Un 79% de las personas con movilidad reducida se ha sentido obligada a renunciar a planes con sus amistades debido a la existencia de barreras arquitectónicas en el entorno, tal y como revela el estudio ‘Sumando Voces’ impulsado por la Fundación Mutua de Propietarios con la colaboración de COCEMFE. Su objetivo es conocer, desde la propia voz de los protagonistas, la vida cotidiana de este colectivo y los desafíos que afrontan en su día a día por la presencia de barreras arquitectónicas.

Tal y como destaca Cristina Pallàs, directora de la Fundación Mutua de Propietarios, “a pesar de los avances normativos, la mayoría de las personas con movilidad reducida sigue enfrentándose habitualmente a obstáculos en su entorno que afectan especialmente a su vida social, el ocio y las tareas domésticas, limitando su autonomía e impactando directamente en su bienestar”.

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Fuente: estudio ‘Sumando Voces’, Fundación Mutua de Propietarios y COCEMFE

“La falta de accesibilidad sigue siendo una losa diaria para millones de personas con movilidad reducida, quienes nos vemos en la obligación de renunciar a aspectos fundamentales como quedar con amigos, salir a pasear, visitar a la familia, estudiar o trabajar”, asegura el presidente de COCEMFE, Anxo Queiruga, destacando que “la falta de accesibilidad vulnera derechos fundamentales y genera sentimientos de frustración y renuncia, que no deberían formar parte del día a día de nadie”.

Y es que, la autonomía real sigue siendo una meta lejana para este colectivo. En este sentido, la mayoría de los encuestados valora su grado de independencia personal entre 5 y 8, situándose la media en 5,48, y solo un 8% se considera completamente autónomo en su día a día. 

De acuerdo con el informe ‘Sumando Voces”, esta falta de autonomía tiene una causa clara: siete de cada diez personas tropiezan a diario con barreras arquitectónicas. Una situación que dificulta la movilidad física y afecta directamente a la vida social y el ocio -los ámbitos más perjudicados, según un 60% y un 58% de los encuestados-, además de limitar actividades domésticas (47%) y deportivas (38%).

En este aspecto, hay que destacar que son las mujeres quienes declaran una experiencia aún más negativa que los hombres: el impacto en su vida social es del 65% frente a 60% de los hombres, y en el ocio un 62% frente a un 58%.

Esta doble penalización también se refleja en el plano emocional donde el informe de la Fundación Mutua de Propietarios y COCEMFE pone de relieve la necesidad de tener en consideración las consecuencias emocionales del impacto de las barreras arquitectónicas.

En líneas generales, el sentimiento predominante al encontrarse en un entorno no accesible es la frustración (32%), seguido de la impotencia (27%), y las mujeres presentan de nuevo niveles más altos de frustración -35% frente a 28% en hombres- y tristeza -10% frente a 6%-.

Por el contrario, un 14% de las personas con movilidad reducida se siente motivado para buscar soluciones y otro 14% declara sentirse enojado. Otras emociones como la tristeza (7%) o la indiferencia (2%), son menos frecuentes.

“La verdadera barrera no siempre es física: es necesaria una mayor empatía, apoyo y voluntad social y para superar este vacío es imprescindible transformar actitudes y comportamientos, generando espacios de diálogo, formación y sensibilización que integren a las personas con movilidad reducida en todos los aspectos de la vida social”, afirma la directora de la Fundación Mutua de Propietarios.