
Un artículo de Consuelo Martínez,
Médica Geriatra en Ace Alzheimer Center Barcelona,
Máster en Psicogeriatría y Psicofarmacología
En el contexto actual de envejecimiento poblacional, las enfermedades crónicas constituyen uno de los principales desafíos en la atención geriátrica. Se estima que más del 80% de los adultos mayores conviven con al menos una condición crónica, y más del 60% presenta multimorbilidad, es decir, la coexistencia de dos o más enfermedades. Este fenómeno genera una alta complejidad clínica, asociada con polifarmacia (uso de varios medicamentos a la vez), pérdida funcional, riesgo de hospitalización, institucionalización y mortalidad prematura.
Ante esta realidad, es imprescindible superar el modelo asistencial centrado en enfermedades aisladas y adoptar un enfoque integral, orientado a preservar la calidad de vida y la autonomía de las personas mayores. En este marco, la Valoración Geriátrica Integral (VGI) se presenta como una herramienta clave para guiar la toma de decisiones clínicas de manera personalizada.

Multimorbilidad, fragilidad y polifarmacia: un triángulo de riesgo
En la práctica clínica, muchas enfermedades crónicas en la vejez presentan formas de expresión atípicas. Por ejemplo, una infección urinaria puede manifestarse como confusión, una insuficiencia cardíaca descompensada con caídas o un cuadro depresivo con apatía e inmovilidad. A esto se suma el fenómeno de la fragilidad, definido como un estado de vulnerabilidad biológica que incrementa el riesgo de eventos adversos ante situaciones aparentemente menores.
La polifarmacia, a menudo inevitable en estos contextos, se convierte en una fuente importante de iatrogenia, es decir, de cualquier daño o efecto adverso causado involuntariamente por un acto médico, tratamiento o intervención sanitaria.
Numerosos estudios evidencian que más del 30% de los efectos adversos por medicamentos en mayores podrían prevenirse con una prescripción más adecuada. Este uso simultáneo de múltiples fármacos incrementa el riesgo de interacciones, caídas, delirium, deterioro funcional y menor adherencia al tratamiento.
Valoración Geriátrica Integral: más allá del diagnóstico
La VGI permite evaluar de forma estructurada los dominios médicos, funcionales, cognitivos, emocionales y sociales del paciente, identificando factores de riesgo no evidentes en una consulta convencional. Este abordaje contribuye a establecer un plan terapéutico adaptado a los objetivos y prioridades del paciente, integrando criterios de oportunidad, proporcionalidad y preferencia individual.
Diversos metaanálisis y revisiones sistemáticas han demostrado que los programas basados en VGI reducen la institucionalización, mejoran la funcionalidad, disminuyen la mortalidad y optimizan la calidad de vida en adultos mayores frágiles.
Prescripción centrada en la persona y deprescripción razonada
La VGI también facilita una prescripción centrada en la persona, que no solo considera la evidencia clínica, sino el contexto vital del paciente. Esto implica evaluar la necesidad real de cada medicamento, valorar su impacto funcional y cognitivo, y priorizar tratamientos que aporten beneficios concretos en la situación actual del individuo.
En este sentido, herramientas como los criterios de Beers, STOPP/START o los algoritmos de deprescripción son pautas diseñadas para identificar fármacos potencialmente inapropiados o sin indicación clara, promoviendo una práctica más segura y eficiente.
Cuidado interdisciplinario y soporte al entorno
El enfoque integral en enfermedades crónicas requiere un abordaje interdisciplinario. Médicos, personal de enfermería, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, farmacéuticos y trabajadores sociales deben actuar de manera coordinada, enfocándose en mantener o recuperar la funcionalidad del paciente.
Asimismo, es esencial incluir en la intervención al entorno familiar y al cuidador principal, brindándoles apoyo emocional, formación y recursos que permitan un acompañamiento sostenible.
En conclusión, el manejo de las enfermedades crónicas en las personas mayores no puede reducirse a la suma de diagnósticos y prescripciones. Requiere una atención centrada en la persona, que valore su historia, funcionalidad, prioridades y entorno. La VGI se consolida como el instrumento esencial para avanzar hacia un modelo de atención geriátrica ético, personalizado y eficaz. Porque en geriatría, tratar enfermedades es importante, pero cuidar personas es esencial.
Referencias
- Marengoni A, Angleman S, et al. Aging with multimorbidity: a systematic review of the literature. Ageing Res Rev. 2011;10(4):430–9.
- Fried LP, et al. Frailty in older adults: evidence for a phenotype. J Gerontol A Biol Sci Med Sci. 2001;56(3):M146–56.
- Maher RL, Hanlon J, Hajjar ER. Clinical consequences of polypharmacy in the elderly. Expert Opin Drug Saf. 2014;13(1):57–65.
- Rubenstein LZ, et al. Impacts of geriatric evaluation and management programs. J Am Geriatr Soc. 1991;39(9 Pt 2):8S–16S.
- Ellis G, et al. Comprehensive geriatric assessment for older adults admitted to hospital. Cochrane Database Syst Rev. 2011;(7):CD006211.
- O’Mahony D, et al. STOPP/START criteria for potentially inappropriate prescribing. Age Ageing. 2015;44(2):213–8.