Un artículo del Centro Residencial Pla de Martís
Con el aumento de la esperanza de vida, las enfermedades crónicas han dejado de ser una excepción para convertirse en la norma entre las personas mayores. Este cambio demográfico ha transformado los centros residenciales en entornos de atención sanitaria prolongada, donde la prevención secundaria, la gestión sintomática y el mantenimiento de la autonomía son objetivos fundamentales.

Las personas mayores que viven en centros residenciales suelen presentar una elevada prevalencia de enfermedades crónicas, a menudo en forma de multimorbilidad, es decir, la coexistencia de dos o más condiciones médicas crónicas. Estas patologías suelen ser de larga duración y progresión lenta, afectando la salud física, la autonomía funcional, el estado cognitivo y el bienestar emocional, y representan uno de los principales retos en el cuidado de las personas mayores institucionalizadas.
A continuación, se detallan las más frecuentes:
- Enfermedades neurodegenerativas
● Demencias (como el Alzheimer y la demencia vascular): Son una de las principales causas de ingreso en centros residenciales. Afectan la memoria, la capacidad de razonamiento, el comportamiento y, eventualmente, la función física.
● Enfermedad de Parkinson: Además de los síntomas motores, puede implicar problemas cognitivos, trastornos del sueño y dificultades para tragar, que requieren atención compleja. - Enfermedades cardiovasculares
● Insuficiencia cardíaca: Provoca fatiga, dificultad para respirar y retención de líquidos. Es una causa frecuente de reingresos hospitalarios.
● Hipertensión arterial: Aunque a menudo es asintomática, puede causar daños acumulativos en el cerebro, los riñones y el sistema cardiovascular.
● Arritmias (como la fibrilación auricular): Requieren control farmacológico y, a veces, ajustes constantes. - Enfermedades metabólicas y endocrinas
● Diabetes tipo 2: Implica el control de la glucemia, dieta específica y, en muchos casos, administración de insulina u otros fármacos. También puede conllevar complicaciones vasculares, neurológicas y oculares.
● Hipotiroidismo: Puede pasar desapercibido, pero influye en el estado de ánimo, la fatiga y el funcionamiento general. - Enfermedades respiratorias crónicas
● Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC): Provoca disnea, tos e infecciones respiratorias recurrentes. Puede requerir oxigenoterapia y fisioterapia respiratoria.
● Asma en edad avanzada: Aunque menos frecuente, puede coexistir con otras condiciones respiratorias. - Enfermedades osteoarticulares y musculoesqueléticas
● Artrosis: Provoca dolor y limitación funcional, especialmente en las articulaciones de rodillas, caderas y columna.
● Osteoporosis: Aumenta el riesgo de fracturas, especialmente de fémur y vértebras, a menudo relacionadas con caídas.
● Sarcopenia: La pérdida de masa muscular propia del envejecimiento contribuye a la fragilidad y dependencia. - Trastornos de salud mental
● Depresión y ansiedad: A menudo infradiagnosticadas en personas mayores, pueden estar relacionadas con la pérdida de autonomía, duelos acumulados o el aislamiento social.
● Síndrome confusional agudo (delirium): Aunque no es una enfermedad crónica en sí, es frecuente en contextos de cronicidad y puede agravar condiciones preexistentes. - Enfermedades urológicas
● Incontinencia urinaria: Tiene un gran impacto en la calidad de vida y suele combinarse con limitaciones físicas y cognitivas.
● Hiperplasia benigna de próstata (en hombres): Puede complicarse con infecciones urinarias recurrentes o retención de orina. - Enfermedades gastrointestinales y nutricionales
● Estreñimiento crónico, reflujo gástrico o malabsorción: Afectan la nutrición y el confort diario.
● Desnutrición y deshidratación: A menudo causadas por dificultades para tragar, pérdida de apetito o problemas dentales.
Este conjunto de condiciones requiere una atención multidisciplinar y continua, así como una coordinación estrecha entre los equipos médicos, de enfermería, trabajo social y terapia ocupacional. El objetivo final es mantener la máxima autonomía y bienestar posibles, evitando complicaciones e ingresos hospitalarios innecesarios.
El reto de la atención personalizada
Uno de los principales desafíos es ofrecer una atención centrada en la persona, que tenga en cuenta no solo los aspectos clínicos, sino también las preferencias, valores y calidad de vida del residente. Esto implica fomentar planes de atención individualizados, promover la toma de decisiones compartida y garantizar el respeto a la dignidad en todas las etapas del proceso asistencial, incluida la atención al final de la vida.
Recursos y formación del personal
Para abordar adecuadamente las enfermedades crónicas, se necesita personal cualificado y con formación específica en geriatría y cuidados paliativos. Igualmente, es esencial disponer de recursos adecuados, como acceso a servicios de rehabilitación, apoyo psicológico y herramientas digitales para hacer seguimiento de la evolución clínica de los residentes.
Conclusión
Las enfermedades crónicas en centros residenciales de personas mayores representan un desafío constante, pero también una oportunidad para repensar los modelos de atención. Una gestión eficiente y humana de estas patologías puede marcar la diferencia entre una vida institucionalizada pasiva y una vida activa, digna y plena, a pesar de la presencia de enfermedades. Apostar por un sistema centrado en la persona, integrador y con visión a largo plazo es clave para afrontar este reto con éxito.
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