El 40% de los españoles convive con alguna condición física que dificulta el uso de baños públicos, y otro 40% sufre ansiedad o incomodidad en estos espacios compartidos. De hecho, las personas con discapacidad física o cognitiva son más propensas a cambiar de local o acortar su visita si el baño no está en condiciones.
Con el objetivo de identificar las barreras invisibles que dificultan o limitan el acceso a un aseo público, Essity, compañía especializada en productos y soluciones de higiene para la salud y el bienestar de las personas, ha elaborado el estudio Tork Insight 2025, que analiza la percepción de los españoles y determina que una mala experiencia en el baño puede generar disgusto (31%), incomodidad (31%) y decepción (23%).
Las barreras invisibles en los baños públicos

El estudio, que se realizó de forma online en España, Reino Unido, Francia, Países Bajos, Suecia, Alemania, EE.UU, México, Canadá, Australia y Polonia, pone el foco en aspectos clave como la inclusión, el comportamiento o la carga emocional que puede conllevar el uso del baño en espacios compartidos.
- Inclusión
Seis de cada diez de españoles sufre alguna condición física que dificulta el uso de baños públicos, y otro 40% sufre ansiedad o incomodidad en estos espacios compartidos. Las personas con discapacidad física o cognitiva son más propensas a cambiar de local o acortar su visita si el baño no está en condiciones.
- Accesibilidad
El 95% de las personas encuestadas consideran que condiciones que dificultan el uso del baño no son visibles; pero existen y afectan a personas con sensibilidad al ruido, con la piel propensa al eczema o con principio de artritis.
Por otra parte, el 61% considera imprescindible que haya suficiente espacio para sillas de ruedas, y el 94% suele acompañar a niños pequeños al baño. Todo esto hace evidente la necesidad de espacios más funcionales, accesibles y prácticos, también para el uso familiar.
- Emociones y comportamiento
Más allá de lo físico, la experiencia del baño también deja huella emocional. En preguntas abiertas, los españoles expresan emociones como asco, resignación o tranquilidad -si los aseos están limpios-. El 26% ha acortado su estancia en un lugar debido al estado del baño, y más del 16% evita comer o beber allí para evitar tener que usar uno.
Preocupación por la higiene en espacios públicos
Solo uno de cada cinco baños públicos en España cumple siempre con las expectativas de limpieza. Y esa falta de mantenimiento tiene consecuencias. El 50% de los encuestados afirma haber evitado usar un baño público por experiencias negativas anteriores, y uno de cada cuatro ha dejado de visitar un lugar por el mal estado de sus instalaciones.
El 95% de los españoles se muestra muy preocupado por la higiene en espacios públicos. El 74,7% ha utilizado baños en cafeterías recientemente, y el 72,3% lo ha hecho en supermercados o grandes superficies. El 65% evita tocar superficies, y más del 55% prefiere dispositivos sin contacto, como grifos o dispensadores automáticos.
Tal y como destaca Rainer Rossmaier, Vicepresidente Higiene Profesional Essity, “la accesibilidad y el confort no solo dependen de rampas o señalética. La experiencia en un aseo público puede verse limitada por múltiples factores que cambian con el tiempo o con la situación de cada persona, en función de la edad, las etapas de la vida, las condiciones físicas temporales o permanentes o las patologías concretas como discapacidades físicas o sensoriales”. “Los baños públicos no son solo un servicio funcional, son un reflejo de nuestros valores como sociedad”, recalca Rossmaier.
Espacios más inclusivos, eficientes y sostenible
Invertir en la mejora de los baños públicos no solo responde a una necesidad higiénica, sino también a una oportunidad para construir espacios más inclusivos, eficientes y sostenibles. Por ello, desde Essity se pide una reflexión colectiva a administraciones, empresas y ciudadanía, un replanteamiento de la forma en que se gestionan, diseñan y valoran los baños públicos en España.
En un momento donde la accesibilidad y la salud pública están en el centro del debate social, este informe recuerda algo esencial: un baño accesible y bien diseñado no es un lujo, es un derecho básico para millones de personas.
En este sentido, Maite San Saturnino, psicóloga y experta en bienestar emocional, destaca que «los aseos públicos son espacios íntimos en entornos compartidos, y esa combinación puede generar un alto nivel de ansiedad o incomodidad en muchas personas. Desde el punto de vista psicológico, una mala experiencia en el aseo –como falta de higiene, dificultad de acceso o sensación de desconfianza o inseguridad– puede activar mecanismos de estrés, aversión o incluso vergüenza. Es importante entender que no se trata solo de higiene o funcionalidad, sino de salud mental y dignidad«.
Además, esta experta señala también que, “cuando hablamos de barreras invisibles, como trastornos de ansiedad, hipersensibilidad sensorial o afecciones física, la falta de adaptación en estos espacios puede llevar al aislamiento o a evitar planes fuera de casa. Crear aseos públicos más inclusivos y accesibles no solo mejora la experiencia, sino que también tiene un impacto directo en la calidad de vida emocional de las personas»