Desde San Juan de Dios España se ha puesto en marcha “La mirada de San Juan de Dios”, una campaña con el objetivo de hacer un llamamiento a los agentes sociales, sanitarios y Administración Pública para repensar el modelo de atención en su conjunto y adecuarlo a las necesidades de las personas.

Con esta iniciativa San Juan de Dios España trata de llamar la atención sobre el actual modelo sociosanitario, un modelo que califica de «caduco, atrapado en la inercia, y llamado a evolucionar si realmente quiere adaptarse a las necesidades de una sociedad que ha cambiado radicalmente en los últimos años«. En este sentido, reivindica poner el foco en todo aquello que rodea a la persona y romper así con el concepto de “paciente” como ente aislado.

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Manuela, una mujer mayor que vive sola, es la protagonista de esta campaña de San Juan de Dios España

El vídeo de esta campaña tiene como protagonista a Manuela, una mujer mayor que vive sola, con problemas de movilidad y una pensión pequeña para quien la subida de la luz, el precio del pescado, subir y bajar escaleras para ir al mercado o ponerse a cocinar son auténticos obstáculos en su día a día.

“Hemos elegido este perfil porque es un claro ejemplo de cómo la calidad de vida de una persona se ve condicionada por su salud, pero también por muchos otros determinantes y todos tienen relación entre sí”, afirma el director general de San Juan de Dios España, Juan José Afonso.



Y es que la sociedad actual es muy distinta a aquella para la que el sistema sociosanitario fue diseñado, por motivos como:

  • el envejecimiento de la población
  • los problemas crecientes relacionados con el bienestar emocional y la salud mental
  • las dificultades de acceso a la vivienda y el sinhogarismo que afecta cada vez a un mayor número de personas con perfiles que escapan al imaginario colectivo
  • la discapacidad en las distintas etapas de la vida
  • la atención a una infancia y adolescencia que poco tienen que ver con las de generaciones pasadas

Como señala el director general de San Juan de Dios España estas situaciones “no son excluyentes y a diario en nuestros centros vemos cómo muchas de ellas coexisten en una misma persona, generando y agravando su vulnerabilidad con un claro impacto en su salud y merma de la calidad de vida. Mayores que presentan una discapacidad, personas sin hogar con problemas de salud mental, migrantes que dependen de su integración en nuestra sociedad… situaciones que exceden la asistencia sanitaria sin ser ajenos a esta necesidad y exigen que demos un paso más hacia la atención centrada no ya en el paciente sino en la persona”.

A ello se suma la existencia de una serie de espacios no cubiertos actualmente por el sistema, espacios «en tierra de nadie» que antes cubrían las propias familias y que hoy han quedado desiertos. Un ejemplo de ello sería el de un paciente mayor que es ingresado de urgencia por un proceso agudo. Aunque recibe el alta porque el proceso por el que ingresó ha sido resuelto, presenta un alto grado de dependencia y requiere atención casi 24 horas. Su familia solicita el ingreso en una residencia.

Pero, “¿qué sucede en ese intervalo de tiempo entre el hospital y la residencia? Es un espacio actualmente no cubierto, un espacio que sólo quienes tienen más recursos pueden afrontar. En San Juan de Dios, gracias a nuestra amplia red de dispositivos sociales y sanitarios, estamos preparados para cubrirlo, garantizando la asistencia durante todo el proceso, y en ese sentido estamos abiertos a extender nuestra colaboración con la Administración y responder así a una necesidad hoy no resuelta”, apunta Afonso.

Empeñarse en que sean las personas las que se adapten al sistema carece de sentido, señala el director general de San Juan de Dios España, afirmando que es el sistema el que debe adaptarse a las personas y a sus necesidades y esto es tarea de organizaciones como la nuestra, San Juan de Dios, junto a otros agentes e instituciones sociales y sanitarias implicados, sus profesionales y, por supuesto, la Administración, que debe hacer un esfuerzo por cambiar el enfoque, ampliar la visión y analizar si los recursos que destina son los adecuados o si deberían reorganizarse de distinta forma para que ese modelo evolucione y se adapte a la realidad actual. Es cuestión de sensibilidad, voluntad y compromiso”.

Para ello, es fundamental la coordinación entre niveles asistenciales como el hospitalario y la Atención Primaria, pero también con otro tipo de dispositivos con una clara vocación social en lo que podría denominarse una “plataforma de continuidad socioasistencial”.

“Que una persona llegue o no a fin de mes, que un mayor carezca de quien le acompañe y ayude, que una persona con discapacidad envejezca, que un niño sufra acoso escolar o una exposición a determinados contenidos a través de dispositivos digitales… todo eso… que escapa a lo estrictamente sanitario y es indetectable mediante un análisis de sangre o una resonancia, no debe sernos ajeno y, de hecho, es de sentido común que lo tengamos en cuenta, que veamos a la persona en su conjunto y de forma coordinada entre profesionales para darle la mejor solución posible y adelantarnos, en la medida en que se pueda, a un deterioro ante el que después puede ser demasiado tarde”, añade Afonso.

“Llevamos años hablando de poner al paciente en el centro del sistema y de trabajar para garantizar la continuidad asistencial, sin embargo, este enfoque resulta hoy insuficiente y debemos replantearnos el modelo para que sea la persona la que esté en el centro y evolucionemos hacia la continuidad, por supuesto, pero la continuidad socioasistencial, atendiendo a la persona y sus determinantes sociales en conjunto”, recalca.