Un artículo de Miaudifono

La pérdida auditiva en los mayores no solo representa una barrera para la comunicación: también puede convertirse en un factor que agrava otras enfermedades crónicas comunes en la tercera edad, como la hipertensión, la diabetes o los episodios depresivos. Esta conexión puede retroalimentarse acelerando el deterioro funcional y emocional en las personas mayores.

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La pérdida auditiva en las personas mayores puede convertirse en un factor que agrava otras enfermedades crónicas comunes

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 60% de las personas mayores de 65 años tienen algún grado de pérdida auditiva, y muchas de ellas no han sido diagnosticadas ni tratadas. Este deterioro auditivo tiene implicaciones más allá de la audición en sí:

  • Un estudio de Johns Hopkins University concluyó que los adultos mayores con pérdida auditiva no tratada tienen un riesgo un 24% mayor de sufrir deterioro cognitivo respecto a quienes oyen bien.
  • La investigación también asoció la hipoacusia con un riesgo significativamente más alto de caídas, posiblemente relacionado con la pérdida de equilibrio y referencias espaciales sonoras.
  • En 2021, un metaanálisis publicado en The Lancet Public Health vinculó la pérdida auditiva no tratada con mayores tasas de aislamiento social, depresión y dependencia funcional en adultos mayores.

La audición influye en el curso de enfermedades crónicas

Diversas condiciones crónicas en geriatría se ven afectadas directa o indirectamente por la pérdida auditiva:

  • Hipertensión arterial: los pacientes con hipoacusia pueden experimentar mayor estrés y dificultad para comunicarse, lo que puede elevar la presión arterial y dificultar su control.
  • Diabetes: estudios como el del National Institutes of Health (NIH) han demostrado que las personas con diabetes tienen el doble de probabilidades de presentar pérdida auditiva que quienes no la padecen, debido al daño microvascular en el oído interno.
  • Depresión y ansiedad: la hipoacusia no tratada multiplica por dos el riesgo de padecer depresión en mayores de 65 años (National Council on Aging).

Así pues, hoy más que nunca, una revisión auditiva es esencial en las personas mayores. Así como se miden la tensión arterial o se evalúa la función renal, hacer un chequeo de la audición debería ser básico, al menos, una vez al año.

  • La visita a consultas de atención primaria puede facilitar derivaciones tempranas al audioprotesista o al otorrino.
  • El uso de audífonos, cuando está indicado, ha demostrado mejoras cognitivas, emocionales y funcionales en el paciente, ya que no solo mejora la audición, sino que también la calidad de vida.

El momento de actuar es ahora: cada oído que se oye, es una vida que se activa. Por eso, invitamos a detectar de forma preventiva la pérdida auditiva porque es prevenir la dependencia