La fragilidad en personas mayores emerge como un gran desafío asistencial en España. Por ello, los profesionales sanitarios reclaman una mayor coordinación entre niveles asistenciales y la inclusión de geriatras en todos los hospitales para garantizar una atención más eficiente y centrada en el paciente.

El envejecimiento progresivo de la población y el aumento de personas mayores con múltiples patologías crónicas han situado la fragilidad como uno de los grandes desafíos clínicos y asistenciales. Ante esta realidad, los profesionales de Atención Primaria y de las residencias de mayores reivindican una mayor integración entre los distintos niveles asistenciales y la presencia de especialistas en geriatría en todos los hospitales, con el objetivo de garantizar una atención más coordinada, eficiente y centrada en las necesidades reales de este perfil de pacientes.

Geriatricarea fragilidad en personas mayores
Se debe reconocer la fragilidad en las personas mayores como una condición prevenible y tratable

Durante la celebración en el Colegio Oficial de Médicos de Madrid (ICOMEM) del curso Actualización clínica en la atención del anciano frágil se puso de manifiesto este llamamiento. Esta formación estaba dirigida a profesionales de Atención Primaria, urgencias y centros residenciales, y coordinada por el Dr. Javier Gómez Pavón, jefe del Servicio de Geriatría del Hospital Universitario Central de la Cruz Roja.

Tal y como remarcó el Dr. Gómez Pavón, “es fundamental reconocer la fragilidad como una condición prevenible y tratable, añadiendo que, “la implementación de programas de formación y la integración de herramientas prácticas en la atención diaria son pasos clave para mejorar la atención a las personas mayores”.

En cuanto a las decisiones compartidas, Gómez Pavón ve necesario fomentar una cultura de trabajo en conjunto entre profesionales y pacientes, respetando sus valores y preferencias, especialmente en situaciones clínicas complejas donde las decisiones no son unívocas”. Asimismo, incidió que, “todos los profesionales en el momento actual de envejecimiento poblacional en el que vivimos enfrentan desafíos, como la identificación precoz de la fragilidad, la coordinación entre niveles asistenciales, la gestión de múltiples comorbilidades y la toma de decisiones en contextos de incertidumbre clínica”.

La relación entre diabetes tipo 2 y fragilidad en personas mayores

Durante los dos días en los que se desarrolló la formación se compartieron herramientas útiles para la práctica diaria y se reiteró la necesidad de fomentar un modelo asistencial más colaborativo, que garantice la continuidad de los cuidados en todas las etapas del proceso clínico.

Uno de los contenidos destacados fue la relación entre diabetes tipo 2 y fragilidad en personas mayores, analizada por el Dr. Carlos Hernández Teixidó, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, CS Burguillos del Cerro (Badajoz). Durante su intervención, el especialista hizo hincapié en la necesidad de un enfoque individualizado que contemple tanto el control glucémico como la situación funcional del paciente, priorizando siempre la seguridad del tratamiento y la calidad de vida.

“El deterioro funcional progresivo y la pérdida de reserva fisiológica hacen que, en personas mayores frágiles, el manejo de la diabetes deba basarse en decisiones terapéuticas prudentes, con objetivos realistas y tratamientos bien tolerados, indicó el Dr. Hernández Teixidó. En este sentido, destacó que los inhibidores de la DPP4 (iDPP4) constituyen una alternativa eficaz y segura para este perfil de pacientes, al no asociarse con hipoglucemias ni con efectos adversos relevantes.

En el curso “Actualización clínica en la atención del anciano frágil” se hizo un llamamiento una mayor coordinación entre niveles asistenciales y a la inclusión de geriatras en todos los hospitales

Hernández Teixidó también subrayó la necesidad de valorar la fragilidad como un factor modificador del riesgo cardiovascular y de adaptar la intervención clínica al contexto vital de cada paciente:.“No hay dos pacientes mayores iguales, y es fundamental evaluar siempre la relación entre indicación, beneficio clínico y potencial riesgo de efectos adversos antes de iniciar o intensificar cualquier tratamiento”, afirmó el especialista del CS Burguillos del Cerro.

La fragilidad afecta aproximadamente al 18 % de las personas mayores de 65 años en España, con una prevalencia que aumenta significativamente con la edad: se estima en torno al 14 % entre los 65 y 79 años, y alcanza hasta un 28,6 % a partir de los 80. Además, el riesgo de desarrollar fragilidad es al menos 1,5 veces mayor en mujeres que en hombres. Esta condición no solo incrementa la probabilidad de hospitalización, institucionalización y mortalidad, sino que también tiene un alto impacto económico: el coste sanitario anual por persona con fragilidad ronda los 2.500 euros, el doble que el de una persona mayor sin esta condición