vitamina D, debido a sus efectos antioxidativos y antinflamatorios, puede actuar en las vías del estrés oxidativo que puede ser una de las causas del glaucoma. De hecho, estudios in vivo demuestran que la vitamina D mejora los efectos del estrés oxidativo y toxicidad en células humanas del EPR2”. Asimismo, otros estudios evidencian que la vitamina D altera los genes relacionados con la inflamación.

Por otra parte, algunos estudios poblacionales han sugerido que la vitamina D puede tener un efecto protector de la formación de la DMAE (degeneración macular asociada a la edad). En particular, un estudio de cohortes analizó durante más de nueve años a 2.146 participantes y se observó que una dieta rica en vitamina D se asociaba con un 40% menos de riesgo de progresar hacia la DMAE avanzada.

La retinopatía diabética es otra de las patologías oculares para las que existe evidencia del posible rol de la vitamina D, para la que se ha observado una relación estadísticamente significativa. Un metaanálisis concluyó que la vitamina D tenía un efecto significativo en la regulación de la resistencia a la insulina y que existía una asociación inversa significativa entre los niveles séricos de 25-hidroxivitamina D y la resistencia a la insulina.

Otros estudios prospectivos mostraron el menor riesgo de retinopatía diabética con niveles de 25-hidroxivitamina D > 30 ng/ml; además, en un estudio doble ciego controlado por placebo se observó que niveles bajos de 25- hidroxivitamina D estaban asociados con un mayor riesgo de eventos macro y microvasculares en la diabetes tipo 2.

La Dra. Villafruela concluye que “la vitamina D tiene un doble origen: la síntesis cutánea (80-90%) y la dieta (10-20%). Por eso, siempre se aconseja una nutrición adecuada, ejercicio y actividad al aire libre y solo cuando esto no es suficiente, se deben utilizar suplementos para corregir los niveles”.

Cabe recordar que la vitamina D es en realidad un sistema hormonal (sistema endocrino de la vitamina D, SEVD) con un mecanismo de regulación complejo que modula la expresión de más del 3% de todos los genes del organismo.