Un artículo de María Antonia Parra-Rizo,
Departamento de Psicología de la Salud, Facultad de Ciencias Sociosanitarias, Universidad Miguel Hernández (UMH)

En un mundo que envejece rápidamente, el envejecimiento poblacional se ha consolidado como una tendencia demográfica global que plantea desafíos significativos a los sistemas de salud, incluyendo el aumento de enfermedades crónicas, la necesidad de cuidados prolongados y la reorganización de recursos. En este contexto, la soledad emerge como un determinante social de la salud con implicaciones físicas, mentales y sociales, cuyo impacto es comparable al de factores de riesgo clínico como la hipertensión o la diabetes.

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La detección y el manejo de la soledad debe ser un elemento clave en la formación de futuros profesionales de la salud

En los adultos mayores, la soledad se asocia con una mayor prevalencia de depresión, deterioro cognitivo, enfermedades cardiovasculares y mortalidad prematura. Además, afecta negativamente la adherencia a tratamientos médicos, incrementa los reingresos hospitalarios y ralentiza la recuperación tras intervenciones o enfermedades, por lo que no se trata únicamente de una cuestión emocional o social, sino de un factor que incide directamente en la salud física del paciente.

A pesar de su relevancia, la soledad es abordada de forma insuficiente en los programas de formación sanitaria, que tienden a priorizar las competencias técnicas por encima de las dimensiones emocionales y sociales que influyen en la adherencia al tratamiento y en la calidad de vida de los pacientes mayores. Esta carencia limita la capacidad de los profesionales de salud para responder adecuadamente a una problemática compleja y creciente.

Actualmente, la soledad se relaciona con múltiples condiciones clínicas graves, afecta directamente la planificación de cuidados paliativos y la adherencia terapéutica, y su identificación temprana no forma parte de la evaluación clínica, ya que la práctica clínica no contempla su detección. Esta omisión genera consecuencias como reingresos hospitalarios evitables, mal control de enfermedades crónicas, baja adherencia al tratamiento y una mayor carga emocional tanto para los pacientes como para los profesionales de la salud.

Abordar la soledad permite reducir complicaciones, optimizar recursos y mejorar los resultados clínicos. Por ello, debe dejar de ser un tema invisible en la formación sanitaria si se quiere ofrecer una atención integral y humana en una sociedad que envejece cada vez más rápido.

Para solventar la brecha formativa, se plantea un programa docente que incorpore la detección y el manejo de la soledad como un elemento clave en la formación de futuros profesionales de la salud. El eje metodológico reside en la combinación de talleres prácticos, simulaciones clínicas y un enfoque interdisciplinario, en el que participen no solo facultativos médicos, sino también psicólogos y trabajadores sociales.

Esta iniciativa destaca también por su carácter internacional e interdisciplinario, al contar con la participación de universidades de España (Universidad Miguel Hernández), Chile (Universidad Arturo Prat) y Portugal (Universidade de Évora y CHRC), lo que enriquece la perspectiva académica.

Los objetivos y resultados esperados de esta propuesta incluyen:

  • reconocer la soledad como un factor de riesgo clínico
  • incorporar herramientas de detección y manejo en la práctica clínica
  • fomentar la colaboración interdisciplinaria y la atención centrada en la persona
  • integrar esta temática tanto en la formación continua como en las políticas de salud pública

Incorporar la soledad como un eje en la formación sanitaria no solo contribuye a humanizar la atención, sino que también mejora la eficacia del sistema de salud. La capacitación de profesionales y tutores clínicos resulta fundamental para responder a los desafíos del envejecimiento y garantizar una atención verdaderamente integral.

En definitiva, abordar la soledad no es solo una cuestión médica, sino una responsabilidad ética, social y educativa. Integrarla formalmente en los currículos universitarios y en la práctica clínica diaria garantiza una atención efectiva, integral y humana en un mundo donde cada vez vivimos más… y muchas veces, con mayor soledad.

El artículo ‘Abordando la soledad en la formación de profesionales sanitarios y en la práctica clínica’ se ha publicado en Educación Médica https://doi.org/10.1016/j.edumed.2025.101050